Restos de un furgón policial tras el atentado con bomba registrado en Bannu, Pakistán. (EFE)
Una bomba estalló en un autobús que transportaba prisioneros en el noroeste de Pakistán y mató a por lo menos nueve personas, mientras aumentaban los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los extremistas en el cinturón tribal del país.
La explosión, atribuida a milicianos, fue tan poderosa que dejó un cráter enorme en medio de un puente en Bannu y dejó reducido el vehículo a un montón de escombros quemados completamente.
El nuevo acto de violencia ocurrió días después que el ex presidente Pervez Musharraf, un viejo aliado estadounidense, renunció como presidente, activando una lucha por el poder que causó el derrumbe la coalición que gobierna el país.
El partido encabezado durante largo tiempo por la asesinada ex primera ministra Benazir Bhutto ahora está en posición de dominar el gobierno y está endureciendo su posición frente a los extremistas islámicos.
Los talibanes paquistaníes, entretanto, están haciéndose cada vez más activos, adjudicándose la responsabilidad de una ola de ataques suicidas con bombas y armas.
Nadie reclamó responsabilidad de inmediato por el ataque del jueves, aunque la policía dijo que los culpables probables eran milicianos. El estallido ocurrió mientras el autobús que llevaba prisioneros cruzaba un puente en la provincia fronteriza del Noroeste, dijo Waqas Ahmad, un jefe de la policía zonal.
Entre los muertos hubo policías y prisioneros, dijo Jalil Kan, otra autoridad policial que no pudo proporcionar un desglose exacto de muertos y heridos.
Horas antes, las fuerzas de seguridad repelieron un ataque del Talibán contra un fuerte y atacaron a un grupo de milicianos refugiada en un centro de salud, dijeron las autoridades el miércoles mientras los enfrentamientos se extendían a más zonas del cinturón tribal a lo largo de la frontera con Afganistán.
En los ataques separados se reportó la muerte de hasta 49 insurgentes.
