Con la frente perlada de sudor y el rostro expresando dolor, aquella joven madre llevaba horas sometida a un difícil trabajo de parto, un joven médico quien hacía su servicio social en aquella alejada población incrustada en la Sierra Madre Occidental y a más de un día de camino de cualquier centro hospitalario, atendía en compañía de una partera a la joven. Con alarma y preocupación advirtió que por la vagina de la mujer salía un líquido oscuro y verdoso señal de que el bebé presentaba sufrimiento fetal; al auscultar el latido cardiaco éste había disminuido significativamente confirmando sus peores temores. La madre le suplicaba al médico que salvara a su hijo pues por alguna razón el parto se había complicado.
Aunque con poca experiencia y haciendo uso de todo su conocimiento asistido por la partera y con ayuda de unos fórceps, logró por fin extraer el bebé que aunque tardó un poco, por fin pudo soltar su primer llanto. Su madre con lágrimas en los ojos y emocionada esbozó una sonrisa. La abuela del niño lo tomó entre sus brazos y dirigiéndose a su hija le dijo: ¡gracias hija por este regalo!
El mayor regalo que cualquier mujer puede tener en esta vida es el nacimiento de un hijo, la mujer fue escogida por Dios para ser ella la que pueda procrear y dar vida a un nuevo ser. Benditas sean nuestras madres y abuelas ya que sin ellas no existiríamos en este mundo, sólo ellas tienen la fuerza y el valor necesario para alumbrar, del cual carecemos los hombres, sólo ellas soportan las noches de desvelo por el hijo enfermo. Cuando somos bebés, ellas son las que te cambian tu pañal, te lavan tu cuerpo, te alimentan y lo hacen con tanto amor que aunque estén muertas de cansancio, parece ser que éste no pasa por ellas. Están al pendiente de cualquier gesto o sonrisa tuya, de tu primer diente, de tu primera palabra, de tus primeros pasos. Y cuando empiezas a crecer anda detrás de ti cuidándote como si no tuviera más qué hacer; pero cumple cabalmente con toda su faena de la casa e inclusive con su trabajo para ingresar más recursos al hogar con el objetivo de que no te falte nada. Es la primera en llevarte a tu escuela y se regresa con lágrimas en los ojos que tú no alcanzaste a ver, porque no lloró delante de ti al dejarte por primera vez en compañía de otros niños. Es vigilante de tu buena alimentación, de que andes limpio (aunque es una misión imposible), de que te corten el cabello, de que hagas tus tareas de que te bañes y se enorgullece cuando sacas buenas calificaciones. Aunque tu padre te castigue, y ella lo apruebe, no te deja ni una noche sin cenar. Cuando ya eres un adolescente y a pesar de tu rebeldía, no duerme hasta que tú has llegado a casa aunque sea muy tarde. Siempre hace oración por ti aunque tú ni siquiera te acuerdes de Dios. Si eres feliz ella es feliz contigo, si estás triste ella sufre contigo aunque no pueda darte el amor que tú querías para ti y que te dijo que no. Cuando te vas de la casa, a un viaje o ya abandonas el nido para siempre sufre un enorme dolor pero comparte contigo la alegría de tu partida. Y si algún día llegas derrotado o preocupado por algún problema está presta para aconsejarte pero lo más importante para darte ánimos de que sigas luchando y camines siempre adelante, en fin ella da todo por ti, inclusive su vida y por todo esto ella jamás te pide nada, pues lo da todo por amor sin esperar nada a cambio.
¡Felicidades a mi hija! Gabriela Rodríguez de Alvarado y a su esposo Miguel Ángel por habernos dado en esta semana el gran regalo de nuestro primer nieto ¡gracias hija!
Amables lectores estén pendientes de la conferencia del Dr. César Lozano con el tema Cómo Tratar con Gente Difícil (corregida y aumentada), que se llevará a cabo el día 21 de febrero en el Teatro Nazas a beneficio de CHILD A.C. Los boletos pronto estarán a la venta.
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