Los bomberos de Torreón, ayer festejaron su día.
Anuncia alcalde aumento de salario para los apagafuegos.
Para Braulio Caldera Murillo, ser bombero es una aventura que vale la pena vivir. Con 31 años de edad, cuenta con nueve de experiencia, “y no dejaré mí profesión hasta que mis jefes se cansen de mi”, cuenta emocionado el apagafuegos.
A la edad de 20 años, recuerda, Juan, su hermano mayor y también bombero, cada vez que regresaba a casa, lo contagiaba de aquella pasión que sentía por su trabajo, por sus anécdotas y sobre todo, de la posibilidad de ayudar a quien así lo requería.
Portando con orgullo su uniforme, Braulio cuenta que tiempo después, se enlistó como voluntario, “ahí empecé”, dice con emoción.
Aunque peligroso, comenta que su primer servicio no lo desanimó, “sí me asusté porque era nuevo, recuerdo que nos reportaron una casa que se incendiaba, cuando llegamos vimos que eran tres tanques de gas de 45 kilos cada uno, los que estaban en llamas, pero gracias a Dios sí sacamos adelante el trabajo”.
Braulio Caldera cuenta que al acudir a estos servicios, es necesario llevar la mente clara, pero sobre todo saber qué es lo que vamos a hacer y cómo lo vamos a hacer, más que nada cuando hay vidas de por medio”, dice el apagafuegos.
Salvar vidas, ayudar a la ciudadanía, es lo más emocionante, “pero aún más, cuando la gente te lo agradece, cuando eso sucede, es cuando uno dice que valió la pena el esfuerzo”.
Aunque reconoce que su profesión no es bien pagada, “con un gracias basta”, dice el joven bombero, quien además es padre de dos pequeños, de tres y cuatro años de edad.
Despedirse de sus hijos cada noche es quizás lo más duro para Braulio, “pues uno no sabe si va a regresar con bien al día siguiente...”. Pero “con la bendición de mi familia, me basta para darme fuerzas para seguir con esta profesión, que aunque peligrosa, te llena de satisfacciones”, concluye Braulio.