La sombra del charro mexicano del Cine de Oro mexicano fue un freno para sacar un proyecto en las telenovelas nacionales; sin embargo, el productor de Fuego en la Sangre, Salvador Mejía, menciona que el atrevimiento a romper esquemas con sus personajes rancheros hasta el momento le ha funcionado, pero nunca se atrevería a ser una competencia de los iconos ya establecidos.
El sol cae a plomo en las locaciones de una ex hacienda de Puebla. La tierra campirana clama acción y Eduardo Yáñez y Guillermo García Cantú se ponen a trabajar una escena importante, algo que la mayoría de los televidentes están esperando.
Pero en cuanto se termina de grabar el primer corte, podemos decir que los malos no son tan malos y los buenos... se ríen de los chistes de quienes dicen ser los malos.
Un ambiente de camaradería ronda en el trabajo; Salvador Mejía supervisa las tomas y en un espacio de las grabaciones, se da tiempo para charlar con esta casa editorial.
-¿Por qué no se había hecho algo de charros en las telenovelas mexicanas?
-Los melodramas con temática ranchera ya se han hecho antes, tenemos el ejemplo de Destilando Amor. Pero es un buen punto el que usted toca, ¿por qué no se había hecho algo de charros?, yo opino que se debe a que en el país aún se tiene la sombra de nuestro cine mexicano, de la Época de Oro que es iconográfico, porque los que ahí estaban (Pedro Infante, Javier Solís o Jorge Negrete) se convirtieron en ídolos, en iconos. Entonces necesitas algo similar para poder competir, o por lo menos te distinga de ellos y ese fue el gran riesgo que tiene esta telenovela.
Vale más, un buen amor....
Es cierto, el elenco masculino (Eduardo Yáñez, Jorge Salinas y Pablo Montero) acapara las miradas femeninas, desde las altas y las chaparritas, solteras y viudas o divorciaditas, todas ellas, sin distinción de clases, quieren llevarse la fotografía del recuerdo.
Pero el análisis nos enseña que a final de cuentas no es la historia de las hermanas la que envuelve al público, sino Los hermanos Reyes, o sea, los hombres tienen el peso principal.
-¿Se califica como rompedor de esquemas?
-La verdadera raíz de esta telenovela la podemos desmenuzar. Mira, yo no había puesto tanta atención en otra historia después de Gutierritos o Corazón Salvaje, donde los atributos de una protagonista clásica recaen más que nada en el papel masculino.
Ejemplo de ello es ahora Yáñez en el papel de Juan, ya que es el ingenuo, el casto, el padre o madre, es el de la autoridad moral y quien se ha encargado de construir la familia. Asimismo no recuerdo un caso donde la suegra se enamore del yerno, entonces nos estamos atreviendo a muchas cosas.
“...Que mil costales de oro”
Muchos dicen que Salvador tiene el toque mágico para convertir en éxito el proyecto que toca, pero el productor menciona que su empresa simplemente le “ha dejado jugar con diferentes estilos, temas y tonos de una historia”.
Al hacer Fuego en la Sangre, simplemente le comieron los nervios porque su primera gran preocupación era hacer un producto diferente a la historia original (Las Aguas Mansas) y con un estilo propio, tal y como lo hizo el remake colombiano Pasión de Gavilanes.
“Eso yo lo traía en contra y me hacía pensar y sufría y con Liliana Abud, la escritora, a ella le decía, ‘vamos a darle otro toque diferente, algo que nos distinga y que reposicione nuestra identidad, que le demos una marca Televisa, una marca Salvador y Liliana Abud’”.