A quienes con cierta frecuencia acudimos a Santa Rita para ver los entrenamientos del Santos Laguna, no nos sorprende el que en los juegos de preparación de la Sub 23 que buscará boleto para ir a los Olímpicos, el que más destaque sea Édgar Castillo.
Y es que este joven, nacido un ocho de octubre de 1986 en Las Cruces, Nuevo México, desde su llegada a Santos mostró cosas diferentes que lo hacían destacar rápidamente. La primera, su gran voluntad para trabajar, para escuchar, para aprender.
Recordamos que por esos tiempos estaba en el equipo de la Comarca un brasileño llamado Junior César, que entró y salió sin dejar huella, pero había algo en él que a nosotros nos llamaba la atención y aquí lo consignamos: su deseo de apoyar a Édgar.
Y es que Junior jugaba por el lado izquierdo, y algunas veces los veíamos a los dos entrenando y de lejos no distinguíamos cuál era uno y cuál otro. De lejos se parecían por su figura delgada, su corte de pelo casi a rapa y su habilidad para moverse.
Junior nos decía que Édgar no tenía mucha facilidad para defender, pero sí una cualidad natural para ser carrilero. Luego platicábamos con Édgar y aceptaba que lo suyo no era defender sino moverse como carrilero, pero que quería aprender al lado de buenos defensas.
Édgar, lo decían la noche del jueves los comentaristas foráneos, era el jugador que más sobresalía en la selección, y seguramente Hugo Sánchez lo llevará pronto a la mayor, mientras tanto, esperamos que al “Homie” no se le despeguen los pies de la tierra.