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VIDA Y SERVICIO / “PILO”

DR. GUILLERMO RODRÍGUEZ RIZADO

(Cuarta parte)

Faltaban pocos días para que Pilo terminara la secundaria, Gloria se encontraba trabajando en la casa de la ciudad y al llevar una charola con vasos de vidrio encima de la misma, de repente, sintió un fuerte dolor en el vientre que la hizo soltar la misma cayendo estrepitosamente los vasos al suelo, tocándose su vientre con ambas manos, se sentó en un sofá que estaba próximo. El dolor cedió y procedió a levantar los vidrios de los vasos que se habían esparcido por el suelo, y sintió cómo un hilillo de sangre descendía por entre sus piernas. Gloria preocupada por el acontecimiento decidió ir a visitar a un médico, pues aunado al incidente, tenía tiempo que había estado perdiendo peso. Al sábado siguiente acudió con un médico de la ciudad, quien al tratar de realizarle el examen ginecológico notó dificultad para introducir un especulo, pues la vagina de Gloria se encontraba ocupada por un tumor. El facultativo procedió a tomar una muestra y citó de nuevo a Gloria al sábado siguiente. El diagnóstico fue definitivo Gloria padecía de un cáncer invasor.

Por fin llegó el día de la graduación de la secundaria de Pilo, el pueblo prácticamente se encontraba de fiesta, a pesar de todo Gloria se encontraba contenta, y sintió un gran orgullo al ver que su hijo recibía el primer lugar de la generación de estudiantes recién graduados. El profe Marcelo durante la fiesta de graduación se acercó a Pilo diciéndole: “felicidades muchacho, de ahora en adelante tienes que poner mucho empeño y continuar tus estudios en la ciudad” posteriormente sacó de entre sus ropas un estuche que contenía un reloj de pulsera el cual le entregó a Pilo, quien emocionado se lo colocó en la muñeca del antebrazo izquierdo. En seguida se acercó la esposa del profe Marcelo y le entregó un paquete envuelto para regalo y al abrirlo emocionado Pilo vio que se trataba de dos tomos con la obra de “El Quijote de la Mancha”, Gloria con lágrimas en los ojos por la emoción veía la expresión de felicidad en la cara de Pilo.

Pasadas unas horas del asalto al cuartel militar y después de enterrar a los muertos, el líder de aquel grupo de guerrilleros ordenó a sus hombres que desamarraran a los prisioneros, en el patio del cuartel se dirigió a los militares y después de un elocuente discurso, donde les hablaba de liberar al país de la tiranía a que se hallaba sometido, los invito a unirse a sus tropas. 16 de los veinte prisioneros convencidos por las palabras de aquel hombre de mirada dura decidieron pasarse a las filas de los guerrilleros. Un teniente que se encontraba entre los cuatro prisioneros que se resistían a cambiarse de bando, se dirigió al líder de los guerrilleros y le espetó en la cara –“yo no me uno a traidores”-, sin perder la dureza de su mirada el líder de los guerrilleros le contestó; “traidor es aquél que se ha servido del pueblo para enriquecerse”- “admiro su valor, me hubiera gustado que sirviera en mi grupo”, acto seguido ordenó a sus hombres fusilar a aquellos soldados. Antes del amanecer se escucharon los disparos que acababan con la vida del teniente y los otros tres soldados. El líder de los guerrilleros al frente de la columna de combatientes, abandonaba las ruinas de aquel cuartel.

Había pasado un mes de la graduación de Pilo, y Gloria se sentía cada vez con más debilidad, le costaba mucho trabajo levantarse para acudir a la ciudad a trabajar, al grado de que un día quedó postrada en cama, con la ayuda de la esposa del profe Marcelo, fue llevada al hospital de la ciudad. Al ser revisada por los médicos del hospital se dieron cuenta de que ya nada podían hacer, por lo que prescribiéndole medicamentos para el dolor la regresaron a su pueblo. Pasaron 15 días cuando Gloria falleció. De nueva cuenta el profe Marcelo se hizo cargo de la situación y pidiendo un préstamo al sindicato de maestros, así como cooperación de otros compañeros de trabajo logró pagar un funeral sencillo pero decoroso para Gloria. Mientras se efectuaba el sepelio, Mariana estaba convertida en un mar de lágrimas, con asombro el profe Marcelo notó que Pilo no había derramado ni una sola, su mirada parecía estar perdida y no dejaba de ver el ataúd de Gloria mientras éste bajaba hacia la fosa. Cuando salieron del panteón el profe no pudo convencer a Pilo que se quedara en la casa de él, Mariana por su parte aceptó irse a vivir a la casa de la dueña de la dulcería quien le tenía afecto y la veía como una hija. Pilo permaneció dos días en la casa paterna completamente solo, y aunque el profe Marcelo insistía en que lo acompañara a su casa Pilo no aceptaba. El profe le llevó alimentos pero Pilo apenas los probaba. A la mañana del tercer día después del funeral, el profe llegó a la casa de Pilo, sorprendiéndole que la puerta de la misma se hallaba entreabierta, al llamar a Pilo y no obtener respuesta, entró a la casa y vio con asombro... (continuará).

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