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2010

Diálogo

YAMIL DARWICH

Para cuando aparezca esta entrega, estará terminada la primera decena del siglo XXI; usted recordará que hace 10 años, el mundo se emocionaba con el cambio de siglo y con cierta duda escuchábamos a pitonisas, astrólogos y adivinos que advertían, a quienes querían oírles, sobre el fin del mundo.

Ahora, de nueva cuenta reaparecen los falsarios quienes, lo mismo anuncian muertes de personajes, como eventos catastróficos, premoniciones de lo que, según ellos, acontecerá más adelante: el fin del mundo.

Tramposos, como lo son, saben mezclar información histórica con aportaciones de su cosecha personal y basan sus profecías en otras pasadas, escuchadas o leídas, que les sirven de apoyo para mentir y lograr sus propósitos; el más elemental de ellos, sobresalir y darse a conocer por los medios de comunicación mundial. Saben que algún incauto con posibilidades económicas caerá en sus redes.

Así, hablan de cataclismos por venir, según las profecías mayas y el "Quinto Sol", que se refieren a un simple cambio de ciclo, dividido en múltiplos de 52 años utilizados para medir el tiempo; no se trataba del fin del mundo en términos catastróficos, sino del arribo de una nueva era -espacio de tiempo- que ofrecía oportunidades para la superación humana.

Hasta los productores de cine han hecho su "agosto" con "Armagedón", filme que trata sobre un asteroide que chocaría con la Tierra si los héroes norteamericanos no nos salvaran, o "2012", exhibición del catastrofismo pleno.

Otros, toman las profecías de Nostradamus, escritas de la forma ambigua, acomodadas para que cada quién interprete y hasta explique a sus conveniencias o entender. Con los textos escritos en cuartetas, los "analistas" han encontrado que sabía con antelación de la muerte de reyes y papas, guerras mundiales y hasta la caída de las torres de Nueva York. Desgraciadamente no pudo prevenir el fallecimiento de sus familiares cercanos, mucho menos curarlos en su momento, aunque fuera médico reconocido, alquimista estudioso y profeta consultado.

Otros, como Malaquías, o las supuestas profecías de Lourdes, han servido para crear temor y en ese estado de excitación cerebral de los influenciados, lograr sus propósitos particulares, inclusive religiosos.

Según el libro de Juan, vendrán eventos que advertirán a los hombres sobre la llegada de Dios, que viene a juzgarnos en el día del Juicio Final: luego seguirán mil años de prosperidad.

Habrá temblores, maremotos, tsunamis, ciclones, inundaciones, epidemias varias con la aparición de nuevas enfermedades; plagas diversas que acabarán con las pocas cosechas que queden por las pésimas condiciones climáticas, terminando por generar hambrunas que diezmarán a los humanos.

Por si fuera poco, recrudecerán las guerras -lógicamente- que enfrentarán a las naciones, incrementando el número de defunciones. ¿Qué le parece?

Luis González, investigador-historiador escribe: "...en la década de 1876 a 1877, hubo temblores trepidatorios a lo largo de la costa del Pacífico, un par de eructos del volcán de Colima; granizadas, tormentas e inundaciones en el Centro y en la región del golfo; fuertes y sucesivas heladas a lo largo y ancho de la altiplanicie; en 1881 plaga de langostas en la Comarca del Istmo; en 1882 la epidemia de vómito en el noreste que calló definitivamente a Doña Ángela Peralta, y día tras día los azotes de enteritis, la tosferina, la neumonía, el paludismo, el tifo y docenas de epizootias y plagas". Seguramente, los mexicanos de aquellos años no dudaban en que pronto llegaría el fin del mundo, llenándose de ansiedad, pero no ocurrió así.

A pesar de todos los temores, pasan los "malos tiempos" y para el invierno de 1887, todo era felicidad y el primero de enero de 1888, por primera vez se festejó el Año Nuevo en México, leyéndose en un periódico de la época: "La maravillosa belleza del mar y el cielo, de los cerros y el valle, entró para siempre en nuestros corazones (...) Los Alpes, coronados de nieves eternas son magníficos, pero helados; aquí todo es bello, ardiente y colorido ( ...) Las auroras y los crepúsculos son magníficos".

Luego, pasados los años, nos volverían a asustar.

Igual sucedió con las guerras mundiales y las hambrunas, consecuencia de la pobreza de muchas naciones; con los años de la guerra fría, estuvimos convencidos de que el demonio se había desatado, amenazando al occidente, pero seguimos adelante,

Cuando le preguntaron a Jesús cuándo iba a suceder el fin del mundo; Él, simplemente dijo que nadie lo sabía, sólo Dios.

Pero nosotros aceptamos más el mensaje de los catastrofistas, aunque también nos advirtió con la parábola de las novias y sus lámparas de aceite ¿recuerda?

Lo cierto es que el nuevo año nos da la oportunidad de ser mejores, para nosotros y todos los demás. ¿Se anima?

Por lo pronto le deseo el mejor año de su vida; con todo y la crisis.

Ydarwich@ual.mx.

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