Con los resultados de la elección del domingo, el gober Humberto Moreira, que ya tenía amarrado el control político en el resto del Estado, dio el primer paso para volver a pintar a Torreón de tricolor, después de años en que el ex partidazo vivió en el desierto de las derrotas. Con el 20-0, Coahuila entró en un túnel del tiempo y regresó a las épocas del “carro completo” y dejaron a la segunda fuerza política del Estado con la preferencia de menos de uno de cada cinco votantes. En el caso de Torreón, la Administración municipal panista de José Ángel Pérez era el único obstáculo para detener el avance priista, pero ese escollo ya se encuentra debilitado. Las proverbiales broncas entre don José Ángel y el senador y primer compadre, Guillermo Anaya ya dieron sus primeros frutos, pero es claro que también hubo un voto de castigo contra el blanquiazul por el desempeño en temas que van desde la seguridad hasta el deterioro de obras y servicios públicos. El PAN perdió hasta los distritos en zonas de clase media y media-alta, donde antes afianzaba sus triunfos y donde ahora quedó claro que los ciudadanos, aunque no votaron por el PRI, simplemente se quedaron a ver el futbol sin salir a votar por el PAN. Por ejemplo en el distrito 9, bastión panista que se ganaba de calle desde hace 15 años, el PRI sacó cuatro mil votos más que en el 2005, pero el PAN tuvo 16 mil votos menos. ¿Dónde quedaron esos 12 mil votantes de diferencia? Esa es una de las muchas preguntas que tendrá que contestar el PAN, no sólo en el distrito 9, sino en toda la ciudad. En el resto de Coahuila el panorama es más desalentador, llegando al extremo de que en un distrito de la peronera capital el PRI ganó por seis a uno.
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El rechazo del alcalde José Ángel Pérez, a la noción de un “voto de castigo” indica hasta qué punto no ha querido tomar responsabilidad de la derrota, sobre todo cuando intentó emular el esfuerzo del “Gobierno de la Gente” para identificar la obra de gobierno con su partido. El problema es que al gober Moreira sí le funcionó. Por supuesto que no ayudó nada que durante el proceso electoral se desatara la peor crisis policiaca en la historia de Torreón, lo que destapó dudas sobre la competencia de su Administración. También parece haber jugado en contra la ineficiencia en servicios públicos, sobre todo en el transporte, así como el deterioro de la infraestructura de la ciudad. Don José Ángel prefirió asignar las causas de la derrota a fallas en la estructura del partido, aunque desde hace un año que su grupo político, encabezado por Manuel Villegas, controla el comité municipal. El problema es que culpar al partido no ayudará al alcalde a volverlo más popular entre los militantes. El diputado Carlos Bracho y el primer compadre Guillermo Anaya fueron más centrados al pedir un análisis de la derrota y una evaluación de la labor del PAN en el gobierno, mientras que el diputado Jesús de León se le fue duro al alcalde y parece que es el más molesto. O sea que hasta para identificar las causas de la derrota hay división en el panismo. Pero si algún panista sale beneficiado del desastre, ése es don Memo, quien ve desactivado el liderazgo del alcalde, aunque será una labor titánica reconstruir el PAN con miras a sus propias aspiraciones en 2011. Lo que tampoco va a contribuir a la popularidad de ninguno de los “próceres” panistas entre las bases es que nadie se paró en la sede del partido a darle “calorcito” a los militantes que se aventaron la talacha de recoger resultados y que estaban bastante tristes. Nuestros subagentes blanquiazules comentan que nada más cerraron las casillas, los panistas que roen ahora algún hueso o que aspiraban a agarrar uno en el Congreso y se esfumaron. Ni don Memo ni don José Ángel ni ninguno de los diputados o candidatos se hizo presente, lo cual llevó a varios a preguntarse si no habían saltado del barco y a otros a confirmar sus sospechas de que a esos “próceres” el partido les tiene si cuidado.
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Claro que en la casa de enfrente, la del PRI, el panorama era otro, de una euforia por el triunfo que hace años que no se vivía, según reportaron los subagentes disfrazados de matracas. El júbilo era tal que se aparecieron hasta los priistas de Durango, pues ahí andaba el alcalde de Gómez Palacio, Ricardo Rebollo, el jefazo estatal del tricolor, Ricardo López Pescador, el alcalde de Durango, Jorge Herrera Caldera, y el diputado Jorge Herrera Delgado. Quién sabe qué andaban haciendo, pero lo más probable es que querían aprender cómo se gana un carro completo para cuando se les ofrezca. Don Ricardo quizá tenía una razón adicional para estar ahí, que era ver con cuál de los presentes en la fiesta se iría a entender dentro de un año, pues el tricolor ya ve el campo abierto para recuperar la alcaldía. Los nombres que se barajan son los de Eduardo Olmos, quien tuvo el mayor número de votos en todo el Estado; Jaime Russek, quien arrebató al PAN el distrito 9 en una faena que se antojaba imposible; y Antonio Juan Marcos, quien deja su curul en el Congreso del Estado en enero y está apuntado para ocuparse de la vicegubernatura de Desarrollo Regional. Por lo pronto, el jefazo Rubén Moreira ya empezó a armar la plataforma con la que el PRI buscará recuperar la Presidencia Municipal de Torreón y que gira en torno a cuatro ejes que ven como cruciales para tal objetivo: seguridad, infraestructura, agua y limpieza. La tirada es llegar a las elecciones con una plataforma definida para cualquiera que sea el candidato.
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La otra especulación que se desató con fuerza es la del futuro del jefazo del PRI, Rubén Moreira. Más de uno ya lo ve enfilado a la candidatura para suceder a su hermano y nuestros subagentes especulan sobre el hueso de elección popular que deberá tener don Rubén para cumplir con los estatutos del tricolor. Algunos lo ven de diputado federal, otros de alcalde de la peronera capital (contrario a lo que se esperaba cuando dijo que iba a cambiar su residencia a Torreón, don Rubén votó en Saltillo). El hermano cómodo ha logrado una disciplina férrea en el partido y una identificación absoluta de los operadores con su proyecto político. El problema para don Rubén es que su liderazgo se vaya construyendo con base en el miedo que le tienen los militantes, lo cual ya se empieza a ver y lo cual no lleva a nada bueno (ver Sifuentes, Raúl).
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El paso que sigue es definir las diputaciones plurinonimales. Se espera que el PAN meta hasta ocho, entre ellos los laguneros Miguel Batarse y Manuel Villegas, que al menos consolarán la derrota con la entrada a la nómina legislativa. Pero la jugada maestra es la que se quiere aventar el PRI, donde a pesar de ganar los 20 distritos y de que la ley prohíbe tener más de 20 diputados, quieren meter una plurinominal. La palabra clave es “técnicamente”, pues “técnicamente” el PRI sólo ganó 18 distritos ya que en dos (el 5 de la peronera capital y el 19 de Acuña) iba en alianza con la Unión Democrática Coahuilense, aunque con candidatos salidos de las filas priistas. Nuestros subagentes comentan que el jefazo Rubén Moreira contempla una “pluri” para el tricolor ya que “técnicamente” el partido sólo tendría 18 diputados de mayoría. Con esta fórmula y ya con todos en el mismo saco, el PRI tendría 21 de 31 curules, lo que les da la mayoría calificada para hacer cualquier cambio legal o constitucional. O sea que con algo de creatividad jurídica, el tricolor le encontró un agujero a la ley electoral por donde puede caber un diputado.