El primer gol de este torneo, anotado al minuto 30 del encuentro entre Veracruz y Monarcas, tiene muchos mensajes. El primero es que desde cualquier lugar de la cancha se deben intentar los disparos que puedan acbar en gol, lo más valioso en esta rama.
Ignacio Carrasco, de los morelianos, tenía tiempo observando los errores del arquero veracruzano Ismael Villaseñor, así que cuando tomó el balón, casi a 60 metros de distancia del arco contrario, no dudó en mandar el zapatazo y de zurda.
La bola, como en cámara lenta, ante la desesperación del arquero y jugadores rojos, se fue cómodamente adentro de la cabaña escuala, para el primer gol del campeonato. Un churro, un zapatazo, un lo que quieran, pero contó y dio tres puntos a los Monarcas.
Ahora pasemos al gol que se le anota a Santos. Ocurre a balón parado. Jaime Lozano desde banda derecha manda el centro, y solitario, sin marca alguna, el paraguayo Cristian Riveros, que ya había mostrado su peligrosidad, no tiene problemas en anotar.
Vienen los reclamos en la zona defensiva, pero esta falla la deben corregir a tiempo los defensores albiverdes. No se puede dejar sin marca a alguien que insistentemente está anunciando que puede anotar, aunque falle mil veces, como le ocurrió a Riveros.
En compensación, el gol que anotó Fernando Ortiz tuvo características similares, lo dejaron solo por el centro y su frentazo se fue sin complicaciones hacia dentro de la cabaña del “Conejo” Pérez. En la zona defensiva lagunera hay que tener más cuidado.