El Papa Benedicto XVI fue recibido hoy en la casa hogar 'Don de María' del Vaticano entre cantos y danzas hindúes, en el marco del 20 aniversario de su fundación por parte de Juan Pablo II y la Madre Teresa de Calcuta.
Poco después de las 11:00 horas locales (10:00 GMT), el pontífice arribó hasta el extremo este del Muro Aureliano, la frontera entre El Vaticano e Italia, donde se encuentra la puerta verde que ofrece acceso al centro de acogida.
La superiora regional de las Hermanas de la Caridad, sor María Pía, le colocó a Benedicto XVI en el cuello una guirnalda de flores rosas, mientras algunas novicias -con los tradicionales hábitos blancos a rayas azules- danzaban melodías de India.
Una vez dentro de la institución, el líder religioso saludó -una por una- a las casi 70 mujeres que son hospedadas y socorridas en la casa hogar por un total de ocho religiosas de la congregación fundada por la beata de Calcuta.
'Al nacer en una gruta, porque no había espacio para él en otro lado, Jesús conoció los problemas que muchos de ustedes experimentan', dijo el Papa.
'Estoy aquí para decirles que el Papa los quiere mucho y les está cercano, para manifestar mi cercanía espiritual a ustedes que en esta casa encontráis acogida, escucha, comprensión además de un cotidiano sostén material y espiritual', añadió.
Afirmó que la Navidad ayuda a comprender que Dios no abandona jamás y siempre busca encontrar a los hombres, a quienes protege porque se preocupa de cada uno, porque cada persona la más pequeña e indefensa- es preciosa a sus ojos.
El centro de atención a los desamparados fue fundado por decisión del extinto Papa Juan Pablo II en 1988, quien le otorgó la administración a la Madre Teresa de Calcuta.
Además de las internas, cada día se ofrece comida caliente a los hombres, mientras una larga fila de personas tocan la puerta para pedir alimentos, trabajo o ropa.
'Cuando nació esta casa, la beata Madre Teresa quiso llamarla Don de María, casi deseando que aquí se pudiera experimentar siempre el amor de la Santa Virgen', subrayó el pontífice.
Agradeció a las voluntarias su labor y señaló como un 'regalo de María' la presencia de quienes se toman el tiempo para escuchar a las personas en dificultades, que se sienten recibidas por 'brazos amables'.