Los eventos deportivos, y en especial el futbol, no hay como verlos en vivo. Es cierto, los que los ven por televisión tienen la comodidad que proporciona el hogar o los centros de diversión, incluyendo las repeticiones, pero nada como estar ahí, donde se juega.
Por ejemplo, el domingo, en el arranque aquí del Clausura 2008, vimos primero los actos previos al partido: la banda musical de jóvenes interpretando nuestras canciones, las Guerreritas con nueva coreografía, las muestras de cariño a Angie y a Daniel Guzmán.
Y luego el partido, que fue interesante de principio a fin, con un inicio espectacular en el que se asomaban ya los chispazos grandes, con jugadas de primera intención, la llegada del “Guti” y luego la de Oribe, que por poco terminan en gol, ante la emoción general.
Pronto, José Pekerman, técnico rojo, al ver el accionar lagunero y el dominio local, mandó a José Manuel Cruzalta para que se convirtiera en la sombra de Ludueña. Éste no se inmutó, sereno seguía buscándole la cuadratura al círculo y lo logró cambiando de banda.
Es cierto, Ludueña no es un jugador que quiera robarse el aplauso de la tribuna con sus gambetas, porque lo suyo es buscar los goles, y logró dos muy buenos cuando Vuoso entró a distraer gente o a provocar al rival. Así el “Hachita” ya está entre los líderes goleadores.
Si usted puede, vaya mejor al estadio que estar apolillándose en su casa viendo la televisión. Nada como respirar el aire fresco del estadio, compartir las emociones con los que tienen el privilegio de asistir y ver las cosas en vivo, de primera mano.
