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Un país en desintegración

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

El aferramiento al poder por parte de gobernantes megalómanos suele producir sucesos aberrantes… que, desgraciadamente, por lo general terminan pagando sus gobernados.

Claro que hay de aberraciones a aberraciones. La peor es, quizá, cuando todo un país se hunde en el caos y la miseria por la necedad y ceguera de un hombre obsesionado con el poder, y la escasa dignidad humana de quienes lo siguen derechito al precipicio.

Es lo que ha venido ocurriendo en la república africana de Zimbabwe, que se halla en estos momentos en un franco proceso de desintegración.

Zimbabwe ha sido gobernado por Robert Mugabe desde 1980, el año de su independencia. En esos 28 años, Mugabe se las ha ingeniado para convertir a su país en un ejemplo de corrupción, malos manejos, nepotismo improductivo, medidas populistas contraproducentes, y la nada halagüeña distinción de haber alcanzado la mayor tasa de inflación de la historia, precisamente este año. Al intentar controlarla, el Gobierno ha estado emitiendo nuevos billetes como si de confeti se tratara. Y limitó la cantidad de dinero de que pueden disponer los ciudadanos en los bancos y cajeros automáticos a… el equivalente de 25 centavos de dólar. Para efectos prácticos, la economía de Zimbabwe está colapsada sin remedio.

Para colmo, en las últimas semanas se ha desatado una epidemia de cólera que amenaza con extenderse no sólo por todo Zimbabwe, sino rebasar sus fronteras, creando un posible desastre de sanidad pública en todo el Sur del continente Africano.

¿Cómo es que Mugabe ha logrado mantenerse tanto tiempo como presidente, pese a su abismal desempeño? Bueno, en sus primeros tiempos, siendo un líder carismático y popular. Pero luego, básicamente, mediante el fraude electoral y la persecución y hostigamiento de la Oposición. Que fue lo que ocurrió en las elecciones de este año: Mugabe no logró la mayoría en la primera vuelta electoral, pero la Oposición se negó a presentarse a la segunda, en vista de la violencia y represión en su contra.

Para colmo, parece que al señor Mugabe ya le está patinando gacho el Béndix. Hace unos días su vocero alertó al mundo sobre una supuesta invasión británica a Zimbabwe. Por supuesto, ni la camarilla que ha llevado a ese pobre país al desastre se cree semejantes zarandajas.

El caso es que crecen en número las voces en la comunidad internacional que le piden a Mugabe que dimita y permita así algún tipo de proceso de reconciliación nacional que saque a Zimbabwe del atolladero. Y si ello no ocurre pronto, puede ser demasiado tarde.

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