Al minuto 71 del partido entre Santos Laguna y Monarcas, el dos de abril de 2006, jornada 13, Wilson Graniolatti, técnico en ese entonces del equipo de la Comarca, mandó a la cancha a Édgar Eduardo Castillo Carrillo en sustitución de Elgabry Rangel.
Se cumplía así uno de los sueños de un jovencito nacido en Las Cruces, Nuevo México, hijo de padres laguneros que habían vivido en las cercanías del Estadio Corona hasta que buscando mejores horizontes emigraron a la Unión Americana.
Édgar había llegado a las filas del Santos acompañado de su hermano Noel, también con facultades para el futbol, pero sería el “Hommie”, como le llamaban en su natal ciudad texana, el que pronto despuntaría y llegaría al máximo circuito.
Muchas veces platicamos con él y lo presentamos en Ola Deportiva antes de su debut. Seguimos de cerca sus pasos y lo recordamos llegando a los entrenamientos muchas veces acompañado de su padre, quien estaba interesado en el futuro de sus hijos.
Édgar nos confesaba siempre, y así lo dimos a conocer, que lo suyo no era la zona defensiva sino el carril izquierdo, pero trataba de aprender las artes de anular a los rivales cuando querían escaparse por su sector. Su velocidad le ayudaba mucho.
Siempre consideramos que le faltó más atención para poder culminar sus llegadas al frente y ojalá lo consiga con las Águilas, donde, por cierto, muchos jugadores se han topado en pared y no han podido salir avantes, díganlo si no Matías Vuoso, Juan Carlos Medina, Martín Simental, etcétera, etcétera.
