La muestra lúdica De Garabato San Garabato al Callejón del Cuajo, que según los críticos, expone la obra de dos de los mejores ilustradores de México, Gabriel Vargas y Rius, ha cautivado a más de 21 mil visitantes que han ido al museo del Estanquillo/Colección Carlos Monsiváis.
Gloria Falcón, quien es directora de Colecciones del Museo, señaló que parte del éxito de esta instalación es la incorporación de piezas nuevas y el compromiso de las instituciones educativas para acercar al público juvenil e infantil a los recorridos del recinto.
Dentro de las nuevas sorpresas que se agregaron a las 352 piezas originales de la muestra, destacan dos fotografías de Juan Rulfo, que Carlos Monsiváis introdujo a la exposición, así como las cinco obras iconográficas de Paul Strand (1890-1976), quien es considerado como uno de los mejores expositores de la fotografía del siglo pasado.
Las líneas de tránsito con las que comienza el recorrido De Garabato San Garabato al Callejón del Cuajo es enmarcado por un par de murales de Rius, a través de los cuales es posible admirar el talento del ilustrador y corresponder con una sonrisa la creatividad de su obra.
En el foro predomina el entusiasmo por las ilustraciones de Rius, las cuales fueron colocadas de tal manera que el espíritu de sus creaciones transporta al público a San Garabato: Tierra de machos, borrachos y comprachos.
Fotos, vitrinas, maquetas y obras plásticas complementan la exposición dedicada a Rius, sin embargo, el espacio que arrebata la atención de los espectadores es la Sala de Lectura Caltzontzin, donde además de historietas de Rius hay una pantalla donde se proyecta dinámicamente la obra del caricaturista.
También hay una instalación sonora donde se puede contemplar una magnífica maqueta con un fondo sonoro de Chava Flores.
Por otro lado, en el segundo piso del Museo del Estanquillo, los comunes denominadores entre los visitantes son la nostalgia, las sonrisas y el descubrimiento de un nuevo mundo por parte de los niños que recorren los pasillos donde se exhibe el trabajo de Gabriel Vargas en el cual es posible observar la fascinación del público ya que es patente que la gente que lo admira por las vitrinas de la instalación, en donde los colores cálidos que enmarcan las piezas comunican la armonía entre el arte y la cultura popular de la Ciudad de México.
