Internacional Jeffrey Epstein Chile Israel-Palestina Donald Trump Narcotráfico

Unión Europea, hacia un nuevo medievalismo

Aunque los europeos parecen contentos con una propuesta de integración económica, rechazan sin dudar una integración política que parecería el siguiente paso lógico. (Archivo)

Aunque los europeos parecen contentos con una propuesta de integración económica, rechazan sin dudar una integración política que parecería el siguiente paso lógico. (Archivo)

El Universal

La razón, en alguna medida, estaría en la reacción creada por el exceso de normas impuestas por los organismos centrales de la Unión, controlados por una élite que favorece la integración política europea.

Mientras muchos en Latinoamérica y Estados Unidos ven a la Unión Europea como el ejemplo a seguir, algunos y muy distinguidos ciudadanos de ese continente cuestionan tanto el modelo como su razón de ser y señalan que el “viejo continente” parece dirigirse a un globalizado nuevo medievalismo.

“El camino que se ha seguido los últimos 50 años necesita una reforma radical”, comentó Giandoménico Majone, el respetado especialista italiano en temas de Gobierno y muy directo crítico de lo que considera como el déficit democrático en la Unión Europea. “No se puede utilizar el mismo instrumento con dos propósitos distintos”, agregó.

Y si bien los europeos parecen contentos con una propuesta de integración económica que les permite ya una moneda común, la abolición de aduanas internas y una serie de ventajas competitivas, rechazan sin dudar una integración política que parecería el siguiente paso lógico.

“Ese es el fallo de la estructura europea, perseguir un objetivo político por medios económicos que en escala limitada es correcto, pero cuando es perseguido como estrategia por 60 años produce resultados sub-óptimos”, señaló el analista.

La razón, en alguna medida, estaría en la reacción creada tanto por el exceso de normas impuestas por los organismos centrales de la Unión, controlados por una élite que favorece la integración política europea y no duda en usar los instrumentos creados para la unificación económica como palancas para perseguirla.

“Cuando se crean instituciones fuertes su tendencia es tomar su objetivo como el fin para el que fueron creadas… las élites que las controlan persiguen sus propias metas”, añadió el académico, profesor de análisis de política pública en la Universidad Europea.

Para él, se trata de una fórmula equivocada, tanto que desde su punto de vista el Tratado Norteamericano de Libre Comercio (TLC) es “superior” en ese aspecto a la Unión Europea: no plantea metas fijas sino que más bien se centra en los procedimientos. “Eso es mejor”, dijo Majone.

Para el catedrático puede haber algo como “demasiada armonización” y en ese sentido la insistencia de las elites de la UE en tratar de conseguir la unificación política al tiempo de imponer normas generales que a veces chocan con las realidades de los países miembros ha constituido un abuso de las instituciones europeas.

SOBRE LAS INTEGRACIONES

Ahí, precisó, está la raíz de los problemas de los irlandeses, los franceses, los holandeses y otros con la Unión Europea, tanto que esa situación ha contribuido a fortalecer una reacción contraria, una que los estudiosos califican como “nuevo medievalismo” significado por el renacimiento de regionalismos aun en una globalización que también comenzó hace siglos.

Y es esa idea de la imposición de metas no deseadas, de normas no negociadas, la que en su opinión afecta a la UE y lleva a que una población hasta favorecida por la integración económica parezca volver a conceptos regionales e identidades básicas que se dieron durante el medioevo y que vuelven ahora a levantar cabeza.

“Europa estaba bastante integrada en esa era”, recordó Majone, catedrático de la Universidad de Europa y autor de varios libros en los que ha enfatizado sobre los problemas de democracia en la Unión Europea.

De hecho, el mundo actual —o al menos algunas de sus partes más avanzadas— funciona de una manera sorprendentemente similar a la que ocurría en los siglos doce o trece, cuando las ciudades-Estado y los pequeños principados se coaligaban y creaban alianzas comerciales, pero mantenían sus propias identidades.

Aun si se acepta la idea de que los estados-nación han comenzado a decaer, la idea de un Gobierno global o de acuerdos globales que presidan sobre una serie de regiones, puede llevar otra vez a recorrer el camino que en su momento creó a los Estados Nación, opinó el filósofo, que durante la charla se declaró a favor de soluciones intermedias entre Estados-Nación y Gobiernos supranacionales.

Ahora, aún en el marco de entidades nacionales definidas, hay regiones que en Europa estaban ya establecidas hace 600 años y que han comenzado a aparecer en partes del continente Americano.

Lo que según Majone debe hacerse no es la creación de un “super-Estado”, como algunos creen, sino permitir que los grupos de interés en las diferentes regiones desarrollen sus propios estándares, con grupos menores, alianzas menores, como en cierta forma ocurrió en la era medieval.

Majone recordó por ejemplo, que en su libro “El Trabajo de las Naciones” el economista estadounidense Robert Reich indicaba que las “élites” de todos los países —que definió como “solucionadores de problemas”— tienen más entre sí que con sus compatriotas de menos recursos y se entrelazan con sus pares de formas no iguales, pero sí, en opinión de Majone, con el mismo principio de ventajas y alianzas que la nobleza medieval.

“Claro que las élites son ahora mayores que entonces”, apuntó.

Leer más de Internacional

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Internacional

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Aunque los europeos parecen contentos con una propuesta de integración económica, rechazan sin dudar una integración política que parecería el siguiente paso lógico. (Archivo)

Clasificados

ID: 367276

elsiglo.mx