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VIDA Y SERVICIO / “PILO”

DR. GUILLERMO RODRÍGUEZ RIZADO

(Décima primera parte)

Pilo tensó sus músculos y su dedo índice derecho acariciaba el guardamonte que cubría el gatillo de su rifle de asalto. Por fin, el convoy militar se aproximó hacia donde se encontraban ocultos los guerrilleros. Una fuerte explosión seguida de otras arrojó piedras, cayendo un pino sobre el camino obstruyéndole el paso al primer camión del convoy. Una granada hizo impacto sobre la cabina del mismo explotando en el acto. A una orden de Chava, Pilo y sus compañeros accionaron sus fusiles de asalto con gritos de combate, se precipitaron sobre el convoy al mismo tiempo que los soldados de este último, trataban de repeler la agresión. Frente a Pilo cayó uno de sus compañeros abatido por una de las balas que disparaban desesperadamente los soldados. Pilo sin inmutarse, continuó bajando la montaña escuchando el silbar de las balas que pasaban cerca de él. Se precipitó sobre uno de los camiones y sin pensarlo dos veces accionó en repetidas ocasiones su arma, logrando alcanzar a tres soldados que cayeron mortalmente heridos. Cuando estuvo cerca, se cubrió en uno de los vehículos y logró hacer blanco en dos soldados más que se encontraban disparando en contra de sus compañeros. El fragor del combate se hizo más intenso pero la preparación y el factor sorpresa de los guerrilleros se inclinó a su favor y poco a poco fueron dominando la situación. Pilo alcanzó a ver que dos soldados salían huyendo montaña abajo y con frialdad apoyó su rifle sobre su hombro haciendo certero blanco sobre ellos. Al cesar el fragor de la batalla, la gran mayoría de los soldados estaban muertos, a los pocos heridos que quedaban Chava ordenó les dieran el tiro de gracia. Sólo hubo cinco bajas en el grupo de guerrilleros tres muertos y dos heridos; uno de los cuales estaba herido en la cabeza y falleció a los pocos minutos, el otro tenía una pierna fracturada por los disparos. Rápidamente procedieron a recoger el armamento y los pertrechos que habían ido a buscar. A menos de un kilómetro de distancia se aproximaban dos viejos camiones que se detuvieron y subieron todo el equipo y armamento que pudieron, partiendo con rumbo desconocido; llevándose con ellos al herido fracturado. Chava ordenó que hicieran explotar los camiones del convoy militar y éstos quedaron ardiendo en llamas junto con los militares muertos.

Durante el retorno al campamento, Chava venía reflexionando sobre el valor de Pilo, pues fue el primer hombre en aproximarse al convoy. Pocas veces había sido testigo de tal arrojo en un hombre. Al llegar, Chava informó de lo sucedido al comandante Miguel quien hizo público el reconocimiento del valor de Pilo ante sus compañeros pero para Pilo eso no tuvo importancia.

El tiempo transcurrió y pasaron tres años, Pilo contaba ya con 31años. En ese tiempo había participado en innumerables misiones y por esos extraños designios del destino jamás había sido herido en combate. Se convirtió en el segundo hombre de importancia después de Chava quien le tenía un especial afecto. Ante sus compañeros el “hombre de la cara marcada” se había ganado el respeto pues en no pocas ocasiones era el primero en entrar en escena al combate y si tenían que retirarse era el último en hacerlo. Un día en que se dirigían a una misión fueron sorprendidos por un numeroso grupo de soldados del llamado “Ejército Popular”. Una explosión proveniente de una granada lanzada por los soldados arrojó a Chava y a Pilo varios metros. Pilo sintió algo caliente que le laceraba la espalda y aunque quedó medio aturdido por la explosión. Reaccionó y vio a Chava tirado en el suelo, por lo que haciendo un gran esfuerzo lo levantó sobre sus hombros y con su pistola disparaba hacia los soldados que los atacaban. La retirada fue inminente; logrado escapar del sitio de la emboscada con sólo un tercio de los hombres que inicialmente formaban aquel grupo. Durante la huida, Chava se quejaba de dolor y su sangre escurría por la espalda y brazos de Pilo. Al ponerse a salvo, bajó a Chava de sus hombros quien se encontraba con vida pero Pilo descubrió una profunda herida que se localizaba precisamente a la altura de la columna lumbar de su comandante. Apretando los dientes Chava veía con alarma que sus piernas no le respondían por lo que tuvo que ser llevado en camilla improvisada hasta el campamento donde un médico pudo constatar que la herida que presentaba lo había dejado paralítico de la cintura hacia abajo pues le había dañado la médula espinal. Pilo sentía dolor en su espalda pero no se quejaba; al quitarse la camisa pudo advertir que tenía una herida en ésta que no dejaba de sangrar por lo que tuvo que ser atendido médicamente. Un fragmento de metralla le había lacerado por debajo de la escápula provocando una herida que aunque provocó sangrado no había penetrado en la caja torácica. Al enterarse el comandante Miguel de lo sucedido, ordenó el traslado de Chava hacia otra unidad donde contaría con mejor atención médica. Con un fuerte apretón de manos Pilo se despidió de Chava. El comandante Miguel mandó llamar a Pilo, y a grandes rasgos le explicó la situación del país. El comandante Álvaro lo había mandado llamar pues la guerrilla ya ocupaba y tenía en su poder varias poblaciones del norte y sur del país y le había encomendado al comandante Miguel gran parte del occidente de la nación. El llamado “Ejército Popular” le comentó a Pilo, estaba formado por gente del partido que era la misma que participaba en manifestaciones populistas que apoyaban al presidente Ramiro por lo tanto carecían de disciplina y desde luego de formación militar. Muchos miembros del antiguo ejército nacional y que eran militares de carrera habían desertado y se habían unido al comandante Álvaro que como ya comentamos en otro capítulo era hijo de un general que había sido ejecutado por órdenes del presidente Ramiro y del general Gustavo. Dirigiéndose a Pilo el comandante Miguel le expresó: -“Desde este momento se hará usted cargo de este batallón pues lo nombro comandante en jefe del mismo. Usted estará en contacto conmigo y próximamente recibirá órdenes directas del comandante Álvaro; confío en que usted desempeñará con eficiencia el cargo que le he conferido” -dijo. Pilo sin perder su expresión asintió con la cabeza. Al día siguiente, el comandante Miguel abandonó el campamento y éste quedó en manos de Pilo.

Pasaron algunos meses y le llegaban órdenes sobre los objetivos que tenían que atacar, así como de invitar a los prisioneros que capturaran a unirse al grupo guerrillero y sólo que se negaran serían ejecutados, con lo cual esperaba el comandante Álvaro menguar las fuerzas del general Gustavo y el presidente Ramiro.

Después de tomar por asalto aquel cuartel militar, (ver capítulo 4) Pilo en compañía de sus hombres se dirigió hacia una población localizada hacia el sur del país, pues había recibido órdenes del comandante Álvaro de tomarla. Después de un día de camino avistaron las primeras construcciones de ese pueblo. No sabía la sorpresa que le esperaba... (continuará).

Amables lectores, les pido una disculpa pues la semana pasada por dificultades de aspecto técnico no fue posible que apareciera este capítulo. Les anuncio que sólo faltan dos capítulos para terminar lo de Pilo, y una vez terminado podrán solicitarme a mi correo electrónico los capítulos que se hayan perdido gracias por su comprensión.

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