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Victoria de Obama

Jaque mate

Sergio Sarmiento

“El triunfo es el mayor orador del mundo”.

Napoleón Bonaparte

No hay muchas dudas acerca de quién ganará la elección presidencial de hoy en los Estados Unidos. El demócrata Barack Obama tiene una cómoda ventaja en todas las encuestas. Aun si consideramos las peculiaridades del sistema electoral estadounidense, cuyo Colegio Electoral llevó en 2000 al triunfo de George W. Bush a pesar de que Al Gore obtuvo un mayor número de sufragios, es difícil imaginar un escenario en que Obama pudiera perder la elección. Millones de estadounidenses tendrían que abstenerse de acudir a las urnas en un gesto de exceso de confianza para que el republicano John McCain se alzara con el triunfo.

La campaña comenzó centrada en el tema de la guerra de Irak, pero hoy se ha volcado de manera obsesiva a la economía. Nunca el partido en el poder ha mantenido la Casa Blanca en un año de recesión. Con el desplome de los mercados y la contracción de la economía estadounidense sería muy difícil que esta ocasión fuera una excepción.

El patriotismo y la religiosidad de Bush le ganaron una cómoda reelección en 2004 -frente a un aristocrático John Kerry- en un país en que el nacionalismo y la religión son elementos de confianza entre la población. Pero el desastre económico ha sido de tal magnitud que ha hecho que se desplome el respaldo político de Bush, quien actualmente tiene una desaprobación de 71 por ciento, el índice más negativo en décadas para cualquier presidente estadounidense. Aun cuando McCain no ha sido particularmente cercano a Bush, la influencia negativa del presidente ha sido notable. Es muy significativo que por primera vez desde que yo tengo memoria el presidente no se ha presentado a ningún acto de campaña de algún candidato del Partido Republicano.

Después de una amarga lucha contra la maquinaria política de la familia Clinton para obtener la candidatura del Partido Democrático, Obama ha empezado en las últimas semanas a aprovechar el legado de Bill Clinton, cuyo Gobierno eficiente y bien administrado contrasta con el desastre de la era Bush. Los años de Clinton fueron de crecimiento económico y concluyeron con un superávit fiscal que disminuía la deuda pública, algo que muchos conservadores, que tradicionalmente votan por los republicanos, entienden muy bien. En cambio los años de Bush han sido de un gasto público desordenado y deficitario que ha llevado al actual desastre financiero.

La elección de este martes 4 de noviembre se está llevando a cabo después del peor mes en los mercados financieros desde agosto de 1998. Los estadounidenses han revisado sus estados de cuenta de inversiones y se han percatado de lo mucho que han perdido. La tinta roja no se limita a quienes invierten en bolsa. También quienes tienen fondos de inversión y de pensiones están encontrando pérdidas en sus estados de cuenta. Y la experiencia nos dice que no hay votante más inconforme que el que ha perdido dinero por las acciones irresponsables de un Gobierno.

¿Significará la elección de Obama a la Casa Blanca un cambio en la actual crisis financiera? Por extraño que parezca, en un país en que las instituciones y los intereses hacen difícil que un presidente pueda cambiar radicalmente el rumbo del país, hoy esto sí podría ocurrir. Hay indicios de que los mercados ya han tocado fondo. Independientemente de que la recesión en Estados Unidos apenas está empezando, el colapso de los precios de las acciones y de otros valores ha sido tan brutal que ha descontado ya los posibles efectos de una recesión. Un nuevo presidente, especialmente después de la desastrosa Presidencia de George W. Bush, generaría confianza en un país en el que se empieza a comprender que el problema financiero actual es producto de las malas políticas del Gobierno y de la Reserva Federal.

Algunos grupos manifiestan preocupación acerca de las estrategias que pudiera impulsar Obama como presidente. Inquietan, sin duda, sus declaraciones iniciales de que buscaría renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Pero, conforme avanza el tiempo, es cada vez más evidente que estas declaraciones fueron hechas para obtener el apoyo de los sindicatos en la campaña interna por la nominación del Partido Democrático y no llevarán necesariamente a un cambio de política comercial. Clinton también se opuso al TLCAN en su precampaña de 1992, pero terminó firmando el acuerdo.

Hay quien piensa que los estadounidenses se negarán, al final, a votar por un negro (o más bien mulato). Pero si bien algunos votantes se abstendrán de votar por Obama sólo por el color de su piel, se trata de personas que de cualquier manera habrían sufragado por el candidato republicano. En contraste, Obama obtendrá una virtual unanimidad de los votantes negros.

El triunfo de Obama está casi asegurado. Lo importante ahora no es adivinar el resultado sino medir cuáles serán las consecuencias de la victoria.

SIN CENSURA

Ha sido un gozo democrático ver la vibrante campaña electoral en Estados Unidos. Todos los candidatos y grupos de la sociedad han expresado sin censura sus puntos de vista. En contraste, aquí en México los partidos se han otorgado a sí mismos el monopolio de la expresión política y han prohibido los cuestionamientos a candidatos y partidos en tiempos contratados en los medios.

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