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Zapatero a tus zapatazos

el comentario de hoy

por francisco Amparán

Sin duda la nota de la semana es el evento bufo que tuvo lugar en Bagdad, cuando un reportero iraquí, furibundo por lo que Estados Unidos le ha hecho a su país, le aventó un par de zapatos al presidente norteamericano George W. Bush. Y no sólo eso: lo llamó “perro”… que es el peor insulto posible en la cultura árabe. No me pregunten por qué, pero los seguidores del Profeta le tienen tirria al que, en otros ambientes, es considerado el mejor amigo del hombre.

El reportero fue rápidamente sometido al orden por fuerzas de seguridad, y remitido prestamente al tambo. Quién sabe cuánto vaya a permanecer en él, dado que se ha convertido en una especie de héroe en buena parte del mundo árabe. Y ya sobran los llamados para su liberación, y docenas de abogados se han apuntado para defenderlo.

El asunto presenta varias aristas dignas de comentario.

La primera: que Bush será tonto, pero no deja de tener buenos reflejos. Al primer zapatazo, que le tomó completamente por sorpresa, lo esquivó con una reacción rapidísima. Al segundo ya lo estaba esperando, y lo supo capotear hasta con estilo. Eso sí, el episodio logró lo que parecía imposible: acentuar la expresión de pasmado que ha lucido a lo largo de estos últimos ocho años.

La segunda: cuestionar qué tan bien funcionan los aparatos de Inteligencia del Gobierno iraquí. Según reportes, el periodista ya les había dicho a colegas y amigos lo que pensaba hacer si se le daba la oportunidad. Quizá nadie lo tomó en serio, pero al menos debería haberse detectado el dato. Que haya ingresado a una sala donde iba a estar el blanco avisado de su ira no habla bien del espionaje iraquí. Digo, en tiempos de Saddam, el reportero no sólo no habría entrado a la conferencia de prensa: hubiera terminado con varios agujeros de bala y tirado en alguna zanja a las primeras de cambio.

La tercera: la poca cobertura que el hecho recibió en los medios norteamericanos. Quizá porque incluso para un presidente tan impopular ello se consideraría hacer leña del árbol caído. O quizá porque después de tantas indignidades, ésta sería el remate chusco de un mandatario que hizo del humor involuntario una forma de arte, y mejor no menearle. El caso es que, por allá, el suceso pasó a ser noticia menor con una gran rapidez.

Y la cuarta: que ahora vamos a ver a los zapatos con otros ojos. Antes eran simples prendas de vestir, sin mayor valor simbólico. Pero ahora, especialmente en los países árabes, se han convertido en instrumentos de protesta, siendo blandidos amenazantemente como si fueran cimitarras. Es de preverse que, de aquí en adelante, las embajadas norteamericanas alrededor del mundo serán lapidadas no con piedras o tomates, sino con chanclas, pantuflas y babuchas. Y todo por el arranque de un hombre furioso e imaginativo.

Sí, nos ha tocado vivir en tiempos extraños.

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