Guillermo Pérez es la estrella del momento y eso que dice que no se imagina qué sucede con la gente en México y sobre todo en Michoacán. (EFE)
El triunfo del taekwondoín Guillermo Pérez elevó la moral en la delegación mexicana, cuyo panorama empezaba a ensombrecerse ante la falta de resultados.
Tal bálsamo se queda allá en Beijing. Mientras tanto, acá al michoacano le espera una jugosa recompensa. Para los atletas dorados como él, el aporte de la Iniciativa Privada es de 5 millones de pesos, más 400 mil pesos que donará el gobierno federal a través de Conade, así como 50 mil pesos mensuales de Telmex durante un periodo de cuatro años, para un monto de 2 millones 400 mil pesos y un gran total de 7 millones 800 mil pesos.
De esto —explicó Carlos Hermosillo, titular de Conade— lo que ya puede decirse que está en la bolsa de Memo son cinco, aunque él mismo cerrará las negociaciones a su regreso.
A lo anterior habría que sumarle las casas que tendrá. Ayer el gobernador de Michoacán, Leonel Godoy, anunció que le daría una y otra más el cabildo de Uruapan. De hecho, grupo Comex también se había comprometido a donar casas para los ganadores de oro. “La medalla de Memo llega en un momento muy importante, porque esto va a motivar mucho a nuestros deportistas”, aseguró Hermosillo, quien incluso expuso que estos premios todavía podrían aumentar.
No sabe que hará con el dinero
No sabe aún qué hará con más de siete millones de pesos, pero no los quiere mal gastar. Quiere verse inteligente y planear con su familia en qué lo invertirán. No ha pensado en un negocio en específico, pero dice que los cuidará.
Ya con una medalla de oro, lo que sigue para Guillermo Pérez es la escuela. Tiene 28 años y aún no concluye la carrera, cursa el cuarto semestre de Administración de Empresas en la Universidad del Valle de México. Su entrenador José Luis Onofre es muy claro al respecto: “Aquí no hay burros. En la selección de taekwondo todos estudian la universidad, es un requisito”.
Guillermo es hijo único, característica que más que afectarle, le ayudó a convertirse en el joven de oro. “Siempre tuve el apoyo de mi mamá, ella me aterrizó, me puso los pies en la tierra y me exigió demasiado”, dice.
María del Rosario espera turno
Al ver combatir a su compañero Guillermo Pérez, flamante campeón olímpico, la sinaloense María del Rosario Espinoza se revolvía en su asiento, emocionada e impaciente por comenzar a competir. El momento ha llegado.
Este viernes, en punto de las 21:00 horas (tiempo de La Laguna), la taekwondoín iniciará su sendero olímpico y en las gradas estará Memo apoyándola.
“Si se mentaliza bien y sale motivada puede ganar el oro”, dijo el campeón olímpico. “Tiene mucho temple”.
Espinoza, actual campeona del mundo en los 67 kilos, dará el primer paso hacia la cumbre olímpica contra la tunecina Khaoula Ben Hamza.
Un combate por el que esperó cuatro años cuando veía por la televisión los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. “Me tocó ver los combates de Iridia Salazar, ahí más que nada fue cuando me entró la curiosidad de qué se sentirá estar en unos Juegos Olímpicos”.
Incluso, tanto su padre como su madre llegaron a Beijing justo a tiempo para presenciar uno de los momentos más importantes en la vida de la taekwondoín. María por su parte, lleva las cosas con tranquilidad.
“Todas son rivales fuertes, no hace ninguna diferencia a quien enfrente primero”, comentó.
Lo cierto es que su lado de la llave congregó a las taekwondoínes que han tenido grandes resultados tanto este año como en 2007, encabezadas por la china Chen Zhong.
Zhong no sólo cuenta con la ventaja de ser local, también ostenta un bicampeonato olímpico desde Sydney. Por si fuera poco, el año pasado ganó el Campeonato Mundial en la categoría de más de 72 kilos; también tiene el título asiático. A Zhong, podría enfrentarla en semifinales.
En la misma sección se encuentra la inglesa Sarah Stevenson, subcampeona mundial en 2005 y con quien se ha enfrentado en dos ocasiones y en las dos ha perdido.
Afortunadamente entre la inglesa y la china habría un encuentro previo, por lo que sólo tendría que enfrentar a una.
