(Segunda y última parte)
Con el tiempo vieron que de otro elemento llamado torio, también emitía rayos luminosos, pero la radiactividad intensa no podía explicarse que procediera del uranio o del torio por lo que debía de haber un elemento más aun no descubierto que produjera dicha radiación. Continuando incansablemente con sus investigaciones y separando los materiales de la pechblenda, descubrieron un elemento nuevo al que llamaron polonio en honor a la patria de Marie. Pero para sorpresa suya descubrieron que había otro elemento al que llamaron Radium. El Radio nadie lo había visto, por lo que les exigieron que lo demostraran y con infinita paciencia y después de cuatro años y procesar una tonelada de pechblenda a la que Marie batía con un hierro muy grande lograron al fin separar un décimo de gramo del elemento Radio y determinaron el peso atómico del mismo. La comunidad científica tuvo que rendirse ante la evidencia y constataron oficialmente que a partir de ese momento existía el elemento radio cuyos efectos radioactivos podían atravesar piedras y metales. Su situación económica no era muy holgada y al nacer su segunda hija llamada Irene, tuvieron que contratar una niñera, y en 1898 quedó libre en la Sorbona la cátedra de química anotándose como candidato su esposo Pierre pero fue rechazado. Varios países se interesaron en el descubrimiento, principalmente Bélgica y Estados Unidos (qué raro), ya que vieron que le podían sacar provecho al descubrimiento pues la radiación también podía curar tumores cancerosos. Pero como no dominaban los delicados pasos que se tenían que seguir para la obtención del radio, solicitaron por medio de una carta a los esposos Curie que les indicaran el procedimiento. Pierre llegó con la carta y enseñándosela a su esposa le dijo: “Marie, he recibido una carta de los Estados Unidos en donde nos piden describir los resultados de nuestra investigación, incluyendo el proceso de proceso de purificación”... ¡Es fabuloso! Exclamó ella. –Tendríamos dos caminos; exclamó Pierre, uno es proporcionarles toda la información sin reserva alguna incluyendo el proceso de purificación. ¡Oh desde luego! Exclamó Marie. -Y el otro reclamar todos los derechos sobre el radio en el mundo entero, incluyendo la técnica del tratamiento de la plechblenda- concluyó Pierre. “Eso es imposible” aseveró Marie y continuó: “sería contrario al espíritu científico” -sentenció Marie. Pierre sonrió con satisfacción – no podemos sacar provecho de algo que puede ser útil para curar una enfermedad- terminó Marie. –Escribiré hoy mismo dándoles la información a los ingenieros americanos- comentó por último Pierre. Ese día los dos no cabían de felicidad y en sus bicicletas salieron a recorrer el campo regresando cansados y cargados de flores y plantas silvestres.
En el mes de noviembre de 1903 el real instituto de Inglaterra invitó a los esposos Curie y les otorgó una de las más altas condecoraciones que otorgaba a la comunidad científica que era la medalla Davy. Y el diez de diciembre de ese mismo año la academia de ciencias de Estocolmo otorgó a los esposos Curie y a Henry Becquerel, el Premio Nóbel de Física, con un premio equivalente a los 15 mil dólares de aquella época. (¿Y qué creen que le hicieron al dinero?... pues lo repartieron entre el hermano de Pierre y las hermanas de Marie y todavía donaron gran parte de éste a varias sociedades científicas. A, eso sí, arreglaron su baño y una habitación de su casa). En 1904 la fama se les vino encima (cosa a la que no estaban acostumbrados) y recibieron cientos de telegramas con solicitud de fotos y autógrafos. Pero se dieron su tiempecito y tuvieron una hija más que nació en diciembre a la cual pusieron el nombre de Eve. Por fin en julio de 1905, a Pierre le hizo justicia la revolución y los sangrones de la Sorbona hasta le diseñaron una cátedra especial de física y fue admitido como catedrático. Esto les permitió llevar una vida más holgada. Pero el gusto les duró poco pues en abril de 1906 ocurre la tragedia que habría acabar con la vida de Pierre. (Como lo comentamos al principio de la primera parte la semana anterior).
El gobierno francés intervino y otorgo una pensión a Marie, pero ésta con gran dignidad la rechazó pues argumentó que ella todavía era joven y fuerte para salir por sus propios medios adelante. Entonces la Sorbona (ya no tan sangroncitos) le otorgaron la cátedra que había dejado Pierre. Siendo esto trascendental pues nunca le habían otorgado ese honor a una mujer. Nuevamente en el año de 1911 la academia de ciencias de Estocolmo concede de nuevo el Premio Nóbel a Marie y a partir de ese momento la Sorbona y el instituto Pasteur fundaron conjuntamente el Instituto Curie y de nuevo Marie haciendo gala de su gran nobleza donó un gramo de radio valuado en aquel entonces en un millón de francos. Posteriormente se dedicó a viajar a Norteamérica y a casi todo el mundo donde la llamaban para que diera conferencias sobre su gran descubrimiento. Pero debido a sus constantes exposiciones a la radiación en mayo de 1934 cayó enferma y cierra sus ojos para siempre el seis de julio de ese mismo año. Sólo sus verdaderos amigos y parientes allegados acudieron a su funeral. Perdía el mundo a una gran mujer pero principalmente a un gran ser humano (como los hay pocos) que dejó grandes beneficios a la humanidad.
Un saludo a nuestros buenos amigos Luis Martínez y a Rosy de Martínez, quienes son testigos del gran beneficio que Marie otorgó a la Medicina.
Aviso ¡Urgente! Cáritas de Gómez Palacio, Dgo. Está solicitando una casa amplia o edificio en préstamo por un lapso de dos a tres años ya que la construcción con la que cuentan les fue requerida y necesitan un nuevo local para seguir brindando el invaluable servicio que prestan a la comunidad. Sé que tú tienes buen corazón y si dispones de alguna finca por favor facilítala Dios te lo recompensará. Se pueden comunicar a los teléfonos 723-51-55, 737-40-55, y a los teléfonos particulares 714-50-51 y 715-52-81.
Comentarios y sugerencias al correo electrónico:
lavidayelservicio@yahoo.com.mx
