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Un político antediluviano

Gilberto Serna

¿Pero, qué es la vejez? Ha oído usted hablar de que se es viejo cuando se ha perdido toda actividad sexual; pues, puede que sí, puede que no, ¿usted qué dice?

El ruso Serge Voronoff (1866-1951) dio la versión por buena al pretender demostrar, ante la credulidad popular, que los injertos de glándulas genitales de mono prolongaban en el hombre el vigor físico y psíquico. A fines de la centuria pasada, para combatir el paso de los años, decíase, se hacían trasplantes de la glándula pituitaria y en los últimos años se habla de las células madre que se obtienen del cordón umbilical, de los recién nacidos. La vejez es, desde luego, un proceso natural irreversible que comienza desde la concepción de un nuevo ser hasta llegar a una edad senil, lo que significa una degeneración progresiva de las facultades físicas y psíquicas debida a una alteración de los tejidos que se muestran incapaces de cumplir con su función.

En realidad un senescente es el que a una avanzada edad se advierte su decadencia física. Dese usted cuenta, estimado lector, que no hablamos de años vividos sino del último periodo de la vida del ser humano, aunque ambos conceptos pueden estar entrelazados.

Hace 200 años, el promedio de vida, apenas pasaba de los ¡30 años! Esto es, que el individuo había llegado al final de sus días cuando ahora, en este tiempo, es aún la edad de andar ligando en los antros. Los fenómenos involutivos pueden ser compatibles con una longevidad fecunda, relativamente libre de achaques o sufrimientos.

Las críticas que hace el Partido Demócrata al candidato a presidente, John McCain, no sólo me parecen de mal gusto sino que rayan en la tontería al presentar una foto en la que se ve la imagen del republicano portando gafas gruesas y viejas que, según dicen los asesores de Barack Obama, le dan un aire antiguo y trasnochado. En lo que podría estar de acuerdo si no fuera porque nunca, que se sepa, ha negado su edad provecta. Que es antiguo ni duda cabe, pero trasnochado, lo que se dice trasnochado, sólo está en la cabeza de quienes quieren verlo desmejorado y macilento. Aun a sus años debo decir que se ve entero, de ninguna manera flaco y descolorido. Es del todo posible que estén viendo fotografías de cuando, sirviendo a su patria, durante el período comprendido de 1967 a 1973 donde había sido capturado y torturado una vez que fue derribado el avión que tripulaba por un cohete anti-misiles sobre Hanoi, fue liberado caminando con muletas. ¡Ah! cómo se dicen locuras, sin duda con el evidente propósito de restar méritos a su adversario durante la campaña política.

¿Que es un político antediluviano?, es una burla que se le pudo hacer a cualquiera que tenga la edad de McCain, lo que insulta a media población de Estados Unidos de América, que peina canas, llamándolos inútiles e incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos. Afirman sus detractores que las cosas han cambiado en los últimos 26 años, en tanto él sigue igual, anclado en el pasado. Indican que admite todavía no sabe cómo usar una computadora. Que no tiene contacto con la realidad. Les faltó decir que es un viejo que ya chochea, que ha sufrido un declive de sus facultades mentales, vejestorio, caduco, senil, valetudinario, decrépito, vetusto y arcaico, en suma un carcamal. Lo cual no es del todo cierto.

Los años, contrariamente a lo aseverado por sus enemigos electorales, salvo prueba en contrario, no han disminuido su capacidad de entendimiento. Hasta donde sé, no es un individuo al que pueda sujetarse a un estado de interdicción.

Es cierto que es el candidato más longevo en los anales de la lucha por la Presidencia. ¿Y eso qué? Más sabe el diablo por viejo, que por diablo, dice un antiguo refrán, recuérdese que la astucia y las añagazas se aprenden con el paso de los años. Que los ciudadanos deben esperar, si McCain es elegido, seis años más de lo mismo, refiriéndose a las malas decisiones que ha tomado su compañero de partido, actualmente en el sillón de mando de la Casa Blanca, no es suficiente para descalificarlo, por que ¿quién nos dice que a su llegada, en la escalinata del Capitolio, con la mano izquierda apoyada en la Biblia y la derecha mostrando la palma de la mano, al protestar el cargo deje ver su verdadero rostro, que no será el de Bush.

Su edad le permite ser independiente, tomar sus propias decisiones, se dará cuenta de que no está lejano el momento de comparecer ante el tribunal que juzgará sus actos tal como son. Sus años son la mejor prueba de que está más allá del bien y del mal. Que de los gozos de los seres humanos él ya ha tomado lo que corresponde de la vida. Es la época en que las pasiones han quedado atrás. En fin, eso, visto con absoluta imparcialidad, más que un inconveniente, a nuestro leal saber y entender, es una gran ventaja.

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