En el Reliant Stadium de Houston, Texas, pasaban los minutos en el juego Belice contra México y la angustia crecía para los llamados “gigantes” de la Concacaf, mientras que los morenos de cabellera pintada azul y rojo seguían tranquilos, felices y despreocupados.
Iban y venían los comandados por Jesús Ramírez y no acertaban a anotar el primer gol, y los morenos en lo suyo, estrenando zapatos rojos y demostrando que ya en estos momentos, en el futbol mundial, no hay enemigos pequeños.
Sabíamos, y aquí lo consignamos antes del partido, que los futbolistas de Belice son considerados entre los más pobres. No ganan ni siquiera el mínimo de los futbolistas de otros países de mediana economía, y sin embargo crecen como deportistas y mejoran.
¿Qué pasa en México dentro de nuestro futbol? Cada vez que llega una eliminatoria ya no existe la confianza de otros tiempos. Ahora parece que no hay elementos suficientes para hacerle frente a conjuntos aparentemente débiles, y de éstos faltan más.
Mientras quienes dirigen nuestro balompié siguen dentro de una torre de marfil tratando de ignorar lo que sucede en todas partes, donde sí se trabaja, con mucho menos recursos pero con más disposición de técnicos y jugadores, así como de quienes los dirigen.
Esto del domingo ante Belice pone un dedo en la herida, pero diría el amigo Jaime Sánchez Franyutti, no pasa nada. Y es cierto, no se ve por dónde se quiera solucionar esta caída, desde hace tiempo, de nuestras selecciones. Y ni a los Juegos Olímpicos vamos.
