La tesis de que “el que madruga Dios lo ayuda”, y que ha sido desde la niñez norma en nuestra vida, tuvo ayer variantes. Y mire que todo empezó muy bien. Temprano, como acostumbramos, fuimos a la peluquería y Neto Sosa nos quitó cabellera y años.
Luego vinimos a esta oficina y organizamos el programa de META para la edición de mañana. Conste, todo temprano. Y como sabíamos que Humberto Vázquez Frayre, que cubre a Santos Laguna, está de vacaciones, decidimos ir a Santa Rita para ayudar.
Santos Laguna nos envió boletín que decía: “Los entrenamientos del día lunes siete de julio a las 10:00 horas, con acceso a medios de comunicación”. Así que confiados, a las 9:30, antes que nadie, llegamos a Santa Rita, pero, ¡oh sorpresa!, el guardia nos mandó para afuera.
Dijo que los medios entraban hasta que Daniel o un “Chepo” dieran la orden. Así que esperamos las diez de la mañana. Aunque estuvo lagañoso el día, a esa hora el sol calaba. Dieron las diez y la orden de abrir la puerta no llegaba. Las 10:15, y nada. Asoleados nos sentamos junto a una acequia.
El lugar estaba lleno de basura, insalubre totalmente. Dieron las 10:30 y volvimos a preguntar. Nada de autorización. Y el guardia nos dijo, así esperan los periodistas hasta que los dejan entrar. Esto lo vivimos antes, cuando editábamos “Ola Deportiva”, nada nuevo, bajo el sol que seguía calando.
Temprano ningún periodista estaba ahí, salvo uno que llegó, entró y dijo que llevaba uniformes para una función de la tarde. Hace tiempo, nos consta, que en Santos hay más atención e interés para quienes los atacan y los elogian, no para los que informan. Ahondaremos en el tema después.