La humildad. Es un término, una característica, una cualidad que no tienen muchos entrenadores de futbol. Uno de los mejores ejemplos, carentes de eso, desde hace tiempo, lo es Ricardo Antonio La Volpe, quien vino a México de portero y resultó técnico.
La humildad, la sencillez, el respeto a los demás, sobre todo a los medios de comunicación, no va sencillamente con él. Vino a la Comarca Lagunera, como siempre, con su aire soberbio que ha heredado a algunos de sus discípulos, menospreciando a todos.
Y regresó a Monterrey, su nueva casa, derrotado, humillado, y correspondido. Porque aquí Santos Laguna, con uno de sus discípulos preferidos, le ocasionó una derrota que debe estar doliéndole, pues todo esperaba menos perder en la Comarca Lagunera.
Pero no todos sus discípulos, y son muchos, secundan su soberbia y su altanería. Los hay como José Guadalupe Cruz, técnico del campeón Atlante, que es quien menos gana de todos, y quien no ha perdido su sencillez y su humildad, algo que lo hace grande.
El domingo, Monterrey, no inquietó a Santos Laguna, por más jilgueros que hayan dicho tantas tonterías en la Sultana. Hoy, Santos es el mejor equipo del Norte de la República y nos interesa poco que digan que participa en un clásico, pues lo importante es ganar.
La Volpe da una lección a todos. La soberbia a nada bueno conduce. En futbol lo que cuentan son los resultados, no los elogios de los peluqueros que están detrás de cada técnico. Santos debe seguir con humildad trabajando para mejores futuros.
