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60 años de la OTAN

Los días, los hombres, las ideas

FRANCISCO JOSÉ AMPARÁN

Seguramente a usted le ha ocurrido: se anda cambiando de casa, o finalmente decidió hacer una limpieza total de closets, roperos y cuarto de los tiliches. Al revisar lo que anda sacando se topa con chunches de todo tipo, que a lo mejor ni recuerda por qué compró

Algo así ocurrió con la OTAN, la Organización del Tratado del Atlántico Norte: cuando resultó innecesaria, simplemente la guardaron en el clóset. Y no han atinado a decidir qué hacer con ella: ni la quieren tirar, ni le encuentran mucha utilidad real que digamos.

En sus inicios, la OTAN fue uno de los bastiones norteamericanos para el reordenamiento del mundo después del tiradero que quedó al terminar la Segunda Guerra Mundial, y ante la amenaza de que Stalin se quisiera quedar con todas las canicas en Europa. La OTAN nació hace 60 años como fruto de la necesidad.

Situémonos a principios de 1949: Europa está devastada por la guerra, buena parte de la población sufre de hambre y miseria, los Partidos Comunistas de Italia y Francia han estado a punto de ganar elecciones democráticas el año anterior, y las tropas soviéticas ocupan la mitad oriental del continente. Berlín Occidental está bloqueado por tierra por órdenes de Stalin. Grecia está saliendo de una espantosa guerra civil, en la que los comunistas fueron derrotados muy apenas.

En Polonia, Checoslovaquia, Romania, Bulgaria, Hungría, los comunistas se han hecho del poder por las buenas o por las malas. La amenaza de que los soviéticos quieran seguirle de frente y ocupar el resto de Europa parecía muy factible.

¿Cómo hacerle frente a Stalin? Los Estados Unidos optaron por una política multilateral, creando una alianza militar que involucrara a sus aliados europeos y que forzosamente vinculara a las fuerzas armadas norteamericanas en cualquier conflicto en el Viejo Continente: una guerra europea se convertiría en automático en una guerra de Estados Unidos. El Artículo Cinco de la Carta del Atlántico (la que creó la organización) planteaba que el ataque a cualquiera de los miembros de la misma sería respondido por todos.

Traducción: si la URSS invade Alemania Federal, Estados Unidos intervendrá

Así pues, la OTAN era el escudo de Occidente para protegerse de una eventual blitzkrieg soviética sobre Europa Occidental. Durante cuarenta años, fue la garantía de que los soviéticos no iban a buscarle tres pies al gato: cualquier ataque se volvería una guerra generalizada, que a partir de los años cincuenta podía convertirse en nuclear de la noche a la mañana.

Y aunque la URSS y sus aliados (el llamado Pacto de Varsovia, la contraparte e imagen de espejo de la OTAN) durante años tuvieron a punto planes de invasión (la República Democrática de Alemana, de hecho, acuñó medallas para conmemorar la derrota de la Alemania Federal

Entre 1989 y 1991 los países del Bloque Socialista cambiaron de régimen, la URSS se desintegró y el Pacto de Varsovia feneció de simple obsolescencia: de hecho, porque en su cuartel general se dejó de pagar la luz y a los conserjes, y éstos se largaron dejando cerrado con candado el changarro. El gran oso ruso se apolilló y sus garras y colmillos amenazantes resultaron de papel maché. La OTAN ya no tenía a quién enfrentarse. Su misión había dejado de existir dado que eso le había ocurrido a su rival, ¿no?

Pues no. Los europeos no querían que los norteamericanos se desentendieran de Europa así como así. Y los Estados Unidos no deseaban renunciar a sus bases europeas, que buen trabajo les había costado montar. De manera tal que los socios decidieron mantener la estructura de mando de la OTAN, realizar periódicamente ejercicios conjuntos, conservar en funcionamiento la mayoría de las bases norteamericanas en el continente: señores, aquí no pasó nada. Y si pasa, por aquello de no te entumas, aquí sigue la OTAN. Para lo que se ofrezca.

Cuando se ofreció detener la salvaje guerra civil en Yugoslavia, en vista de que la diplomacia europea se vio torpe, lenta e ineficiente, fue la OTAN (a punta de bombazos) la encargada de obligar a las partes en conflicto a sentarse para llegar a un acuerdo. Como fue la OTAN la que en 1999 destruyó buena parte de la infraestructura de la mutilada Yugoslavia para detener la barbarie de Milosevic sobre Kosovo.

Como fue la OTAN la que creó un virtual protectorado en esa región, facilitando la reciente proclamación de independencia de un estado que difícilmente será viable sin la presencia militar de la Organización Atlántica.

Siempre se consideró que el pilar de la OTAN era el Artículo Cinco, que obligaría a los Estados Unidos a entrar en una guerra contra la URSS por andar ayudando a sus aliados europeos. Lo irónico del caso es que la única vez que se ha invocado el Artículo Cinco

Como desde Afganistán se habían planeado los atentados del 9/11; y como Afganistán se negaba a entregar a Osama bin Laden, EUA apeló a sus aliados para enfrentar la agresión. Por eso hay tropas de la OTAN en Afganistán, pero no en Irak: el primer país colaboró en un ataque a Estados Unidos, el segundo no.

A sus sesenta años, la OTAN sigue vivita y coleando. Se supone que para enfrentar los peligros globales de un planeta sin reglas claras.

Pero quizá como simple nostalgia de otros tiempos con más certidumbres, donde se sabía quién era el enemigo y dónde estaba. Y claro, también por aquello de no te entumas

Consejo no pedido para crear una alianza defensiva en contra de las porras del Monterrey: Vea "Detrás de las líneas enemigas" (Behind enemy lines, 2001), con Owen Wilson y Gene Hackman, sobre la intervención de la OTAN en Bosnia. Provecho.

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