Aquellos Tres Magos (Mago era el nombre que se le daba en la antigüedad a los hombres sabios) quienes regresaban a Oriente, haciéndolo por una ruta diferente a la que habían tomado al llegar a Belén, pues fueron advertidos del peligro que corría el Salvador en caso de que Herodes se enterara del lugar donde se encontraba.
Tomaron una ruta que los llevaría hacia la población de Qumrán, desde donde se dirigirían hacia el Río Jordán, con el propósito de llegar a Belania, y de ahí dirigirse hacia oriente.
En el camino, los tres reflexionaban sobre el nacimiento de Jesús y sobre los obsequios que le habían hecho al recién nacido; “Se ha cumplido la profecía” comentó uno de ellos, - “Así es, en efecto”- respondió otro, “Mas sin embargo, hay algo dentro de mí, que no me tiene satisfecho” –agregó el tercero-. “Y es que después de nuestro largo viaje hacia estas tierras creo que debemos de dejar algo que deje una huella en este país que vamos abandonando”. “Y ¿qué más podríamos dejar aparte de los obsequios que entregamos al Salvador?”, “Creo que tres dones que le han sido conferidos a la humanidad y que alguien los ha de haber perdido” -asintiendo con la cabeza, los tres estuvieron de acuerdo.
Al llegar a Qumrán, vieron a un hombre ciego que ayudado por un niño mendigaba por las calles, al acercarse a él, éste les pidió una limosna. “Te otorgaremos lo que te ha sido arrebatado, que es la visión”. Acercándose uno de ellos, tomó polvo de un pequeño frasco y poniéndolo en la palma de su mano lo sopló hacia los ojos de aquel invidente. Después de haber hecho esto, el hombre ciego sintió un gran ardor en sus ojos los cuales derramaron lágrimas y poco a poco su nublada visión se fue recuperando; logrando recuperar la vista. –“¡Veo, veo!”, exclamó lleno de júbilo el hombre.
Continuando su camino, llegaron a orillas del río Jordán. Un hombre con una barca se encontraba al otro lado del río y a gritos le pedían que acudiera hacia ellos para poder cruzar el río en dicha barca, pero el hombre no los oía ya que era sordo, dándose cuenta uno de los magos que para llamar la atención de aquel hombre era necesario jalar de una cuerda que movía un tronco que golpeaba el casco de la barca y al sentir la vibración el hombre sordo se dio cuenta que querían cruzar el río por lo que se dirigió hacia ellos. Una vez arriba de la barcaza constataron que aquel hombre efectivamente era sordo pero podía entender el movimiento de los labios y le comunicaron que le podían devolver la audición, si él lo deseaba, a lo que éste aceptó. Vertiendo en sus oídos un aceite previamente calentado, y rato después, colocando unas ventosas sobre los mismos que extrajeron dicho aceite, el hombre que no salía de su asombro, volvió a escuchar los sonidos. Abandonando la rivera contraria del río, dirigieron su camino hacia Belania. A orillas de esta población vieron a un camellero que con una vara trataba de guiar a un grupo de camellos, los cuales en ocasiones se negaban a obedecerlo. Pronto se dieron cuenta que aquel hombre estaba mudo y esto dificultaba su trabajo al no poderles gritar a los animales. Acercándose uno de ellos a aquel camellero le comentó que si él lo deseaba podía regresarle el sentido del habla; asintiendo con la cabeza el hombre aceptó. Con la ayuda de los otros magos sujetaron al hombre por los brazos mientras que uno de ellos realizó una pequeña incisión por delante de su cuello y con la ayuda de una aguja extrajo una bolita de carne por la pequeña herida, colocándole sobre la misma una cataplasma y un vendaje. Después de permanecer descansando en esa población, a los pocos días continuaron su viaje, encontrándose con el camellero quien ya podía pronunciar algunas palabras.
Satisfechos con los resultados comentaron: “El hombre posee muchos dones, y tres de sus principales dones son: la palabra, la vista y la audición. Y hemos hecho que a tres de ellos les sean regresados, con la finalidad de que valoren lo que habían perdido. El don de la vista nos fue dado para maravillarnos del milagro del nuevo amanecer, de los colores de las plantas, de las tonalidades del arco iris, en fin, para poder ver que existen mil maravillas hechas por la mano del Creador, y principalmente ver los corazones y la bondad, en muchos de nosotros; así como el nacimiento de nuevos seres que traen nuevas esperanzas a nuestro mundo.
El don de escuchar nos fue conferido doblemente, quizás para recordarnos que tenemos dos oídos para escuchar y una boca para hablar, con ellos debemos escuchar a nuestros semejantes, a nuestros hijos antes de poder opinar sobre los asuntos que nos plantean, ya que saber escuchar es más bien una virtud. Escuchemos con paciencia al que nos pide algo, y solamente escuchando podremos responder con sabiduría”. –opinó uno de ellos. Finalmente el tercer mago dijo; “Pero el don de la palabra es también de suma trascendencia; ya que a través de la misma, se han construido imperios, pero también se han derrumbado naciones. Es tal vez el instrumento más poderoso que poseemos los seres humanos, ya que con él, podemos hablar con la verdad, podemos desmentir, pero cuando lo usamos inapropiadamente podemos ofender, injuriar, levantar falsos testimonios, y acabar con la honorabilidad de familias o individuos e inclusive sentenciar a muerte a personas. Tal vez por eso el hombre tarda más en aprender ha hablar, creo que para que reflexione sobre lo que debe de decir antes de comunicarlo, -y al usarlo debe de temblar ante la gran responsabilidad que puso Dios en su boca” -sentenció uno de ellos. Y continuaron su viaje hacia su destino final.
Agradable velada de fin de año pasamos el día 31 de diciembre en compañía de nuestros buenos amigos todos pertenecientes al Patronato de la Casa Hogar Child A.C., compartimos el pan y la sal en un ambiente de buena camaradería estando presente nuestro presidente, el Sr. José Félix Facio acompañado de su esposa Paty Torres de Facio, Luis Martínez y su esposa Rosy de Martínez, Laura Herrera y su hijo Carlos, Pedro Villalpando y Carola de Villalpando, Toño Monárrez y su esposa Eloísa, Josefina Franco, amenizando la noche con su guitarra bohemia Martín. Desde aquí les enviamos a todos ellos un afectuoso saludo.
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