El 90% de los correos electrónicos que recibimos ayer estaban en contra de Daniel Guzmán, no sólo por haber mal dirigido el partido de vuelta de las semifinales ante Toluca, con sus cambios increíbles y no aprobados por la gran mayoría de laguneros.
Sino también por la forma en que Daniel se conduce fuera de la cancha y por haber cambiado el rumbo de cómo se trabajaba en fuerzas básicas, de donde antes salieron elementos que incluso llegaron a la selección como José Antonio Olvera y Édgar Castillo.
Ya antes había surgido otra camada de buenos futbolistas, como Joaquín Reyes que tuvo paso casi fugaz como seleccionado, así como otros que apuntaban alto como José Luis Rodríguez “El Che” y el mismo Agustín Herrera y Osmar Mares.
A pesar de que Daniel colaboró en el salvamento de Santos, casi condenado a irse a la Primera A e igualmente ayudó a ganar el tercer campeonato, no se ha convertido en un director técnico popular, que acapare el elogio y el reconocimiento de los laguneros.
Hay algo en él que lo hace aparecer como un hombre alejado de la humildad, algo que caracteriza a los grandes personajes. Eso de exigir que se le entregara el balón de oro en anterior premiación lo muestra de cuerpo entero.
Aquí no ha podido llevar buenas relaciones con la prensa, a la que menosprecia, a pesar de que algunas veces ha dicho que perteneció a este medio cuando no tenía trabajo y le daban oportunidad de hacer comentarios en Guadalajara. En fin, cada quien con su historia.