Fundada en 1971, Viesca alcanzó su mayor esplendor a finales del siglo XIX e inicios del XX, por las calles de este municipio quedaron marcadas las huellas del cura Miguel Hidalgo en su paso a Chihuahua, de don Benito Juárez con el archivo de la nación y ahí sonaron los primeros cañonazos de la Revolución con los magonistas.
Hace un siglo era un oasis, una comunidad próspera y productiva. Pero el agua se acabó y ahora, dice un poblador, a Viesca ‘no llega ni la gripa’.
De los verdes parques, las modernas plazas y la prosperidad económica de un pueblo, sólo quedan los anémicos recuerdos en forma de ramajes secos que parecen rendirse ante el sol del medio día. Solitarias calles por donde ruedan marañas secas de vegetales que se mueren cruzando las acequias sin agua dan testimonio de impotencia. Es solamente parte del paisaje que se vive en el que fuera el municipio más importante de la Región Lagunera, Viesca.
La prodigiosa villa de aguas naturales que se levantaba en medio del desierto lagunero como un pequeño oasis al que llegaba obligatoriamente cualquier vestigio de progreso, ha quedado desplazada tras un largo y silencioso dolor, proceso que inició con la sequía de sus manantiales y cuyo golpe final sucedió con el cierre de la planta Sulfatos de Viesca, en 1952, que era la última fuente masiva de trabajo y sostén de la economía de los habitantes del municipio.
Viesca ha quedado en el olvido. Actualmente en la cabecera municipal no existe una sucursal bancaria, un cajero automático ni una tienda departamental, no hay señal que permita el funcionamiento de los teléfonos celulares, a pesar de una antena puesta hace pocos meses y la única gasolinera apenas está siendo terminada a las afueras del municipio. Según el programa Cero Marginación del Gobierno del Estado, es el primer municipio con mayor índice de marginación de La Laguna y el tercero en Coahuila.
En el municipio viven 19 mil 500 habitantes según cifras de la Presidencia Municipal: 4 mil 500 en la cabecera municipal y los otros 15 mil en los ejidos La Ventana, Boquilla de las Perlas, Buena Vista y Rosita, entre otras pequeñas comunidades ejidales.
Para el número de habitantes, el comercio es demasiado reducido: no hay más que unas 20 misceláneas que son las encargadas de proveer todo tipo de abarrotes y bienes de primera necesidad a sus habitantes, pero varios de los propietarios de estos comercios se quejan por las bajas ventas.
En medio de la marginación en la que viven los habitantes de este municipio, el recuerdo de un pasado mejor hace eco en la memoria de las generaciones actuales. Las páginas de la historia atestiguan que este municipio fue grande un día no muy lejano.
Una de las poblaciones más antiguas de La Laguna que nació en medio de la época de la Colonia, se hizo grande a través de la siembra de hortalizas, frutas, maíz, trigo y frijol, acompañada de una exuberante vegetación extraña en la geografía lagunera, pero que atraía visitantes constantemente.
UN PASADO DE NOBLEZA
A finales del siglo XIX e inicios del XX, la villa alcanzó su máximo esplendor económico y social. Viesca fue el primero de los pueblos laguneros en tener un centro de actividades sociales o casino, frecuentado por altas cuotas sociales del norte del país.
A diferencia de la actualidad, al municipio de Viesca llegaban cientos de trabajadores que recogían las cosechas de los sembradíos de la hacienda de Bilbao, el Barrial, los Cerritos, la Peñebe y otros, cuya sed de agua era calmada por los manantiales de Ojo Azul, Bilbao y las acequias que se desprendían del ojo natural de Juan Guerra, que llegó a vertir mil 400 litros de agua por segundo.
El primer tranvía urbano y suburbano que rodó en La Laguna transitó primero en las calles verdes de Viesca, abriéndose paso entre las acequias cargadas de agua, que incluso hicieron del lugar un centro turístico.
Igualmente, la primera fábrica férrea de la Región Lagunera se instaló en el próspero municipio. A la villa no solamente llegaron los modernos medios de transporte, también familias que se instalaron en busca de progreso.
Las verdes calles contaron también con un legado para la historia de México. Una tarde de 1811 quedaron marcadas las huellas de un hombre de cabello blanco que caminaba rumbo a Chihuahua, el cura Miguel Hidalgo, que en su recorrido por una patria que ansiaba libre, cruzó por Viesca.
De la misma manera Viesca vio el tránsito hacia el norte de Benito Juárez. En 1908 retumbaron en el pueblo los primeros cañonazos de la Revolución Mexicana con el Magonismo.
‘NO LLEGA NI LA GRIPA’
La voz de don Francisco de 79 años, parece quebrarse de nostalgia cuando recuerda el municipio que vio crecer a tres generaciones de su familia. Es el último de un linaje de agricultores, sus hijos y nietos emigraron hace más de 10 años.
“Hace como 65 años Viesca era diferente, había agua, trabajo, todo era verde, la mayoría de las personas que vivíamos aquí nos sentíamos orgullosos y pensar que ya para esa época mi padre decía con acierto que Viesca se estaba muriendo.
¿Qué podría decir ahora que no nos llega ni la gripa? Las personas jóvenes terminan yéndose para Torreón porque aquí no hay nada”.
El agua se acabó en Viesca, los manantiales que alimentaban la agricultura se secaron. Los agricultores buscaron mejores horizontes. Y esa razón, tan simple como dolorosa, es la causa de que en Viesca las glorias sólo sean pasadas.
Muy pocas son las fuentes actuales de trabajo que dan vida a la actividad económica del pueblo. Viesquenses trabajan en la industria de Torreón, pero en el municipio sólo hay dos maquilas, una de ropa y otra de arneses para vehículos, que albergan unos 120 trabajadores cada una, el escaso comercio y las remesas que envían de Estados Unidos los familiares de quienes buscaron otra vida.
Esta es la raquítica cartera de ingresos de los habitantes de esta comunidad que tiene sus esperanzas puestas en el cambio que traerá la nueva carretera que se construye rumbo a Zacatecas.
LA ESPERANZA DE LA CARRETERA
Los habitantes de la desolada población otrora grande, depositan ciegos su fe en la carpeta asfáltica, que integra el proyecto con el que se pretende crear vías de comunicación y acceso rápido, carreteras principalmente.
La construcción del segundo tramo de la vialidad que comunica a Bajío de Ahuichila con Zacatecas se convierte en una de las salidas que los habitantes de la región tienen para escapar de la marginación, ya que, como sostienen algunos, están en el último rincón de La Laguna.
Mario Alcocer Gallardo, presidente municipal de Viesca, quien pidió licencia para separarse de su cargo por motivos personales, comenta que el municipio se prepara para tener lista toda la infraestructura necesaria para que quienes quieran invertir en la región, con motivo de la arteria vial, tengan fácil acceso a los servicios públicos de agua, luz, drenaje y telefonía.
La carretera, dice Alcocer, es un nuevo inicio dentro de la historia del municipio y éste traerá consigo una significativa activación comercial.
Otro de los proyectos sobre los que los habitantes tienen puesto el ojo es un programa de turismo ecológico para las Dunas de Bilbao, en el que se encuentran involucradas varias instituciones educativas de Torreón y que pretende hacer del exótico lugar un espacio para el turismo alternativo y los deportes extremos.
En la actualidad este proyecto se está trabajando e incluye la construcción de un área protegida, así como restaurante, tienda, cabañas y un hotel. Alcocer dice que el Gobierno Municipal está en disposición de dar todas las facilidades a quien quiera invertir. Es la única esperanza para el futuro.