Las palabras exactas que se intercambiaron el alcalde José Ángel Pérez y el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, sobre el enfrentamiento entre policías federales y municipales no se conocen todavía, pero nuestros subagentes en la capirucha del esmog comentan que el encuentro fue tenso y difícil, aunque al menos pudo haber servido para que el joven Juan Camilo se convenza de que la situación de seguridad en La Laguna no es “manejable”, como él ha dicho. Pero el encuentro reflejó el descontento y enojo que hay en las altas esferas del Gobierno de Felipe Calderón con don José Ángel por la indisciplina de sus policías que fueron a picarle la cresta a los federales, lo que terminó en una balacera y la detención de 35 agentes. Ya se vio que la Secretaría de Seguridad Pública no se tardó nada para acusar a los policías de colusión con el crimen organizado, pero ahora los subagentes comentan que algunos en el Gobierno Federal ya le ven cierta ventaja al hecho de que este escándalo ocurrió en un municipio gobernado por el PAN. Así pueden argumentar que la lucha del Gobierno Federal contra el crimen no distingue colores políticos y que no tienen empacho para irse contra un correligionario cuando se trata de limpiar los cuerpos policiacos. Los subagentes también comentan que, por su parte, el Municipio anda buscando bufetes de abogados en la Ciudad de México, de preferencia los pesados, caros y con buenos vínculos con el Gobierno calderonista, para que defiendan la versión de que el desaguisado fue a raíz de que los policías andaban “calientes” con la detención de sus compañeros, pero que no iban a enfrentarse con los federales y, mucho menos, que estuvieran pagados por bandas criminales. Esto lo niega el Municipio, así que vaya uno a saber. Hasta ahora don José Ángel, cuya exaltación de los últimos días ha bajado considerablemente, ya admitió que el proceder de los policías fue “un error”, y ya existen indicios de que los policías cometieron una indisciplina mayúscula y estaban fuera de control, algo que, obviamente, al Alcalde le cuesta trabajo admitir si no logra demostrar lo contrario.
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Parece que después de ahogado el niño, en el “Gobierno de la Gente” se pusieron a tapar el pozo. Esto por que ayer el Procu Jesús Torres Charles presentó a dos presuntos secuestradores, responsables de al menos cinco plagios ocurridos en las últimas semanas. El anuncio de la captura de estos malandros viene después de que el alcalde José Ángel Pérez se dejó ir contra el Gobierno del Estado porque no le había metido mano a los secuestros. El comentario de don José Ángel, aunque pretendía el truco de desviar la atención de la bomba que le explotó en la Policía Municipal, era correcto. El Procu niega que haya relación, es decir, que no agarraron a los secuestradores nomás porque el alcalde los regañó, sino que era una investigación en curso desde hace semanas. Es posible, pero en cuestión de percepciones, es imposible no ligar las dos cosas y pensar que el Gobierno Estatal se puso las pilas a raíz del escándalo vivido en los últimos días en cuestión de seguridad. Por supuesto, este debe ser el primer paso para que la Procu responda con detenciones y consignaciones en el combate a la delincuencia común, pues de otra forma, esto sólo será una faramalla. Y es que a pesar de las declaraciones del gober Humberto Moreira y sus huestes sobre reforzar la seguridad en Torreón a raíz del paro de policías, por ahí se detectó que algunas fuerzas de seguridad estatales tenían cosas mejores que hacer esta semana. Fue el caso de una patrulla de la Policía Ministerial que fue enviada por la Procu de Coahuila al fraccionamiento Los Azulejos para vigilar un terreno que es parte de un litigio entre particulares, lo cual espantó a más de uno, como si en estos días no hubiera tenido mejor uso la mencionada patrulla como, por ejemplo, agarrar delincuentes.
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A veces parece que todo el escándalo de la Policía de Torreón es una competencia para ver quién tienen menos neuronas. Los primeros en demostrarlo fueron las decenas de agentes municipales que salieron del Municipio y fueron a plantarse al cuartel de la Policía Federal a las cuatro de la mañana. La reacción del alcalde José Ángel Pérez de optar por la arrogancia sobre la humildad y repartir culpas a otros antes de reconocer el problema que traía entre manos, también entró en la competencia. Pero luego surgió un nuevo puntero en la carrera: el pastor del rebaño del Congreso estatal, Horacio del Bosque, que salió a meter su cuchara sin ser invitado y dijo que iba a empezar un procedimiento para destituir a don José Ángel. Que el líder de la fracción priista del Congreso haya siquiera pensado en destituir a un alcalde panista en la víspera del inicio de un proceso electoral es revelador de la deficiente condición neuronal de don Lacho, quien hizo honor a su apodo “El Feroz” al estar pensando más con la tripa que con la cabeza. Pero la verdad es que nadie en todo este episodio ha mostrado mucha cabeza. Todo quedó en una bravuconada del diputado que está próximo a dejar el hueso, pero nuestros subagentes se preguntan si “Lacho el Feroz” fue mandado por el gober Moreira (¿lo cree usted capaz de cosa tan fea?) a decir semejante disparate, para hacer el “uno-dos”. Y es que el gober Moreira tuvo que echar mano de una paciencia franciscana para morderse la lengua y aguantarse las ganas de soltarse contra don José Ángel y revivir un pleito al que ya estamos bastante acostumbrados. De modo que el exabrupto de don Lacho le permitió a don Humberto mostrarse conciliador y buena onda con un comunicado diciendo que el Alcalde no debería dejar el puesto. Aunque los voceros del Gober niegan la confabulación, hay una frase muy sabia: “Piensa mal y acertarás”.
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Las campañas al Congreso local arrancaron el jueves y los dos principales partidos, PRI y PAN, optaron por vías distintas, aunque los dos, junto a la “chiquillada” ya empezaron a ensuciar el Estado con la propaganda que muestra sus lindas caras. El tricolor concentró a sus “gallos” en la peronera capital todos juntos donde los pudiera ver el jefazo Rubén Moreira, antes de soltarlos a la campaña. Ahí estuvo la dirigente nacional del tricolor, Beatriz Paredes, para “cilindrearlos” y luego doña Beatriz se dejó venir a La Laguna para continuar la faena con los candidatos que se la rifarán aquí. Por cierto, nuestros subagentes disfrazados de meseros comentan de una interesante reunión entre doña Beatriz y los candidatos tricolores con varios empresarios de la localidad. Los subagentes sospechan que el PRI sigue pasando la charola, para lo que se pueda ofrecer.
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Los del PAN hicieron sus arranques por ciudades, concentrando en Torreón a los cinco gallos. En la víspera del evento nuestros subagentes captaron en amena charla a las dos cartas del senador y primer compadre Guillermo Anaya: los candidatos Jorge Handam y Miguel Batarse estaban planeando sus estrategias en una franquicia cafetera donde una taza de café vale lo que cuesta una campaña. El problema para los panistas fue que no consiguieron que el Instituto Electoral les aprobara sus “spots” de propaganda a tiempo, por lo que se van a fletar las primeras dos semanas con una presencia limitada en radio y televisión. Pero ahora sí se pone buena la cosa, pues con inseguridad, la avenida del río y candidatos abriendo la boca por todos lados, los laguneros tenemos bastante para entretenernos.
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La avenida del río Nazas por primera vez en 17 años ofreció a los laguneros un respiro de tanta bronca y permitió a ciertas autoridades demostrar que las cosas a veces se pueden hacer bien. Es el caso de los técnicos de la Comisión Nacional del Agua que dieron información puntual sobre el estado de las presas y la contingencia que se avecinaba desde la semana pasada. También el de los funcionarios estatales de Protección Civil de Coahuila y Durango y los municipales de Torreón y Gómez Palacio, que le echaron los kilos para evitar desgracias. El problema fue que el lecho seco del río no se comportó como hubieran querido, debido a la imprudencia, corrupción y falta de autoridad que ha permitido que durante años diversos intereses particulares le hayan metido mano al lecho de la manera más grotesca. Los de Conagua le fallaron por unas diez horas al cálculo de la hora de llegada del agua a la zona conurbada, que llegó más tarde de lo anunciado porque ni siquiera Conagua sabía la extensión del daño que han hecho las cribas y los hoyos que se han formado en la zona de El Huarache y que frenaron el cauce para que el agua llenara los huecos y tumbara los bordos que se han hecho. Más adelante, a la altura del Parque Industrial de Gómez Palacio, el cauce se llevó miles de litros de residuos tóxicos descargados por las industrias locales porque la planta tratadora no ha podido funcionar bien, con la complacencia de las autoridades, y ahora quién sabe a dónde vaya a parar todo el veneno. Ojalá que cuando el cauce se seque de nuevo, los laguneros no vayamos a permitir que el lecho vuelva a ser contaminado y alterado y tampoco a permitir que nuestras autoridades se hagan de la vista gorda, en lo que son especialistas.