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Virtud teologal: dar refugio al perseguido

EL COMENTARIO DE HOY

Francisco Amparán

Hace unos días, la Unión Europea aprobó una serie de restricciones punitivas en contra de la inmigración ilegal. Ahora los indocumentados que ingresen a la Europa de los 27 pueden ser expulsados más o menos sin contemplaciones. Ello pone en peligro la forma de vida de cientos de miles de personas que creyeron que en el Viejo Continente podrían hallar la tranquilidad y prosperidad que resultan impensables en sus países de origen.

Como suele ocurrir con ese chango de cilindrero que se hace pasar por jefe de Estado, Hugo Chávez, amenazó con cortarles la venta del petróleo venezolano a aquellos países que pongan en práctica tan duras restricciones. Al paso que va, el deslenguado presidente con facha de bongosero se va a quedar sin clientes para su único producto de exportación.

En todo caso, las nuevas medidas harán que se incrementen los pedidos de asilo político por aquellos lares. Si esa es la forma de retrasar la deportación, o que ofrece una esperanza para quedarse, será a la que recurran los inmigrantes que no quieren regresar a vidas que, con frecuencia, serían infernales.

Lo malo es que también esa salida está siendo taponada. Países usualmente receptivos a los refugiados políticos están endureciendo sus requisitos. Ahora no está tan fácil llegar a un país del Primer Mundo, alegar ser víctima de persecución, y quedarse años y años mientras se procesa la petición.

Suecia es uno de esos países que, antaño muy laxos en cuanto a quién le daban el estatus de refugiado, han decidido ponerse más rejegos. Y ello tiene que ver con el hecho de que los suecos consideran que están soportando un peso desproporcionado en lo que a ayudar a esos prójimos perseguidos se refiere.

Por ejemplo, Suecia alberga 40,000 refugiados iraquíes. La mayoría alega ser objeto de persecución en su país, y que regresar a la patria pondría su vida en peligro. Resulta evidente el porqué de esa situación: por la malhadada invasión norteamericana y la subsecuente ocupación, que han despedazado el tejido social iraquí y han hecho de ese país un berenjenal.

Pero ¿a que no saben qué? El país responsable de ese merequetengue, o sea los Estados Unidos, ha recibido tan sólo ¡3,000 asilados iraquíes! O sea, menos de diez veces los que ha aceptado un país que lleva más de un siglo sin ir a una guerra contra nadie. Como que no se vale.

Además, Suecia siente que no puede asimilar tan fácil a poblaciones tan diversas y que pueden provocar (sin querer) severos desequilibrios. Por ejemplo, el pueblo de Sodertaje tiene una población de unos 82,000 habitantes… de los que 6,000 (arriba del 7%) son iraquíes. Imaginen que a Torreón llegaran unas 43,000 personas de otra etnia, hablando otra lengua, con otras costumbres. Por muy decentes que sean, todo ello constituiría un shock para la sociedad en su conjunto.

Así pues, hay que ver las recientes disposiciones en Europa con muy diversos lentes. No sólo la de los desesperados, sino también de quienes los reciben.

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