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Visto Fríamente

POR Luis Flores

En los primeros

10 del IPADE

Éramos poquitos y lo único que teníamos era puro entusiasmo.

Era 1996 y nos reuníamos una vez por semana en casa de Cesar a generar ideas. Hacíamos listas de nombres, planeábamos reuniones, pensábamos en estrategias, les dábamos seguimiento; soñábamos que algún día pudiéramos hacer que el IPADE viniera a la Laguna.

Teníamos el apoyo del Ing. Enecko.

Los más jóvenes teníamos mucho entusiasmo pero veíamos el objetivo muy lejano y difícil.

Los hermanos Villalobos y Gustavo Díaz nunca dejaron que el ánimo cayera ni un solo ápice, ellos fueron un pilar de sustento muy importante para mantener la moral de ese pequeño grupo.

Cesar y Julio ya habían cursado el IPADE en el grupo de Femsa, yo había estado en Monterrey, Alejandro García y Nahum de la Vega en la maestría en México.

Otros habían escuchado o conocían la reputación del IPADE.

Todos estábamos plenamente convencidos de que era algo muy bueno, algo de mucha calidad, algo que la Laguna debía tener.

Ver en acción a la dupla de Cesar y Julio fue una gran experiencia para mí, fue como leer un caso de dirección de empresas y ser protagonista al mismo tiempo.

Vivimos en carne propia lo que es la “Visión y la Misión” y aprendimos lo importante que es aferrarse a conseguir un objetivo y no perder el rumbo. A Julio le agradezco ese liderazgo, el nunca permitió que nos olvidáramos por un solo segundo de cual era nuestra “Visión” y nos hizo tatuar en el alma cual era nuestra “Misión”.

Al principio unos pensábamos que seria bueno traer dos o tres programas y rentar algún local, como lo hacen en otras ciudades de México; Cesar y Julio querían que el IPADE hiciera de la Laguna una sede permanente, como solo había en México, Monterrey y Guadalajara.

“Hay que subir la mira, hay que pensar alto. Si se puede”. Todavía siguen en mi mente sus palabras.

En Febrero de 1997 se inicio la re-construcción del edifico Arocena, y para Agosto de ese mismo año Carlos Llano, Julio Villalobos y Jorge Zermeño inauguraban las magnificas instalaciones del IPADE en Torreón.

Recuerdo ese día como si fuera ayer. En el lobby del Arocena me tope a Julio, saludamos rápido y sin hablar nos dijimos “buen trabajo”. Cesar, el buen compañero de pesca si me dijo en corto, “no que no?”, no pudimos ocultar la satisfacción ese grandioso día.

Al primer grupo se inscribieron mas de 50, ahí estaban los grandes nombres, a todos los que en la calle les llaman “Don”.

A la vuelta de 10 años han pasado por esas aulas más de 350 empresarios, se han impartido 18 programas.

El IPADE ya ha cambiado vidas, familias y negocios en la Laguna.El IPADE es nuestro, ya es Lagunero y llego para quedarse.

A la distancia desde Canadá y después de 10 años solo puedo decir que los Laguneros saben reconocer lo que es bueno y lo que es mejor.

A los 350 egresados quiero decirles que ustedes son afortunados, como lo somos todos los que de alguna u otra forma hemos pasado por las aulas del IPADE.

Pero somos precisamente los afortunados los que debemos regresar algo al entorno donde vivimos, al entorno del cual nos hemos beneficiado.

El IPADE no son sus maestros ni los son los edificios. El IPADE somos todos nosotros, y debemos hacer comunidad. Son las nuevas generaciones quienes deben pasar al siguiente nivel.

“Hay que subir la mira, hay que pensar alto. Si se puede”

luis.flores@rbc.com

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