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Unos por hambre otros por miedo

Mirando a fondo

Víctor González Avelar

EL COMBATE AL SECUESTRO y la extorsión ha sido un problema de forma y de fondo. Pues se trata de un delito que afecta no únicamente al secuestrado, sino también al círculo y entorno de la familia de la víctima, es por ello que ha sido difícil de combatir y mucho menos de prevenir.

ACTUALMENTE en nuestras ciudades, cualquiera de sus habitantes puede ser privado de su libertad mediante los llamados “levantamientos”, el uso del celular para extorsionar o ser víctima de los llamados secuestros exprés. En tiempos no muy lejanos las víctimas que buscaban estos delincuentes se encontraban entre las personas adineradas, de altos recursos económicos y de alta liquidez de efectivo.

LAS ORGANIZACIONES DELICTIVAS estaban integradas con un sofisticado equipo de tecnología, delincuentes capacitados en diversas disciplinas del conocimiento humano que finalmente, y para desgracia de todos, la utilizaban para cometer sus fechorías. Estas organizaciones, algunas de perfil internacional, operaban desde varios países, pero siempre bajo el conocimiento y control de las listas de los millonarios locales.

LA INFORMACIÓN sobre los posibles hombres adinerados a secuestrar o extorsionar, la proporcionaban empleados delatores incrustados en los mismos bancos, financieras o casas de bolsa. Desde estas instituciones fluía la información para que los delincuentes supieran el nivel potencial de los posibles secuestrables.

PERO LAS COSAS HAN CAMBIADO. Cualquier idiota solitario o en pareja, que tenga un teléfono celular de $300 pesos o una tarjeta ladatel para usar un teléfono público, está en condiciones de amenazar a una familia completa.

CUALQUIER SUJETO puede cometer este delito. Tenemos el caso reciente del cual informó la prensa, de un individuo que fue detenido durante una revisión de rutina en la ciudad de Torreón transportando 24 dosis de droga en la camioneta que manejaba y que era producto del pago de un secuestro y extorsión anteriores. Pero eso no es lo relevante, lo que enerva a los ciudadanos es que el delincuente ya había sido detenido el mes anterior por la Policía Federal por el delito de extorsión en grado de tentativa. Pero el señor había salido de la cárcel para cometer de inmediato otro nuevo delito. Esto quiere decir el tipo de agentes del Ministerio Público que tenemos a los dos niveles, federal y local y de algunos jueces.

PARA ACABARLA DE AMOLAR, el señor saldrá libre en dos días, pues el delito de extorsión en grado de tentativa es un delito de los calificados como ¡no graves! y otorgando una módica fianza podrá dejar la cárcel y continuar con su asquerosa carrera de delincuente.

COMO ESTE CASO suceden cientos en nuestro país y todos los días. Por la falta de celo o “espíritu de justiciero” que deberían tener los agentes del Ministerio Público para perseguir el delito y a los delincuentes. No hay investigación, bancos de datos con información nacional de delincuentes, huellas dactilares, fichas sinalagmáticas, central nacional de antecedentes penales y de procesos, etc. No existe ningún tipo de información cruzada, control y registro nacional de los vehículos que circulan por caminos, ciudades y carreteras. No existen laboratorios, en fin, no contamos con nada para poder combatir con talento y eficacia a la delincuencia.

SOLAMENTE PARA dar un ejemplo de la incapacidad de las autoridades, éstas no han podido bloquear ($$) los teléfonos celulares que usan los presos, delincuentes y procesados dentro de las cárceles, con los que cometen los secuestros virtuales y las extorsiones; cuando sería tan fácil implantar los bloqueadores de teléfonos celulares que tiene instalados en las salas de concierto para evitar la entrada y salida de llamadas telefónicas y que no se interrumpa el desarrollo del espectáculo.

LAS AUTORIDADES POLICIACAS SABEN en dónde se encuentran los del narcomenudeo, quiénes son los que los provee de la droga, en dónde viven, cómo la distribuyen, saben en qué hoteles se hospedan, qué vehículos utilizan. En el fondo todos saben todo esto, pero ni la Policía puede intervenir por el temor, por incompetencia y porque están infiltrados hasta la misma médula los cuerpos policiacos.

LA DELINCUENCIA HA REBASADO nuestras fronteras y ha llegado a las ciudades de los Estados Unidos en donde radican mayorías hispanas de origen mexicano. El procedimiento es el mismo, nada más con la variante de que ahora a nuestro emigrante que vive en Chicago lo extorsionan telefónicamente desde México diciéndoles que su mamá que vive en Michoacán está secuestrada y que deposite los dólares, pues de lo contrario la matarán.

RESULTA AHORA que los que se fueron por hambre, están igual que los otros mexicanos que se están yendo por miedo.

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