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Uribe, Calderón y Los Aterciopelados

Rehilete

Jorge Zepeda Patterson

Muchos lectores recordarán cuando “colombianización” era una palabra mala, cuando pronunciarla equivalía a invocar al diablo. Hubo un tiempo en que el jefe de capos Pablo Escobar era para los Caro Quintero locales, el equivalente a Bill Gates para nuestros empresarios.

Hoy muchos mexicanos firmarían en blanco un proceso de colombianización. Los habitantes de Culiacán o Ciudad Juárez darían lo que fuese para caminar por sus calles como lo hacen los de Medellín o Cali. Hoy es en México donde se rompen récords en materia de ejecuciones de policías o de agresiones a periodistas. Las “bajas” registradas en los gobiernos de Fox y Calderón en la guerra contra el narco, pronto habrán de superar las 15 mil víctimas que se calcula han perdido la vida en Colombia por el efecto combinado de los cárteles, las FARC y las fuerzas paramilitares en dos décadas. Los casi cinco mil ejecutados en apenas dos años de este Gobierno superan las bajas que los norteamericanos han padecido en la guerra de Irak en cinco años.

Si antes solíamos ver a Colombia con precaución para asegurarnos de no seguir su curso, hoy tendríamos que verla con atención para reproducir todo aquello que sea emulable. Quizá para eso Florencio Salazar dejó una subsecretaría en Gobernación a cambio de estrenarse como embajador en aquel país.

Lo cierto es que a Felipe Calderón le encantaría “uribizarse”. Álvaro Uribe, el presidente colombiano, ha conseguido resultados impresionantes en materia de pacificación y reducción de la violencia. Sus niveles de aprobación son los más altos y estables de América Latina. El espectacular rescate de Ingrid Betancourt de manos de las FARC, lo han catapultado al primer plano internacional. Es el héroe del momento.

En Los Pinos están exultanes, porque el éxito de la política de “mano dura” de Uribe, parecería constituir un espaldarazo a la estrategia de Calderón en su guerra contra los narcos, a pesar de resultados tan precarios. Y en efecto, el Gobierno de Uribe se ha caracterizado por la decisión de no dar cuartel al crimen organizado y a los enemigos del Estado colombiano.

No hay espacio ni intención aquí de hacer un balance del Gobierno colombiano. Para lo que nos ocupa basta decir que el rescate de Ingrid Betancourt revela no sólo una decisión firme y muchas agallas para arriesgarse ante un eventual fracaso; muestra, sobre todo, el uso de la Inteligencia militar, más aún que la fuerza. Y justamente eso es lo que nos ha faltado.

Hasta ahora hemos hecho una guerra contra el Narco más empeñosa que inteligente. Desconocemos el nivel de infiltración de la corrupción entre comandantes, autoridades y el mismo Ejército. Nunca imaginamos que desencadenaríamos la carnicería que hoy padecemos.

El éxito de Uribe revela que no basta la decisión envalentonada si no va acompañada de estrategias cuidadosas. El ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, perteneciente a una ilustre familia de periodistas, es abogado con estudios en Gobierno en Harvard y el MIT. Detrás de la guerra contra los Cárteles y las FARC hay mucho más que soldados dando piñatazos por todo el país, como ha sido nuestro caso. Como dirían sus Aterciopelados paisanos, si vamos a emular a Uribe, convendría mirar la esencia, no las apariencias.

www.jorgezepeda.net

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