En cada Olimpiada, todos nos preguntamos si habrá tope en el rompimiento de los records, y cada vez seguimos sorprendiéndonos con las hazañas de las nuevas generaciones de deportistas que pulverizan las marcas dejadas apenas ayer.
Esta vez la gran figura lo es Michael Phelps, el llamado “Tiburón de Baltimore” porque devora los records con facilidad impresionante. Verlo desempeñarse en la alberca es todo un espectáculo, porque parece jugar con sus rivales a placer.
Pero aunque haya surgido este monstruo de las piscinas, los que tenemos años en el medio deportivo y gustamos de la natación, que practicamos en los años de la famosa e inolvidable Alberca Esparza, nunca olvidaremos las hazañas y el estilo de Johnny Weissmuller.
Y es que era no sólo el más veloz en los años veintes, sino el más elegante, esa elegancia que llevó al cine y lo convirtió en inmortal por partida doble, tanto en el deporte como en la cinematografía, interpretando al famoso “Tarzán de los monos”.
En los Juegos de 1924, Weissmuller ganó una de sus tres medallas de oro en los 100 metros libres, con un tiempo de 60 segundos y, asómbrese, apenas esta semana, en Beijing, el francés Alain Bernard implantó nueva marca con un tiempo de 47.21.
Esta no es la especialidad de Phelps, que sigue acumulando hoy medallas de oro, mientras todos pronostican que pronto será también uno de los hombres más ricos del deporte, algo que no hubiera gustado a Pierre de Coubertain, quien defendió el amateurismo.