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VIDA Y SERVICIO / “ERES UN BURRO”

DR. GUILLERMO RODRÍGUEZ RIZADO

Hace ya algunos años, mientras me dirigía a mi consultorio por el pasillo de un hospital, escuché que alguien me hablaba por mi nombre, al volverme me encontré con la agradable sorpresa de que se trataba de un buen amigo, ex compañero de la primaria a quien tenía mucho tiempo que no veía. Después de saludarlo afectuosamente, se me quedó viendo pues le llamó la atención la bata de médico que yo portaba, ¿eres médico?... me preguntó, a lo que yo le contesté que sí. ¡Qué bueno! Me lo dijo esbozando una amplia sonrisa, al mismo tiempo noté que sus ojos se llenaban de lágrimas. ¿Qué pasa? Le pregunté, “me da mucho gusto por ti” me dijo verás... -Yo no pude seguir estudiando, pues me puse a trabajar y luego me casé pero mi matrimonio no funcionó, además, pues pienso que yo no servía para el estudio-. Por mi mente vino el recuerdo de la niñez, cuando ambos cursábamos el segundo año de primaria. Creo que las personas que han dejado huella en tu vida son gente que han hecho algo que recuerdas ya sea agradable o desagradable. En especial recordé a mi maestra a quien le tocó impartirnos clases durante ese año. Mi amigo es un hombre inteligente, a mí me consta el ingenio que tenía en esos primeros años de vida, pero al igual que el que esto escribe, éramos unos niños muy inquietos (lo cual considero que es normal en la mayoría de los niños), pero en esos tiempos no existía la pedagogía que existe en la actualidad. Y nuestra maestra era experta en decirnos que éramos burros, cuando nuestro comportamiento era el de un niño travieso. Recuerdo que mi amigo era tan inteligente que el más aplicadito de la clase le copiaba a él sus exámenes y él sacaba diez y nosotros cinco no porque no supiéramos sino porque a juicio de esa “maestra” éramos burros por el solo hecho de ser inquietos. El calificativo de burro significaba “tonto” y pienso que esto afectó seriamente la autoestima de mi amigo, pues aunque a mí también esta maestra me trataba de la misma forma, yo jamás le creí, ni le hice caso a lo que ella nos decía.

El humillar, minimizar, sobajar, despreciar o lastimar a un niño en sus sentimientos es una conducta inapropiada, ya que los niños en sus primeros meses de vida se dan perfectamente cuenta si son aceptados o no. Cuando corregimos a un niño porque hizo algo que no está bien, definitivamente debemos de disciplinarlo, pero es muy importante no utilizar expresiones como eres un inútil, no sirves para nada, ya me tienes harto (a), eres tonto, estúpido, etc., etc. Pues con esto, (de acuerdo a expertos en P.N.L. programación neurolingüística y psicólogos), lo único que conseguimos es crearles una idea de que esto es verdadero, y el niño crecerá con una idea distorsionada de su persona sintiéndose incapaz de realizar cualquier actividad en la vida, sea ésta de índole profesional, cultural, deportiva o hasta de llevar una vida familiar plena tanto dentro del matrimonio o en casa de sus padres. Ignoro si esta maestra siguió haciendo tanto daño, como lo hizo con mi amigo a quien le frustró toda su vida pues a pesar de ser inteligente como ya lo mencioné antes, no fue capaz de salir adelante ni en sus estudios ni en su vida personal.

Es importante motivar a nuestros hijos a ser los mejores, con palabras estimulantes, como “eres el mejor”, “tú puedes”, “adelante”, pues esto eleva su autoestima, pero tampoco les exijamos a que sean los número uno en todo, ya que en estos tiempos la competencia es férrea en varios aspectos de la vida, tanto en lo educativo, profesional y laboral y si no logran ser el número uno por ejemplo en su clase, o en cualquier actividad que ellos desarrollen esto puede ser frustrante y he visto con tristeza cómo jovencitas o jóvenes que por no sacar el primer lugar en su clase llegaron a suicidarse, pues no soportaron la frustración.

Cada uno de nuestros hijos es único y tienen diferentes cualidades así como debilidades por lo que debemos aceptarlos tal como son pero sin dejar de motivarlos como ya lo mencioné antes, para que en su futuro tengan una vida plena de realizaciones y éxitos. Y lo que es más importante, nunca dejar de decirles ¡te quiero, o te amo! ¡Hasta luego!

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