Cuando decenas de agentes de la pretendida “mejor policía del norte del país” se apersonaron en el cuartel de la Policía Federal para exigir que liberaran a unos compañeros detenidos, terminaron provocando un terremoto que sacudió a la Comarca Lagunera. Las cosas ya iban mal desde que los cerca de sesenta agentes dejaron de hacer su trabajo y se fueron a una manifestación a las cuatro y media de la mañana. La balacera que siguió queda para los libros de lo inverosímil, pues ahora resulta que hasta los policías se balean entre ellos. Hasta ahora el alcalde José Ángel Pérez no ha podido explicar quién mandó a los agentes al cuartel federal, quién los movilizó o de dónde vino la orden, lo cual confirma el poco control que el alcalde y su ahora ex jefe de la Policía, Alfredo Castellanos, tenían sobre la “honorable” fuerza pública. Es clave saber ese dato y saber quién fue capaz de movilizar a tantos policías. La Policía Federal prácticamente acusó a los municipales de querer “rescatar” a sus compañeros que fueron detenidos por proteger a traficantes de droga, lo cual deja bastante mal parada a la ciudad. Sobre todo porque los medios nacionales, y uno que otro internacional, publicaron la noticia increíble de que los agentes municipales se andaban poniendo a las patadas con los federales, cuya presencia, dicho sea de paso, fue solicitada por el mismo alcalde. De hecho, el enfrentamiento fue dos semanas después de que don José Ángel se vio en la capirucha del esmog con el secretario de Seguridad Pública y jefazo de la Policía Federal, Genaro García Luna. Quedaron en que iban a trabajar juntos, pero ahora vemos que más bien se balacean juntos.
* * *
La descomposición en la Policía Municipal se hizo evidente, aunque desde hace semanas había indicios de que las cosas no andaban bien cuando las evaluaciones hechas a los agentes resultaron bastante malas. Nuestros subagentes comentan que autoridades militares ya sospechaban de este asunto cuando ni le avisaron a la Dirección de Seguridad Pública que iban a montar operativos en varias colonias de la ciudad para revisar vehículos en busca de personas o actividades sospechosas. Uno de esos operativos estaba programado, precisamente, para el lunes de la balacera y resultó providencial para que al menos se notara alguna presencia, pues la ciudad se quedó sin policías municipales. José Ángel Pérez salió a explicar la situación hasta siete horas después, (seguramente porque se le fue la voz del susto) no sin antes mandar al nuevo secretario del Ayuntamiento, Enrique Arroyo, a una conferencia de prensa donde sólo empeoró las cosas, pues lo único que se le ocurrió decir fue que había que tener calma, pero no aportó un dato de información. Luego se nombró al reemplazo de Castellanos, Fernando Sáinz, y el Municipio quiso hacer énfasis en que ya había nueva cabeza en la Policía, lo cual no sirve de mucho si no hay cuerpo. De hecho, el flamante jefazo se tuvo que “guardar” porque los federales lo estrenaron deteniendo a seis mandos medios y temía que también fueran por él. Don José Ángel metió en el ajo al gober Humberto Moreira, con el argumento de que el Gobierno Estatal ha estado bastante flojo a la hora de combatir el crimen en lo que toca a Investigación e Inteligencia. El argumento es correcto, pero evade el problema central, pues lo ocurrido el lunes tiene que ver con el control de la Policía Municipal. La balacera nunca se hubiera dado si los policías no cometen la monumental tontería de plantarse frente a los federales. Cuentan que los altos mandos militares y de la Policía Federal están furiosos con la Administración municipal por la actuación de los policías, y ya perdieron toda confianza. Eso explicaría el aumento en la presencia de policías federales y estatales en Torreón, pero en la ciudad ya no sabemos ni quién nos protege ni quién podrá defendernos.
* * *
Las olas causadas por la balacera del lunes seguirán moviendo el barco de Torreón durante un buen rato, pero la consecuencia inmediata fue que la autoridad municipal se paralizó, justo cuando debía entrar en acción para el plan de contingencia ante la avenida del Río Nazas, que hoy llegó a la Comarca. Nuestros subagentes comentan que los encargados de Protección Civil y Obras Públicas no hallaban qué hacer para movilizar gente y maquinaria en la tarea de arreglar el cauce y empezar los desalojos. Durante el lunes era notable que en Gómez Palacio se habían puesto las pilas, pero en Torreón nada, al grado que el alcalde Ricardo Rebollo le tuvo que decir a su colega de Torreón que moviera a su gente (esto después de que don Ricardo haya comentado que en Gómez no había problema de seguridad porque tienen una Policía buenísima). Al final ya todos terminaron jalando parejo para preparar la llegada del agua, que al menos, traerá algo de distracción para los sufridos laguneros, al menos que no vaya a ocurrir que la corriente arrastre algunos difuntos de esos que dieron por tirar en el cauce seco del río.
* * *
Pasando a las grillas electorales, mañana arrancan las campañas para el Congreso del Estado, y el problema de la seguridad amenaza con convertirse en el tema principal. Así es como debiera ser, aunque está por verse si los candidatos le quieren entrar a decir qué harían si llegan a cobrar en la nómina legislativa para meterle mano al problema que está haciendo estragos en nuestro tejido social, con robos, asaltos y secuestros al por mayor. Hasta ahora ningún candidato parece dispuesto a decir qué medidas tomaría en cuanto a reformas legales o supervisión de los Ministerios Públicos, seguramente porque piensan que el Congreso no puede hacer nada y que este asunto les costará mucho trabajo, cosa a la que no están acostumbrados ni quieren estarlo.
* * *
Por cierto, en días pasados hubo una interesante reunión entre candidatos del PRI al Congreso con un selecto grupo de “dinos” tricolores que comprendía ex alcaldes y ex dirigentes municipales del PRI. Los candidatos manejaron el discurso de la “unidad” y casi convencen a su público hasta que uno de los presentes cuestionó por qué si había tanta unidad no estaban presentes el vicegobernador con licencia Eduardo Olmos y el ex subvicegobernador, Salvador Hernández Vélez, candidatos de los distritos 12 y 11, que andaban en otros eventos, aunque quién sabe cuáles porque todavía tenían que hacer campaña. La impresión de los “dinos” no mejoró cuando el presidente del PRI municipal, Demetrio Zúñiga, llegó tarde. Todo lo cual fue debidamente anotado por los enviados del jefazo del tricolor Rubén Moreira, para pasar el reporte a su mancuernota.