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A CIEN POR HORA

Ricardo Rubín

BANDERAZO DE SALIDA.- Si el que muere pasa a mejor vida, ¿por qué es que nos aferramos tanto a ésta? * En una espléndida mansión del barrio colonial de San Ángel, en la Ciudad de México, vive desde hace años el archiduque Félix de Hapsburgo, sobrino-nieto del que fuera Emperador de México, Maximiliano de Hapsburgo... El archiduque no radica en nuestro país por su pasado familiar, ni porque piense ocupar el trono que su pariente buscó un día en una engañosa fantasía, sino porque como simple turista vino en dos ocasiones, le gustó nuestra ciudad capital, y se quedó a vivir aquí con su esposa, la princesa belga Ana Eugenia de Aremberg y sus siete hijos que aquí nacieron, tres hombres y cuatro mujeres.

CURVA PELIGROSA.- El tío abuelo el archiduque, Maximiliano de Hapsburgo, hermano del Emperador, Francisco José I, fue nombrado Emperador de México en 1864, cuando los franceses ocuparon la Ciudad de México. No pudieron sostenerse, y abandonados por Napoleón, Maximiliano fue apresado, juzgado y fusilado. Su esposa, Carlota Amelia, hija de Leopoldo I de Bélgica, perdió la razón poco antes del fusilamiento de Maximiliano, y murió a los 87 años de edad, 60 después de que su esposo fue fusilado.

RECTA FINAL.- El archiduque Félix de Hapsburgo habla poco de su ilustre antepasado, y es un hombre muy culto pues domina a la perfección el español, alemán, francés, italiano, inglés, portugués, húngaro y holandés... No ha regresado jamás a Austria, porque las autoridades de su país quieren obligarlo a firmar su renuncia a la Casa de Hapsburgo... En 1992, cuando murió su madre, consiguió un permiso especial para entrar a Austria y estar presente en el entierro. La mamá del archiduque era la emperatriz Zita de 98 años de edad, bisnieta del Emperador Francisco José y de la famosa emperatriz Sissi, de cuya historia se hizo una novela y dos películas de gran éxito.

META.- Al archiduque Félix de Hapsburgo le gusta visitar el Castillo de Chapultepec, donde vivió su tío abuelo Maximiliano y su esposa Carlota. Habla poco del pasado, pero tiene todas las maneras de un personaje real. Piensa que si Maximiliano hubiera consolidado su imperio, tal vez él sería uno de los personajes más importantes de la realeza mexicana... Sonríe y dice que son sólo sueños, y que la familia Hapsburgo siempre fue muy dada a soñar... En su preciosa residencia, de enormes jardines y preciosos árboles, el noble austríaco gusta caminar y sentarse a leer, mientras bebe un vaso de limonada fría. Dice que la época actual no está para dinastías reales, sino para hombres de empuje y de visión mercantil.

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