Entre los grandes personajes que han tenido los Juegos Olímpicos, no podemos olvidar a Nadia Elena Comaneci, quien en Montreal 1976 puso en aprietos a las mismas computadoras, que no alcanzaban a calificar sus grandes proezas.
La historia de Nadia es digna de un guión cinematográfico. Nació el 12 de noviembre de 1961 en Onesti, un pequeño poblado perdido en los Cárpatos de Rumania. A los seis años de edad la tomó bajo su tutela Bela Karoly, quien la ayudó a ser la mejor gimnasta del mundo.
Después de ganar todas las pruebas en las que participó, Nadia llegó a los Juegos Olímpicos de Montreal para asombrar al mundo con sus hazañas, calificadas todas con un diez, algo que no había ocurrido nunca. Tenía apenas 14 años y ya era la reina universal de la gimnasia.
Cada una de sus presentaciones era esperada por millones de personas en todo el mundo. Ganó tres medallas de oro, con pruebas perfectas en absoluto, individual, barras y asimétricas. Los Juegos Olímpicos de Montreal serán recordados siempre por Nadia.
En los Juegos siguientes, celebrados en 1980 en Moscú, la rumana sólo ganó dos medallas de oro, porque las lesiones y algunos males la aquejaban. Espiada y vigilada en su país, decidió escapar en 1989, pidiendo asilo diplomático en la embajada americana de Austria.
Para ello escapó por un agujero y caminó durante seis horas. En Estados Unidos fue explotada por un vividor hasta que decidió viajar a Montreal, donde conoció a Bart Conner, con quien se casó y hoy vive en Oakland atendiendo una academia y haciendo presentaciones.