Parece que el alcalde José Ángel Pérez ya tiró la toalla en el plan para tener “la mejor Policía del Norte del país” y, finalmente, admitió que la Policía local no puede con el deterioro en la situación de inseguridad. El alcalde reconoció que la Policía está rebasada y no está capacitada para los retos que enfrenta. Aunque el reto de funcionar en medio de un enfrentamiento de grupos criminales es demasiado pesado para cualquier corporación municipal, como que ya se dieron cuenta que no checa el andar presumiendo que la Policía iba a ser una chulada cuando se admite que no estaba capacitada. Para empeorar el asunto, la Policía Federal abandonó la plaza, el Ejército se aparece cuando quiere, y apenas ayer tuvimos el gusto de conocer al nuevo jefazo de la Policía, Karlo Castillo. Por si fuera poco, nuestros subagentes comentan que la Policía Municipal tiene un déficit grave de armamento y equipo que no ha sido remediado por la Secretaría de Seguridad Pública estatal, por más que su titular, Fausto Destenave, diga que ya van a arreglar los diferendos con el Municipio. Escasos de armas y de patrullas, los policías de Torreón son enviados, literalmente a la guerra sin fusil, pero eso sí, a partir de enero con un helicóptero nuevecito que quién sabe para qué servirá.
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Los ecos de las elecciones al Congreso local siguen resonando en Torreón, donde los panistas aún no digieren (ni con carbonato de sodio) la derrota que les propinó el PRI y cada uno de los responsables, sea el alcalde José Ángel Pérez, el senador y primer compadre Guillermo Anaya, o los dirigentes y ex candidatos siguen enfrascados en señalar culpas ajenas y negar las responsabilidades propias. El jueves hubo una encerrona en la sede del PAN donde los representantes de cada bando se dieron con la cubeta, pero no estuvieron ni don Memo ni don José Ángel quien fue el centro del grueso de los comentarios. Hoy se llevará a cabo un cónclave de panistas en el Consejo Estatal, donde seguramente volarán los señalamientos, aunque en los últimos días el blanquiazul recibió una inyección de energía con la reaparición del gober Humberto Moreira en el callejón de los trancazos. De la nada, el Gober desenterró una polémica con el senador Ernesto Saro que data de hace un año, cuando el legislador acusó a don Humberto de tener a la familia metida en la nómina magisterial sin trabajar. El Gober se acordó el otro día y llamó a don Ernesto “ojos de ahorcado”, lo cual trae a los panistas trepándose por las paredes. Uno sabe que las cosas han vuelto a la normalidad cuando el Gober y el PAN están agarrados de la greña. Y para el blanquiazul, que necesita villanos para justificar la derrota, las declaraciones del Gober les vienen de maravilla.
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En Torreón, donde la derrota se sintió más feo, el regidor consentido del alcalde, Manuel Villegas, ya se reintegró a la presidencia del comité municipal del PAN y espera obtener el jugoso hueso de la diputación plurinominal. Los subagentes cuentan que don Manuel regresa de lo más quitado de la pena, pues hasta se dio el lujo de no asistir a la sesión del jueves en el comité, y mejor para él, pues no hubiera salido vivo. Don Manuel no ha admitido que es uno de los principales responsables de la derrota, pues supuestamente iba a ser el artífice de la operación política de José Ángel Pérez, operación que acaparó para su distrito, el 11, pero sólo logró que la paliza no fuera tan severa como para negarle un resultado que le permita llegar al Congreso (y al presupuesto) de “pluri”, para no tener que vivir en el error.
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Del lado del tricolor, los 20 diputados electos estarán hoy desayunando con el gober Humberto Moreira en la peronera capital para recibir una palmadita en la espalda así como las instrucciones sobre la agenda del próximo Congreso. La “grilla” ahora está enfocada a quién será el próximo pastor del rebaño tricolor y jefazo del Poder Legislativo. El actual, Horacio del Bosque, se va con más pena que gloria, cuestionado por el PAN por cerrar espacios al debate y considerado como una pieza más del gober Humberto Moreira. “Lacho el Feroz” también se distinguió como golpeador en las ocasiones en que don Humberto quería mantener distancia de algunos asuntos polémicos. Obviamente, el nuevo pastor tendrá que estar alineado con el proyecto del Gober y está por verse si éste prefiere un golpeador o un conciliador, aunque seguramente no volveremos a ver los exabruptos de don Lacho pues los “gallos” que se mencionan tienen perfil más tranquilo. En la recta final están el ex alcalde de Piedras Negras, Jesús Mario Flores y el ex alcalde de Torreón, Salomón Juan Marcos. Pero para meterle más sabor al asunto, también se han filtrado los nombres del ex alcalde de la peronera capital, Fernando de las Fuentes, y del ex subvicegobernador Salvador Hernández Vélez. En el caso de “El Diablito” de las Fuentes, nuestros subagentes comentan que el flamante curuleco anda diciendo en privado que había un pacto con el clan Moreira para dejar la alcaldía e irse al Congreso sólo si le daban las riendas del negocio. En el caso de don Salvador, se le prefiere más como un operador tras bambalinas y de bajo perfil. Del lado del PAN, la jefatura de la fracción cuelga entre los dos candidatos plurinominales que encabezan la lista, a saber la ex dirigente estatal, Esther Quintana, quien es del grupo de Juan Antonio García Villa, y el ex secretario general del partido, Mario Dávila, de la escuadra del senador y primer compadre Guillermo Anaya. A ver cómo se arreglan.
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Cuando el diferendo entre constructores y el “Gobierno de la Gente” amenazaba con convertirse en un dolor de cabeza para la ciudad, ante la posibilidad de que se suspendieran las obras contratadas por falta de pago, se apareció en Torreón el secretario de Finanzas del Estado, Javier Villarreal. La versión oficial es que don Javier vino a “negociar” y a encontrar “un acuerdo” para que los pagos fluyeran conforme se supervisaban los avances de la obra. Pero nuestros subagentes escondidos entre varillas y bultos de cemento comentan que el funcionario en realidad vino a leerles la cartilla a los contratistas para que dejaran de quejarse. Al parecer, don Javier aprendió la escuela de su antecesor, Jorge Torres, quien era muy dado a amenazar a los constructores con que si daban mucha lata exigiendo pagos, de plano no les pagaba. Total que el asunto pareció arreglarse, aunque no nada más por las buenas. Claro que los constructores tampoco son “peritas en dulce” y a veces quieren que se les pague “por adela”, lo cual no es muy bien visto en la peronera capital. Pero lo que trae algo confundidos a nuestros subagentes es el anuncio hecho por el gober Humberto Moreira quien, como se sabe, es el verdadero alcalde de Saltillo. Resulta que el Gober se aventó una conferencia el otro día para anunciar un proyecto de modernización del bulevar Carranza en la capital, que incluye media docena de pasos deprimidos y meter cableado subterráneo a un costo de ¡setecientos millones! de pesillos, es decir, el doble de lo que se ha invertido en obra pública en Torreón en los últimos dos años. La pregunta, claro, es por qué en Torreón no hay lana para mantener la obra fluida mientras en Saltillo anuncian obras por esa cantidad de dinero. Ahí se las dejamos.
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En Durango, nuestros subagentes reportan que el alcalde de aquella ciudad, Jorge Herrera, anda medio celoso con su colega de Gómez Palacio, Ricardo Rebollo, por haber conseguido la construcción del próximo centro Teletón en estos rumbos. Como se sabe, ambos alcaldes son los punteros para suceder al gober Ismael Hernández Deras, quien se portó buena onda con el apoyo para traer el Teletón a Gómez. Los subagentes cuentan que don Jorge quiso hacer alianza con su tocayo, Jorge Herrera Delgado, quien cobra de presidente del Congreso estatal, para que moviera a los curulecos locales a votar por que el Centro Teletón se instalara en Durango. Sin embargo, el diputado Herrera le hizo el feo al alcalde Herrera porque, se dice, él también suspira por la gubernatura y no le iba a entregar un regalo de ese tamaño al edil. Además, como el gober Hernández Deras dijo que el Teletón se fuera a Gómez, pues se fue a Gómez, así de fácil. El problema ahora para don Ismael y don Ricardo tiene signo de pesos, pues Estado y Municipio van a tener que desembolsar 16 millones de pesillos cada uno para operar el centro, algo que se ve complicado con los apretones presupuestales que se avecinan.
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