Miguel Ángel Osorio Chong figuraba en la burbuja que rodeaba a Elba Ester Gordillo en los primeros meses de la LVIII Legislatura, elegida en julio de 2003. Se denomina de aquel modo al grupo cercano a quien coordina la bancada priista, y que en el caso de la lideresa estaba formada, entre otros, por los diputados Miguel Ángel Yunes, Tomás Ruiz, Roberto Campa, y Osorio Chong, el actual gobernador de Hidalgo.
No duró mucho Gordillo al frente de su grupo parlamentario. Su volcánica relación con Roberto Madrazo, en aquel otoño de 2003 al mismo tiempo dirigente nacional del PRI y ya precandidato presidencial, hizo erupción y la profesora tuvo que hacer mutis. Se alejó de San Lázaro, pero conservó el puesto número dos en la jerarquía priista. Comenzaría de ese modo, en el inicio de 2004, su viaje al exterior del partido que la había hecho diputada antes de que ella construyera con el auxilio del presidente Carlos Salinas de Gortari su propio edificio político. Desde antes de dejar la secretaría general del tricolor, Gordillo había preparado su puerto de arribo, el partido Nueva Alianza, el Panal del que se convirtió en abeja reina.
Sus favoritos en la burbuja parlamentaria tuvieron todos destino en que influyó su madrina. Campa realizó campaña como candidato presidencial por el nuevo partido, del que sería efímero dirigente Ruiz (ahora distanciado de su protectora). Yunes no se incorporó a la nueva formación, pero hizo campaña en Veracruz, ya miembro del Gobierno Federal panista, a favor del gordillismo que allí se enlazó con el blanquiazul. Sólo Osorio Chong fue instruido de permanecer en el PRI, donde la maestra las puede todavía, y por eso alcanzó hace tres años la postulación al Gobierno de Hidalgo.
Este domingo hubo allí elecciones legislativas, justificadamente desairadas por los ciudadanos. Menos del cuarenta por ciento de los votantes posibles acudió a las urnas. Con elocuencia de politólogo, el gobernador Osorio, que fue también diputado local, dice que la sociedad “no alcanza a ver” lo que hacen los diputados y por eso se desinteresa de su elección. Con igual clarividencia podría aducirse lo contrario, que la ciudadanía ve lo que hacen y dejan de hacer sus legisladores y al advertir su irrelevancia se abstiene para que sólo unos cuantos se afanen en la integración del Congreso local.
Como ha solido hacer en la última década, el PRI no acudió solo a los comicios del domingo pasado. Normalmente busca aliarse con formaciones menores no en todos los casos para beneficiarse de los votos ajenos, lo que sería una vana pretensión dada las magras condiciones de esos partidos. Al PRI le conviene, como se observó en la Legislatura que está por concluir, disponer de bancas obtenidas por representación proporcional y adjudicadas a quien lo acompaña en la boleta, en ese caso el Partido Verde. El vínculo con el PVEM sin embargo, esta vez fue sustituido por la coalición con el Panal, que se denominó Unidos por Hidalgo. Los dos partidos fueron juntos en doce de los dieciocho distritos. Huelga decir que triunfaron en todos, como el PRI lo hizo a solas en los seis restantes.
Un partido como el Panal, que se formó a partir de una traición del PRI, perpetrada por su secretaria general, y que se llevó consigo a una importante cantidad de militantes, debía ser mal visto en los mandos priistas. La valoración del Panal empeoraría, en la lógica del tricolor, después de que en el proceso federal de 2006 ese partido y su jefa hicieron armas a favor de Felipe Calderón, a quien probablemente encauzaron cientos de miles de votos, reflejados en la diferencia entre los que obtuvieron los candidatos panalistas a diputados y la escuálida cuota que correspondió al hoy secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Pero esos obstáculos, que en una contienda de partidos alejarían naturalmente a ambas formaciones, son allanados cuando se ejerce la autoridad que Gordillo mantiene frente a sus antiguos subordinados, como Osorio Chong.
La coalición Unidos por Hidalgo estuvo a punto de frustrarse por algún problema burocrático. La solicitud de registro se presentó vencido el plazo para hacerlo, el 10 de octubre pasado, aunque sólo fuera por unos minutos, y por lo tanto el Instituto Electoral del Estado se negó a admitirla. Pero el Tribunal correspondiente ordenó hacerlo y así fue posible que Nueva Alianza obtuviera beneficios, pues al asegurársele una proporción del voto conseguido, tendrá derecho a dos curules de representación proporcional, amén de las que le corresponden en los distritos en que miembros suyos fueron apoyados por el partido del que se habían marchado. Como en otras entidades, la principal fuerza del Panal radica en el magisterio. El líder saliente de la Sección 15 del SNTE, una de las que mayor fidelidad profesa a su presidenta, encabezaba la lista de candidatos plurinominales del Panal.
Solo, o unidos por Hidalgo con el Panal, el PRI triunfó aun en distritos cuyas cabeceras están gobernadas por el Partido de la Revolución Democrática. Tal es el caso de Tulancingo e Ixmiquilpan. En aquella ciudad industrial, el partido del Sol Azteca quedó en tercer lugar, después del PAN. Y en la capital del valle del Mezquital, si bien superó con mucho al blanquiazul quedó lejos de la votación alcanzada por la coalición de Gordillo y Osorio Chong, admitida sin chistar por la dirección nacional priista, a la que le interesa mostrar que en elecciones locales se encamina a su recuperación.