Mujeres y jóvenes llegan de diferentes lugares a visitar a sus fieles difuntos en el panteón de El Tunal.
EL TUNAL | Cientos de personas participaron en la tradicional romería del Día de los Fieles Difuntos en el camposanto del ejido.
El Tunal, Dgo.- “Nadie es eterno en el mundo... una cruz de madera de la más corriente”... son las canciones que escuchaban cientos de personas durante la romería del Día de los Santos Difuntos, al ritmo del acordeón, bajo sexto y la tarola con los músicos norteños, mejor conocidos como “chirrines”.
No es un domingo cualquiera, es el Día de Muertos donde resultan una tradición las vendimias, música, cerveza, comida, golosinas y flores dentro y fuera del panteón. Quico Castro es músico y lleva alrededor de 30 años asistiendo a este lugar para complacer a los visitantes, a 30 pesos la melodía, algunos con el cariño hacia los seres queridos, otros por tradición y muchos encontraron un pretexto más para emborracharse entre lápidas y cúmulo de hierbas.
Aglomeración.- Una larga columna de vehículos se formó camino al camposanto; es domingo 2 de noviembre, fecha en que las familias visitan a sus fieles difuntos, se programan para comer y beber; los paleteros rondan por todo el cementerio, los niños corren, juegan y se divierten mientras los adultos limpian las tumbas y las llenan de flores, aunque sea sólo ese día del año.
Montones de basura es lo más sobresaliente del lugar, infinidad de tumbas que se encuentran en el olvido, incluso hasta las privilegiadas ubicadas a un costado de la iglesia bajo techo y una reja que las resguarda, pero sin una sola flor.
Basura.- Algunas personas lamentaron el hecho de ver un panteón lleno de hierbas secas y basura; la parroquia no se responsabiliza de eso, solamente de cobrar a todos los comerciantes; según dicen, es una cooperación para arreglos del templo, tan antiguo como el mismo San Juan Bautista de Analco, pero abandonado como tantos en el estado.
Mujeres con el talacho limpian la sepultura; en otro lado los músicos ayudan a brotar el sentimiento a los visitantes y otros tantos brindan por la muerte o la vida, lo mismo la teporocha (alcohol con refresco) que la bebida de “moderación”.
Antigüedad.- Paula Venegas Rojas, de 70 años de edad, acudió al cementerio para visitar a sus difuntos quienes datan desde el siglo XVIII; había familias hasta de 20 integrantes visitando una sola tumba. Los rayos del Sol caían a plomo pero eso no fue obstáculo, y mucho menos para quienes portaban con orgullo latas y botellas de cerveza o “agua de cebada”.
Fue un día ajetreado para los habitantes del ejido; las filas humanas no disminuían, el trafico bastante numeroso y las familias reunidas. El Día de Muertos es la fecha en la que se tienen más visitas.
“No se vayan”, replican algunas personas a los reporteros de El Siglo de Durango, “más tarde se pondrá bueno; ya borrachos también les brotan los resentimientos y se agarran a golpes. Eso también anótenlo entre las tradiciones de este lugar”, apuntan.
El Siglo de Durango
Hilda Castro Bojórquez e
Yadira Ramírez Y.
Creencia
Javier Nájera es el párroco de El Nayar desde hace 16 años; él fue el encargado de oficiar misa con motivo del Día de Muertos en esta comunidad, en el Templo de la Virgen de Guadalupe.
El sacerdote advirtió que el festejo lo vive cada persona conforme a su educación y sus creencias, pues para algunos sólo es un pretexto para emborracharse, pero no para recordar a las personas fallecidas.
En cuanto al aspecto meramente religioso (del tema de la muerte). el entrevistado sostuvo que “Dios nos llama para vivir una vida nueva”, por lo que no hay que temerle, “es una regla: el que nace debe de morir”, remató.