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XX Asamblea Nacional del PRI

Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

Mañana se reunirá en Aguascalientes la XX Asamblea nacional del PRI, a que con demora convocó su presidenta Beatriz Paredes, que había calculado realizarla en noviembre pasado, apenas meses después de su elección en marzo anterior. Pero las peculiares condiciones del partido antaño predominante obligaron a que sólo en julio pudiera emitirse la convocatoria al multitudinario acto en que se reformarán los documentos básicos del priismo.

Una de esas condiciones fue la resaca de la elección federal de 2006, desastrosa para el tricolor. No sólo perdió su candidato presidencial (algo que ya había ocurrido un sexenio atrás) sino que fue relegado al tercer lugar, suerte semejante a la de sus bancadas en el Congreso que se rezagaron al segundo lugar en el Senado y al tercero en San Lázaro. La propia Beatriz Paredes resintió la debilidad de su partido en el DF, al ser ampliamente superada en la contienda por la jefatura del Gobierno del DF, entidad en que el PRI casi ha desaparecido.

Paradójicamente, un curso contrario a las consecuencias de esa colosal derrota contó entre los factores para aplazar la asamblea. Las elecciones locales de 2007 mostraron las capacidades de supervivencia y regeneración (en el sentido biológico, si bien no moral) del tricolor, que recuperó un Gobierno Estatal, el de Yucatán, mantuvo la hegemonía legislativa donde hubo comicios intermedios y no retrocedió significativamente en sus posiciones municipales. Aunque el trajín diario en las campañas corrió a cargo de los gobiernos priistas, la coordinación general y la faena directa en las entidades donde rigen otros partidos correspondió al comité nacional, que se ocupó centralmente de esa tarea, con base en la única fortaleza que la situación general del partido le ha deparado, que es la de administrar el financiamiento público.

Dada la fortaleza adquirida por los coordinadores parlamentarios y los gobernadores, la dirección nacional del PRI ha tenido que asumirlos como factores reales de poder, excluyéndose a sí misma de participar en decisiones que tocan a esos ámbitos políticos al mismo tiempo que debe sumarlos a la toma de decisiones que implican al partido en su conjunto. El resultado de esas operaciones, que requieren presencias y ausencias según lo requieran las circunstancias específicas ha sido la aparición de varios liderazgos reales al lado del formal. El caso más notorio es el del senador Manlio Fabio Beltrones, que no sólo domina su Cámara sino que es el interlocutor con el Gobierno panista, al que somete a una mezcla de colaboración y ataque de la que obtiene provecho permanente. Son sus posiciones las que privan en el conjunto del partido, como lo prueba la iniciativa de reforma energética que lleva su sello y su reciente embate contra la estrategia federal de combate a la violencia y al crimen organizado.

Los varios liderazgos que coexisten en el PRI se harán presentes en la asamblea de mañana, si bien no medirán en ella sus fuerzas. La reunión de Aguascalientes sólo será tenuemente deliberativa, porque el formato previsto hizo que las propuestas de enmienda o adición a los documentos básicos se cursaran a través de asambleas municipales y estatales efectuadas del 10 al 27 de julio) y se concentraran en una Comisión Nacional de Deliberación que llevará hecha la tarea a la reunión sabatina. Se espera por eso que no haya sobresaltos ni discusiones ácidas, que en todo caso serán moderadas por el tono conciliador que se buscó ejemplificar con la designación de Miguel Alemán Velasco al frente de la comisión organizadora de la asamblea. El exgobernador de Veracruz interrumpió su retorno a los negocios privados para cumplir esta encomienda donde su habilidad para no enfrentarse con nadie ha sido manifiesta una vez más.

Aunque la ideología es sólo marbete en un partido esencialmente pragmático, que adoptaba los lemas, que no ideas, de los presidentes en turno como su doctrina oficial, el PRI buscará un sello explícito para sus propuestas. La presidenta Paredes deslizó su pretensión de declarar al PRI un partido de izquierda, lo que tendría sentido en la contienda de imágenes especialmente ahora en que el PRD, ubicado en ese lugar del escenario político ha perdido posibilidades electorales. Pero el conservadurismo priista no aceptó el desplante de la tlaxcalteca, por lo que el partido será declarado socialdemócrata, una denominación carente de significado real en nuestro medio y utilizada ya por partidos que se escudan en el prestigio que esa doctrina alcanzó en Europa en tiempos pasados.

Más allá de signos e imágenes, la asamblea se caracterizará por consagrar vías de acción que le permitan consolidar su papel de mezquino aliado del Gobierno de derecha. Con vistas a la reforma petrolera, se ha previsto abandonar el impedimento que en la declaración de principios rechaza la participación de los particulares en la gestión de los energéticos, tal como lo demanda el proyecto calderonista.

La asamblea servirá también como punto de arranque a la campaña legislativa del año próximo, aunque formalmente el proceso electoral se inicie al comienzo de octubre. Como ocurrió en 1991 en que el PRI, con los recursos que prodigó Carlos Salinas se rehizo de su quebranto de tres años atrás, ese partido puede resultar victorioso en la integración de la nueva legislatura, multiplicadas las fuentes de su dinamismo por la necesidad de los gobernadores de contar con grupos propios en la Cámara de Diputados.

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