Confieso que no me gusta la fiesta de toros; entiendo su tradición que se remonta a la Grecia inmortal y continuó en pueblos y rancherías ibéricas, donde matar un animal para consumo se convertía en una fiesta, y acepto que Goya, Picasso, Hemingway y otros fueran grandes aficionados, pero hoy, en pleno siglo XXI, es un espectáculo cruel, anacrónico y ridículo. En los toros la faena tiene tres partes: el primer tercio, en el que el torero se enfrenta al burel y lo valora, juega con él para “sentir” cómo reacciona con el capote, y no pasa nada más; en el segundo tercio el torero y su cuadrilla fijan al toro, lo debilitan con puyazos y banderillas, y lo preparan para el tercio final en el que el torero podrá lucirse, superando con su arte la bravura del animal.
Felipe Calderón ya pasó el primer tercio de su mandato; han sido dos años agobiantes y llenos de problemas; desde la toma de posesión en medio de una trifulca organizada por los legisladores que violaron todas las normas legales y éticas, pasando por los acosos de los derrotados incapaces de entender lo que es la democracia, los claroscuros de la batalla contra la inseguridad, la lucha para lograr que se aprobaran leyes, los estira-y-afloja con legisladores del PRI, del PRD y aun con los de su propio partido; al comenzar este año siguieron la violencia y las confrontaciones, con los maestros, con los jubilados del ISSSTE, con los Appos, con estudiantes vagos y manipulados, y sobre todo con el hampa, narcotraficantes, secuestradores, ladrones, asesinos, que han convertido al país en un campo de batalla y han penetrado hasta la antesala misma del poder, y para colmo, un entorno económico adverso, originado en otros países, que ha afectado y afectará profundamente nuestras vidas.
Todo esto ha tenido que sortear Felipe Calderón, además del fuego amigo de personajes siniestros como Manuel Espino, babosadas como las de Vicente Fox, y la indiferencia o apatía de algunos colaboradores en el gabinete. Ni todo está bien ni todo está mal; Germán Martínez es mentiroso al afirmar que todo ha sido un éxito, como mentirosos son quienes afirman lo contrario.
Comienza el segundo tercio; como buen torero, Calderón debe ahora dominar la escena, hacer que sus picadores pongan buenas varas, que sus banderilleros se luzcan, y que todo quede listo para el último tercio. Calderón comenzó a mover sus piezas forzado por el destino cuando murió Juan Camilo Mouriño; luego trajo a Luis Felipe Bravo Mena en una sorpresiva decisión que difícil de explicar, ¿se incrusta el Yunque en Los Pinos?, ¿quiere Calderón tener control de la bancada panista en San Lázaro con César Nava?, veremos qué ocurre. Ahora deberá deshacerse de los incapaces o débiles, y continuar la batalla contra el hampa y reforzar la llamada “operación limpieza”, detener, encarcelar y castigar a los altos funcionarios corruptos dondequiera que estén; Calderón debe llegar a fondo, no titubear, y como el picador decidido, a meter la vara “hasta la cruceta” para poder devolver la confianza a los ciudadanos.
Tal vez ponga banderillas para lucirse: más carreteras, más infraestructura, más salud, pero no tiene mucho tiempo, el segundo tercio terminará más pronto de lo que se imagina. Antes de sacar pañuelos para darle la oreja o chiflarle para que vuelva al burladero, hay que esperar y ver qué hará en este cambio de tercio.
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