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Un segundo éxito

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Hace apenas dos días, caminaba por las avenidas Matamoros y Allende, así como las calles Rodríguez y Cepeda, en el primer cuadro de la ciudad de Torreón con un amigo que reside en una ciudad colonial del norte del país. Y como hacía algunos días había estado en la ciudad natal de mi cuate y había sufrido el tránsito estrangulado en una ciudad antigua que tiene siglos, y que por lo tanto sus rúas fueron trazadas para carruajes, no para autos, al estar ahora en Torreón le dije ufano: ¿así se transita en tu ciudad? Orgulloso al final de lo amplio de las calles del Centro de la ciudad versus cualquier otra que haya sido construida en tiempos de La Colonia.

“No hay comparación”, replica mi amigo. Sin embargo, apenas terminada su contestación agrega: “lo que sí noto, es que el Centro está muy sucio, mira –señalando con su índice un montón en basura en la banqueta norte de la avenida Allende entre las calles Acuña y Rodríguez- ese descuido es del Municipio que no le mete mano” y remata señalando que ve que existen muchos inmuebles deshabitados y abandonados.

Su cierto comentario detuvo por completo mi afán de seguir presumiendo y comparando mi pueblo con el suyo, ya que a sus comentarios, en apenas dos horas que llevaba por aquí, no tenían nada que refutársele.

Esta breve anécdota es sencillamente para ilustrar lo que desde los años ochenta, cuando el país y particularmente la Comarca Lagunera entró en un prolongado periodo de estancamiento, que derivó en el quebranto hormiga de las leyes reguladoras de urbanismo, así como la falta de servicios de limpia y mantenimiento en general, amén de las crisis económicas heredadas de aquellos años.

Posteriormente a esos sucesos, a la misma pobreza urbana generada por las circunstancias descritas otras áreas comerciales en distintos puntos geográficos comenzaron a aparecer y eso desencadenó todavía más la decadencia del otrora dinámico primer cuadro. Si se agrega la creación de plazas comerciales de envergadura considerable y la explosión demográfica a un “lejano” oriente de la ciudad, crearon condiciones para condenar al Centro Histórico al abandono. Por supuesto, las administraciones municipales pasaban y ninguna se había querido enfrentar a los comerciantes ambulantes, que con el paso del tiempo habían sentado sus reales en la zona.

En medio de esta situación compleja del ambulantaje, planes iban y venían de los alcaldes en turno, pero nadie lograba algo en concreto. El cierre a la circulación de las calles Cepeda y Valdés Carrillo entre Juárez e Hidalgo fue apenas un tímido intento del presidente de entonces, Salomón Juan Marcos, de rescatar el corazón de la ciudad.

Guillermo Anaya, que durante su mandato presumió de lograr el cambio, en lo que respecta al Centro logró absolutamente nada acerca de resolver el comercio informal que ocupa con tenderetes y puestos la vía pública. Si bien es cierto recuperó el Canal de la Perla, de mucha valía, y ordenó la compra del edificio que había ocupado el Banco de México evitando que se convirtiera es uno más de las ruinas de la zona, en cuanto a enfrentar la invasión de espacios públicos prefirió hacer mutis.

Con sólo recordar, que el Municipio y la Comisión Federal de Electricidad, entre otras entidades gubernamentales, pagaron un cableado eléctrico subterráneo para aligerar la contaminación visual del tendido de cables eléctricos, a la hora de exigir a los comercios formales que se conectaran a la nueva red pagando el costo de conexión, sencillamente al rehusarse éstos, y nuevamente, para no enfrentar a los informales, se dejó la obra y los recursos simplemente enterrados.

El lunes pasado, la Administración de José Ángel Pérez decidió mediante un operativo, impedir que los ambulantes se instalaran, tal como lo hacen día a día. La maniobra fue para evitar que los impedidos buscaran un amparo que pudiera entorpecer el plan de rescate del actual ayuntamiento.

Las voces surgen de todos lados y en ambos sentidos; la última información indica que las cosas marchan en el rumbo que el alcalde había trazado, y que en esta ocasión, sí habrá rescate.

Da materializarse la obra, la ciudadanía tendría que reconocer la acción del edil Pérez, porque sería un segundo logro, mismo que en el pasado nadie había obtenido, luego de la mejora en el transporte público. Hay que esperar entonces a que esto llegue a buen puerto, algo que Torreón sin duda necesita.

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