VIDA Y SERVICIO
(Décima parte)
“Traigo en una maleta una fuerte cantidad de dinero que...” no terminó la frase cuando un hombre se acercó a ambos, y Alejandro al verlo se levantó de su asiento y dio un efusivo apretón de manos al individuo: ¡hola Víctor! ¿Cómo van las cosas? –Preguntó- ¡Bien! -respondió el recién llegado. Al tiempo que volteaba a ver a Pilo con cierta desconfianza. “Siéntate, mira te presento a Pilo, es un amigo de fiar”. Extendiendo la mano, Víctor saludó a Pilo. -“¿Trajiste lo convenido?”- “Sí, lo tengo en mi habitación”. Después de charlar un rato sobre asuntos irrelevantes, Alejandro solicitó la cuenta. En seguida los tres se dirigieron al cuarto de Alejandro. Ya en la habitación este último sacó una maleta que tenía debajo de la cama, al abrirla quedaron al descubierto varios fajos de billetes de alta denominación. “–¿Crees que será suficiente?” -le preguntó a Víctor. “–Para la primera remesa es suficiente” -contestó Víctor, volviendo a cerrar la maleta. Alejandro le contó a Víctor la historia de Pilo. Víctor viéndolo fijamente a los ojos le preguntó a Pilo: “¿Te quieres vengar?”. -Pilo asintió levemente con la cabeza. “–Te voy a ayudar pero tienes que unirte a nosotros, el dinero que me trajo Alejandro es para comprar un cargamento de armas y pertrechos que nos serán entregados en la costa. Tú, te puedes ir conmigo y te llevaré a un lugar en el bosque donde estamos entrenando hombres para combatir al presidente Ramiro y a su Ejército Popular. Si deseas unirte, yo personalmente te llevaré con un comandante que se hará cargo de tu entrenamiento”. Con mirada inexpresiva Pilo volvió a afirmar con la cabeza.
Con un fuerte abrazo y con lágrimas en los ojos, Fabiola y Roberto despidieron a Pilo. “–Recuerda muchacho que aquí siempre tendrás una casa, te deseamos lo mejor y nunca te olvidaremos”. Con una maleta al hombro, Pilo tomó el camino que llevaba a la estación. Allí lo esperaba Víctor en compañía de Alejandro. “–Te encargo a mi amigo” -dijo Alejandro a Víctor-. “No te preocupes va a estar bien”. De rato el tren anunció su partida y ambos abordaron el mismo despidiéndose de Alejandro quien se quedó en el andén. Después de horas de viaje, descendieron en una pequeña estación al pie de una serranía; ahí ya los esperaba una destartalada camioneta cuyo conductor los saludó a señas. Casi sin mediar palabra abordaron el vehículo que poco a poco se fue internando en la serranía. En cierto momento el vehículo se salió del camino para tomar una vereda y al llegar a la entrada de un cañón, Víctor le indicó a Pilo que ahí descenderían para continuar a pie. La tarde empezaba a pardear cuando casi al fondo de dicho cañón unos hombres armados les salieron al paso y Víctor los saludó de mano. Después de descender un largo trecho, Pilo pudo distinguir un campamento donde se encontraban más hombres armados todos con rifles de asalto y con uniformes camuflados. Víctor se dirigió hacia una de las tiendas invitando a Pilo a entrar en la misma. Adentro se encontraba un hombre alto de tez blanca y de pelo algo canoso de aproximadamente 50 años de edad –“comandante” -le dijo Víctor. “–Traigo conmigo el envío que esperábamos de la frontera”. El hombre esbozó una sonrisa de satisfacción al tiempo que volteaba la mirada en dirección de Pilo. “–Y ¿él quién es?” preguntó. “–Es un muy buen amigo de Alejandro y desea unirse a nosotros”. -“Si Alejandro lo recomienda no tengo ningún inconveniente”. Dirigiéndose a Pilo, Víctor le presentó al comandante Miguel. El hombre le preguntó a Pilo si tenía alguna experiencia con las armas a lo que el muchacho contestó negativamente. –“Bien” -afirmó el hombre. “–No te preocupes por ahora, debes descansar y mañana iniciaremos tu entrenamiento”. Al despuntar el alba Pilo fue despertado por Víctor quien le ofreció un jarro de aromático y humeante café al tiempo que le decía: “–Me tengo que ir, pero en unos momentos vendrán por ti para iniciar tu entrenamiento. El comandante está satisfecho con tu ingreso a nuestras fuerzas, yo debo seguir hacia la costa para recoger lo que nos va a llegar de equipo y armamento. Tal vez nos veamos pocas veces pero debo de permanecer en constante movimiento ya que debo de estar en contacto con varios de nuestros grupos en el país pero quedas en buenas manos. El comandante Miguel es el hombre de confianza del comandante Álvaro que es quien dirige nuestro movimiento armado”.
Rato después Víctor abandonaba el campamento seguido de varios guerrilleros fuertemente armados. Pasaron algunos minutos y un hombre de actitud afable se acercó a Pilo y le dijo “–Me llamo Chava y deberás seguirme pues me voy a hacer cargo de tu entrenamiento por instrucciones de nuestro comandante Miguel”. Chava llevó a Pilo junto a otros jóvenes reclutas que se habían unido al grupo guerrillero. Pasaron los días y las semanas y Pilo ponía todo su empeño en aprender desde el combate cuerpo a cuerpo así como las diferentes tácticas de guerra de guerrillas que iban desde el manejo de diferentes tipos de armas así como la colocación de diferentes artefactos explosivos que podían detonar con el simple roce de la bota de algún soldado enemigo. Pronto Chava se dio cuenta de las grandes cualidades que poseía Pilo tanto en la práctica de tiro como en la implementación de los mecanismos explosivos e inclusive Pilo llegó a aportar ideas, debido a sus conocimientos de mecánica, para hacer más letales los artefactos de los guerrilleros y pronto se ganó el afecto de Chava y de sus compañeros de entrenamiento. Después de transcurridos algunos meses le fueron entregados a Pilo y a los demás jóvenes uniformes nuevos y todo el equipo necesario para su uso personal, entre los cuales se encontraba una pistola, un cuchillo y un rifle de asalto. Cuando cumplió 28 años, la cicatriz que marcaba la cara de Pilo así como su mirada fría y dura, eran el sello característico que lo diferenciaba del resto de sus compañeros. Por lo que entre los guerrilleros era reconocido como el hombre del rostro marcado. De la mente del muchacho nunca se había apartado el deseo de venganza. Un día al atardecer Chava se presentó en la tienda que ocupaba Pilo “–Te traigo noticias, un grupo de nosotros saldremos al amanecer, tenemos información que un convoy del Ejército Popular trasladará armamentos y pertrechos hacia un campo militar por lo que deberemos interceptarlos para apoderarnos de ellos. La salida es a las 50 horas”, (cinco de la mañana en el argot militar). Una chispa destelló de los ojos de Pilo. Esa noche Pilo no podía dormir, deseaba que ya hubieran pasado las horas e ir en camino a la misión encomendada. Por fin llegó la hora señalada y cerca de 50 hombres a los que comandaba Chava todos equipados, marcharon por una vereda y se introdujeron por el bosque. Pilo ya se encontraba en el punto de reunión desde las cuatro de la mañana y larga se le hizo la espera para emprender la marcha. Cerca de las 11 de la mañana avistaron una carretera por donde se suponía que iba a pasar el convoy militar. Todos tomaron posiciones de combate casi ningún vehículo transitaba ese camino. Aproximadamente a la 1:30 de la tarde, un vigía les avisó de la proximidad del convoy. Algunos de los guerrilleros habían colocado un delgado cable sobre el pavimento que al tirar de él en cierto momento activaría cargas explosivas colocadas sobre unos pinos que los harían caer sobre el suelo para impedir el paso de los vehículos; al tiempo que otras cargas colocadas a los lados de la carretera harían explosión. El convoy se iba aproximando rápidamente, Pilo tensó sus músculos y su dedo índice derecho acariciaba el guardamonte que cubría el gatillo de su rifle de asalto por fin el... (continuará) no se desesperen últimos capítulos.
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