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VIDA Y SERVICIO / “PILO”

DR. GUILLERMO RODRÍGUEZ RIZADO

(XII Parte)

Después de un día de camino avistaron las primeras construcciones de ese pueblo. No sabía la sorpresa que le esperaba. Al acercarse, pudieron advertir barricadas que tenía preparado el Ejército Popular. Éstos habían colocado sacos de arena en puntos estratégicos así como vehículos atravesados pues de algún modo sabían el inminente ataque de Pilo y sus compañeros. Con extremo sigilo se fueron acercando a las mismas barricadas. De pronto el traquetear de una ametralladora se dejó escuchar proveniente de una de las construcciones de la población. Pilo y sus hombres se tiraron pecho a tierra para protegerse de las balas. Sabía que el combate no iba a ser fácil. A una orden de Pilo los hombres de la retaguardia colocaron un lanzagranadas y al disparo de éste cesó el fuego de la ametralladora, permitiendo al comando armado avanzar sobre las primeras barricadas. El combate se generalizó y poco a poco los hombres de Pilo fueron avanzando desde diferentes puntos, logrando cercar a la población, lo que impedía que los soldados del Ejército Popular pudieran huir. Después de horas de combate la intensidad de los disparos fue cediendo hasta que muchos de los soldados optaron por rendirse.

Al terminar la batalla, Pilo ordenó a sus hombres que los prisioneros fueran trasladados al patio de una escuela. Mientras descansaba, sentado sobre unos costales de arena, al tiempo que tomaba una taza de café, Pilo observaba cómo sus hombres conducían a los prisioneros hacia el interior de la escuela en cuestión. De pronto sintió que su corazón casi se detenía; uno de los prisioneros vestido de soldado raso y que era llevado con las manos atadas hacia atrás, hablaba con los guerrilleros en tono de súplica, decía que él había sido forzado a pertenecer al Ejército Popular y que deseaba cooperar con ellos. Pilo incorporándose arrojó al piso la taza de café, y ordenó a sus hombres: “¡Esperen ahí!... los guerrilleros al escuchar su voz se detuvieron en el acto junto con el prisionero, -“A sus órdenes mi comandante”- dijo uno de ellos. El prisionero al verlo se dirigió a Pilo –“Mi comandante… yo les decía a sus hombres que deseo unirme a ustedes yo soy un simple soldado que fue forzado a”...-“¡Cállate maldito!”- espetó Pilo. –“Tú eras un (*&#%&) sargento, yo te conozco ¿o ya te olvidaste de aquel pueblo en donde tú y los hijos de la (...) que te acompañaban en aquel camión, violaron y mataron a mi novia... y tú me diste por muerto, ¡Más te valía haberme matado infeliz!”. El prisionero abrió desmesuradamente los ojos, al tiempo que palidecía, Pilo rojo de ira, sujetó con la mano izquierda a aquel miserable del cuello de la camisa. Con la otra mano y con rapidez desenfundó su cuchillo y lo hundió una, dos, tres, y cuatro veces en el área genital del desgraciado, el cual lanzaba alaridos de dolor. Después de eso, el desgraciado cayó hincado frente a Pilo, y con la misma rapidez Pilo hundió su cuchillo en la garganta del hombre, para después proceder a patearlo en la cara y la cabeza. Hasta que con el tacón de su bota sentía el crujir de los huesos del hombre dejando el cráneo y la cara convertidos en una masa informe. Pilo jadeando, limpió su cuchillo en la ropa del cadáver. Los hombres de Pilo quedaron sorprendidos ante la fiereza de aquel ataque. –“No lo entierren, déjenselo a los perros y a los buitres para que se lo traguen” -ordenó.

Después de aquel incidente, Pilo sentía que algo había cambiado en él, a pesar de haberse vengado no se sentía satisfecho del todo, el haber matado a aquel hombre, no dejó en él la satisfacción esperada. Pasaron dos años y después de haber tomado parte en varios combates, así como en la toma de varias poblaciones, Pilo al llegar a los 33 años fue llamado por el jefe supremo que era el comandante Álvaro. Al estar frente a él, le habló de que estaba muy satisfecho con su labor y que a partir de ese momento Pilo sería el comandante en jefe de los batallones del norte del país con lo cual quedaba bajo su mando directo. Le habló de que los hombres que integraban el llamado Ejército Popular podrían ser integrados bajo estrecha vigilancia a sus batallones pero no así los antiguos generales o altos oficiales que se habían unido al general Gustavo y al presidente Ramiro, los cuales deberían ser ejecutados. Igualmente le habló de que la gente que ocupaba altos cargos dentro del partido o funcionarios de alto nivel también deberían correr la misma suerte ya que era necesario extirpar para siempre al gobierno del presidente Ramiro. Esta proclama debería de ser comunicada a todos los miembros de la guerrilla y si alguien ayudaba a cualquiera de los sentenciados a muerte, o cometía algún acto, o insubordinación en contra del movimiento armado que el comandante Álvaro lideraba entonces también serían ejecutados ante un consejo de guerra acusados de alta traición.

Pasaron los meses y fue cuando el comandante Álvaro convocó urgentemente a sus principales jefes entre ellos a Pilo. (Ver capítulo 8) el motivo era la toma de la capital del país. El hombre de la mirada dura y el rostro marcado como era conocido Pilo, se distinguía entre los otros jefes por sus aportaciones a la estrategia que deberían seguir para tomar el último bastión fuerte del Ejército Popular.

Por fin llegó el día que la guerrilla se concentró alrededor de la capital. Los comunicados por radio fluían en clave entre los principales jefes de la guerrilla que junto con el comandante Álvaro se preparaban para el asalto final, la tensión se respiraba en el ambiente previo al ataque. Al filo de las cinco de la mañana, fuertes estruendos de artillería así como disparos de morteros de 60, 82 y 120 mm. se dejaban escuchar, haciendo blanco en edificios, en barricadas del Ejército Popular, y en las calles de la capital. Pilo al mando de tres batallones coordinaba la invasión por el noroeste de la ciudad. Conocedor del arte de la guerra, giraba instrucciones a los comandantes bajo su mando los cuales obedecían inmediatamente sus instrucciones. La lucha fue cruenta y despiadada, calle por calle y en algunas ocasiones casa por casa los guerrilleros iban avanzando. Pilo recorría sin descanso los diferentes frentes por donde avanzaban sus hombres, con temeridad y casi sin inmutarse ante el fragor de la batalla daba órdenes e incitaba a los guerrilleros a seguir avanzando. Casi sin dormir y después de tres días de haber iniciado la lucha, la balanza se inclinó a favor de los guerrilleros, y el fragor de la batalla disminuyó y sólo se alcanzaban a escuchar disparos aislados. El presidente Ramiro había escapado vía aérea con rumbo desconocido. El general Gustavo se hallaba copado en el campo militar y era cuestión de horas capturarlo. Por las calles se apilaban cadáveres de los soldados del Ejército Popular así como de algunos guerrilleros que habían corrido la misma suerte. También se veía correr la sangre por donde normalmente lo hacía el agua de lluvia y se iba por las alcantarillas. Los cuerpos de algunos civiles muchos de los cuales por la curiosidad, imprudentemente habían abandonado sus casas; también se encontraban tendidos. Los hospitales habían sido tomados por los guerrilleros. Los médicos que acompañaban a la guerrilla así como los de los nosocomios no se daban abasto con la atención de los múltiples heridos. Trabajando como uno solo sin importar las ideologías, lo mismo atendían a soldados, civiles o guerrilleros que habían sido heridos. Por fin después de capturar al general Gustavo, el comandante Álvaro entró triunfante a la capital del país acompañado por sus comandantes entre los cuales iba Pilo... (Continuará... la próxima semana no se pierda el último capítulo).

Amables lectores, en estos tiempos de reflexión y de fin de año, les deseo a todos ustedes un mundo de felicidad, recordemos que son tiempos de paz, pues ése es el verdadero espíritu de la Navidad y Cristo nace para enseñarnos con su ejemplo que el perdón y el amor son las bases para lograr un mundo mejor. ¡Feliz año Nuevo!

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