(Novena parte)
Un sábado por la tarde mientras paseaban por el antiguo camino hacia la estación, un pesado camión militar del llamado “Ejército Popular” frenó bruscamente ante la feliz pareja y de él descendió un sargento de aspecto torvo que le marcó el alto a ambos jóvenes. ¿Qué andan haciendo por aquí?... Pilo sin inmutarse contestó –estamos paseando señor. El sargento se acercó a Pilo y acercando su rostro a la cara del muchacho le preguntó ¿Cómo te llamas? –Pedro ¿a qué te dedicas?... Soy mecánico. ¡Para mí que eres un (%&) guerrillero! Diciendo esto propinó un fuerte golpe con el puño en el abdomen del muchacho. En ese preciso momento descendieron del camión cinco soldados más, sólo el chofer permaneció arriba del mismo. Uno de los soldados agarró a Pilo aplicando una llave china con fuerte presión en la nuca. Mientras el sargento golpeaba con más fuerza el rostro y el abdomen de Pilo. Sandra asustada se acercó al sargento y le suplicaba ¡déjenlo por favor!... El militar volteó hacia ella y le dijo ¡también para ti tengo preciosa! Y ordenó a los otros cuatro soldados que la sujetaran de los brazos y de las piernas, tumbándola en el suelo, al tiempo que le levantaba la falda con la firme intención de violarla. Como Sandra no dejaba de gritar le propinó un fuerte puñetazo en el rostro haciéndola perder el conocimiento, al mismo tiempo que le apretaba fuertemente el cuello con una mano. El maldito arrancó con la otra mano la ropa interior de la muchacha, Pilo era fuerte y al ver aquello logró derribar al soldado que lo sujetaba y con un fuerte puñetazo lo puso fuera de combate, en seguida se dirigió hacia donde estaba agachado el sargento y con un fuerte puntapié en la cara de aquel desgraciado lo arrojó lejos de la muchacha, en seguida logró derribar a base de puñetazos y puntapiés a dos soldados más, un fuerte puntapié propinado en la espalda de Pilo lo hizo caer al suelo, al intentar levantarse vio que el sargento estaba parado delante de él, al incorporarse pretendió abalanzarse encima de aquel sujeto, pero el fogonazo de un arma sobre su cara fue lo último que vio.
Al despertar Pilo sentía un fuerte dolor en la parte izquierda de su rostro por lo que se llevó la mano al mismo palpando los bordes de una herida que le recorría desde el pómulo hacia la sien y podía tocar fragmentos de hueso del mismo pómulo el cual sangraba profusamente. En seguida recordó a Sandra y se incorporó lo más rápido que pudo, y con angustia vio el cuerpo inerte de la muchacha tendido en el césped, cerca de un árbol. Tenía la falda manchada de sangre, su cara presentaba un aspecto amoratado, con claras señales de haber sido estrangulada. Sus labios presentaban huellas de mordeduras al igual que su cuello y senos los cuales se encontraban descubiertos. Hincándose levantó el mancillado cuerpo de la chica apoyando la cabeza de ella sobre una de sus rodillas lanzando un grito desgarrador y dejando caer sus lágrimas sobre el rostro de su novia ya muerta...
Un vecino que había presenciado todo corrió por ayuda al pueblo regresando con otros hombres, entre los cuales venía Roberto precedido de Fabiola. Grandes fueron los esfuerzos para apartar a Pilo del cuerpo de Sandra. De los malditos soldados ya no había ni rastro.
No sin dificultades Roberto y Fabiola lograron llevar a Pilo con un médico del pueblo quien suturó la herida y que por uno de esos extraños caprichos del destino no había perforado el cráneo sólo había fracturado el hueso malar que forma el pómulo.
Al descender el ataúd a la fosa, los gritos de la tía y la madre de Sandra se dejaron escuchar, Pilo se encontraba con la mirada perdida, que ahora tenía un aspecto frío y duro.
Después del funeral Pilo se encerró en su cuarto que le servía de vivienda en el mismo taller de Roberto. durante días prácticamente no probó alimentos y sólo bebía el agua necesaria. Cuando cerraba los ojos aparecía inmediatamente el rostro de su amada Sandra, ¿Por qué?, ¿por qué?, Dios era tan injusto con él, bastante había sufrido en la vida, aparte de haber padecido una injusticia y cuando el amor y la felicidad le sonreían le fueron arrebatados abruptamente. ¡Venganza! ¡Venganza! Era lo que clamaba su mente... Jamás podría olvidar en su vida el rostro de aquel maldito sargento, pero no sabía cómo lograría vengarse. El llamado “ejército popular” era intocable, las autoridades del pueblo temían enfrentarlo, y mucho más enfrentar la ira del general Gustavo o del presidente Ramiro, por lo que nadie hizo nada por hacer justicia. Pasaron los días y una tarde Pilo abandonó su enclaustramiento, dirigiéndose al centro de la plaza metiéndose a una cantina donde pidió una botella de aguardiente y empezó a tomar. Casi de madrugada dando tumbos regresó a la vivienda y al entrar a su cuarto escuchaba la voz y las risas de Sandra que retumbaban en su cabeza y de nuevo al cerrar los ojos veía su rostro. Al día siguiente comenzó a ayudarle a Roberto con el trabajo del taller pero no pronunciaba palabra alguna por la tarde volvió a acudir a la cantina, embriagándose de nuevo pretendiendo amortiguar su dolor y el recuerdo de su amada pero en lugar de eso sólo lograba exacerbarlos. Con el tiempo se volvió descuidado en su persona y en su aseo, la herida en el rostro ya había cicatrizado pero la de su alma nunca lo haría. Roberto y Fabiola trataban de animarlo y ayudarlo pero no lo conseguían una madrugada al salir de la cantina y al avanzar unos pasos dio un traspiés y cayó al suelo pero el estado de ebriedad no le permitió levantarse quedándose dormido en la acera. Como a las diez de la mañana, escuchó una voz que le hablaba ¡Pilo! ¡Pilo! ¿Eres tú?... al abrir los ojos y aclarar la mirada vio que un hombre se encontraba sentado en cuclillas a un lado suyo, aunque ya habían pasado varios años pudo reconocer aquel rostro; se trataba de su amigo Alejandro a quien había conocido en la prisión. –Sí soy yo afirmó. –Vamos levántate déjame ayudarte sosteniendo a Pilo y pasando uno de los brazos del muchacho sobre sus hombros lo incorporó. Llevó al muchacho hasta un hotel cercano donde Alejandro se hallaba hospedado, y dando una propina al encargado del hotel le pidió que le comprara ropa nueva a Pilo. Lo metió a la ducha y lo ayudó a bañarse y afeitarse. Posteriormente en el restaurante del hotel le sirvieron a Pilo sopa caliente. Después de recuperarse el muchacho, Alejandro le preguntó... ¿Qué te ha pasado?, a Pilo se le llenaron los ojos de lágrimas y contó todo a Alejandro. Alejandro lo escuchó sin apartar la mirada y le comentó; mira lo que son las cosas, hace un año salí de la prisión gracias a que mi tío sobornó a un juez. Pensé que jamás te volvería a ver, llegué a este pueblo casi por casualidad. Traigo en una maleta una fuerte cantidad de dinero que... No terminó la frase, cuando un hombre se acercó a ambos y... (Continuará) últimos capítulos no te los pierdas.
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