Lisboa.- Hay enamoramientos irracionales que entran por la vista, por la boca o por los oídos. Aquellos que nos encantan al escucharlos, como la flauta mágica de Mozart. Aquellos que dilatan la pupila y nos obsesionan a través de la imagen. Aquellos que no podemos explicarnos, pero que nos toman por sorpresa de la noche a la mañana.
Aunque parezca la famosa canción de la chica de Youtube, Europa parece tener un crush (infatuación) con Barack Obama. En mi vuelo de Nueva York a Lisboa, mi compañera de asiento, una estudiante portuguesa en sus veinte, se emocionó cuando vio que yo leía uno de los dos libros del precandidato demócrata. “Si Europa pudiese votar, lo haría por Obama”, me dijo segura. Y algo de razón tiene. De acuerdo con una encuesta realizada en febrero por el diario británico The Financial Times, los franceses, italianos, alemanes y españoles prefieren a Obama sobre a Clinton. De acuerdo con la misma encuesta, sólo los británicos mostraban una ligera preferencia por la ex primera dama estadounidense en febrero pasado.
En las librerías portuguesas hay ya por lo menos dos títulos sobre la vida del senador por Illinois y uno de ellos, “Obama do desejo ao poder”, del periodista David Mendell, es un éxito editorial. Lo mismo sucede con las publicaciones diarias y semanales. Atlântico, una revista especializada de política portuguesa, siguió el ejemplo de la influyente publicación alemana Der Spiegel al otorgarle su reportaje principal al senador afroamericano. Incluso uno de sus contribuyentes se destapa en el número de marzo como un “Obamista confeso”.
Mucha de la euforia europea por Obama está ligada inevitablemente al fuerte rechazo que sigue generando la guerra en Irak entre los europeos, quienes han escuchado repetir hasta el cansancio que el senador afroamericano es el único de los contendientes por la Casa Blanca que estuvo en contra de la invasión iraquí desde el inicio y a que es el único de ellos que no autorizó la guerra con un voto en el Senado.
En Portugal aún no se le perdona al ex primer ministro José Manuel Durão Barroso el que haya sido el anfitrión de la infame Cumbre de las Azores, en marzo de 2003, en la que George W. Bush, Tony Blair, y José María Aznar le dieran un falso ultimátum de 24 horas a Saddam Hussein para que “entregara” las hoy inexistentes “armas de destrucción masiva”, ultimátum que tras no ser “cumplido” propició la intervención bélica unos días después.
Por ello, Obama representa una especie de arranque limpio para los europeos y, al menos en el debate mediático, el senador por Illinois es percibido como el único capaz de recomponer las relaciones trasatlánticas y de levantar la dañada imagen estadounidense en el Viejo Continente. Sin embargo, al igual que sucede ya en Estados Unidos, algunos medios de comunicación europeos también empiezan a ver con lupa la figura del carismático candidato y su historial profesional.
Al respecto, el famoso periodista alemán, Gabor Steingart, escribió en Der Spiegel el que tal vez sea el artículo más crítico publicado en Europa sobre la candidatura de Barack Obama. En su texto, el periodista alemán se mofa de la central promesa del cambio del precandidato y advierte “el ascenso de la candidatura de Obama significa una alarmante victoria del estilo sobre la sustancia... su campaña promete más de lo que puede entregar… lo único con lo que pueden contar los votantes (de Obama) es con que serán defraudados eventualmente”.
De poco importan pues los fuertes nexos que el senador John McCain haya construido con sus colegas parlamentarios en todo Europa a través de los años. De poco importa el que como primera dama de Estados Unidos, Hillary Clinton “haya negociado para mantener abiertas las fronteras de Macedonia para permitir la salida de refugiados… y haya participado en las negociaciones para la paz en Irlanda del Norte”, como reza su sitio Web. Como si fuera un anuncio de cerveza mexicana: y en Europa el candidato es… Obama.
Politólogo e Internacionalista
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