¿Se acuerda usted de aquella frase del secretario de Comercio salinista, Jaime Serra Puche, lanzada en respuesta a una pregunta sobre la política industrial del país, al advenimiento del esquema maquilador?: "La mejor política industrial es la que no existe".
Bien, pues pareciera que el retobo se volvió la Biblia en un escenario de 20 años de astringencia, en cuyo saldo nos superan con mucho en productividad, competitividad y desarrollo tecnológico, países como Corea del Sur, Taiwán, Indonesia, Malasia y China... a los que se pretendió imitar.
En la década de los 80 todos ellos eran similares o inferiores a México.
Bajo la pauta salinista se eliminaron los incentivos fiscales, financieros y comerciales asociados al fomento de la pequeña y mediana empresa y a la industria maquiladora de exportación, con excepción del sector automotriz.
La paradoja del caso es que, en la inactividad de la Secretaría de Economía, la batuta la asumirían la Secretaría de Hacienda y el Banco de México, bajo la idea de que un marco macroeconómico estable sería la base para el florecimiento de la actividad productiva.
El eje, el epicentro, sería la política monetaria basada en los llamados "objetivos de inflación", a la que se ha calificado de exitosa, al reducirse el índice de precios al consumidor de niveles de 78.20% a 4.5% en promedio.
Sin embargo, se ha abusado de la "estrategia", al extremo de incentivar las importaciones y desalentar las exportaciones.
De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad Iberoamericana (El desarrollo industrial en su encrucijada), la estabilidad de precios no se liga de manera exclusiva a la estrategia, dado que el tipo de cambio observó una tendencia a la baja, utilizándose la apreciación del peso como ancla.
El documento realizado bajo la batuta de Mauricio de María y Campos enumera una serie de elementos que juegan contra el desarrollo industrial, entre ellos la dependencia en las importaciones, el papel declinante de la banca de desarrollo y las políticas de apertura al capital extranjero.
En el primer caso se han reemplazado muchos insumos intermedios locales por importados, creciendo éstos a partir de 1987 a una tasa de 14%, para llegar a constituir 74% de las compras totales del exterior en 2008.
Más aún, la compra de maquinaria importada, que entonces constituía 55 por ciento del total, ahora alcanza 60 por ciento, lo que da idea del fracaso de la industria de bienes de capital.
En el segundo, la participación en el financiamiento de los proyectos industriales de la banca oficial descendió de 9.4% que representaba en 1987 a 4.8% en 2005.
De hecho, las intermediarias se dedicaron en forma limitada al factoring con proveedores de empresas comerciales y de Estado, cuyo objetivo era simplemente cubrir las necesidades de capital de trabajo.
De la cartera total de Nacional Financiera, 60% se destinó hacia el objetivo.
En el tercer capítulo, son centenares las empresas productivas que han sido traspasadas al capital extranjero. Sin embargo, el punto toral se ubica en 90% de éste en la banca comercial privada, tras haberse alcanzado 70% con la compra de Banamex por el Citigroup de Estados Unidos.
Y aunque a partir de la crisis de 1994 se inició un repunte en las exportaciones de la industria manufacturera, ésta se concentró en las empresas multinacionales de la industria automotriz, electrónica y de electrodomésticos.
Más todavía, pese a la proliferación de acuerdos comerciales, 80 por ciento de las ventas al exterior se siguen concentrando en el mercado de Estados Unidos. Desde otro ángulo, el énfasis del país en el proyecto maquilador no sólo ha desequilibrado el desarrollo cargándolo hacia el Noroeste, sino que ha provocado la desarticulación de las cadenas productivas.
En el escenario, la distribución de tamaños de los establecimientos en México se ha ido a los extremos. Desde un ángulo, la mayor parte de las microempresas son de sobrevivencia, sin medios para ser exportadoras, y por otro las grandes empresas se convierten en monopolios.
En los países desarrollados y emergentes, las empresas medianas son las más dinámicas en exportación e innovación. En contraste, en México éstas prácticamente no existen.
Se diría, pues, que gran parte de los contrastes de México con naciones como Brasil, con el que hasta hace poco se hablaba de tú, radica en la indiferencia oficial hacia la industria.
¿El patito feo de la economía?
Colocado en el impasse el tema de la sucesión en el Banco de México, lo cierto es que su actual gobernador, Guillermo Ortiz Martínez, ya tiene lista una salida de emergencia en caso de que el Ejecutivo federal no empuje la posibilidad de reelección.
El ex secretario de Hacienda sería presidente ejecutivo del Banco Mercantil del Norte, es decir, número dos de Roberto González Barrera.
El problema, naturalmente, es que el encargo no lo podría asumir hasta diciembre de 2012, dado el año de paréntesis que reclama la Ley de Servidores Públicos para anular las ventajas de la información privilegiada que posee Ortiz.
Sería algo así como su año sabático. Por lo pronto, empero, el aún gobernador del banco central ya adaptó una oficina en su casa para despachar alguna consultoría de carácter internacional.
Colchón, pues, para caer parado.
¿TÚ TAMBIÉN MODELO?
Sin haberse concretado aún la eventual venta de la división cerveza de Fomento Económico Mexicano (FEMSA) a la firma suiza-inglesa Heineken, pese a que las pláticas se mantienen vivas, hete aquí que la compañía Anheuser-Bush InBeu, reputada como la mayor del planeta, ya colocó en su mira a Grupo Modelo en afán, dice, de equilibrar el mercado internacional.
La compañía belga tienen ya 50% del capital de la principal fabricante de cerveza en el país, tras adquirir a su socio original, Anheuser-Bush, en una operación objetada por la fabricante de la cerveza Corona.
De hecho, hay un procedimiento de arbitraje iniciado a mediados de octubre pasado.
De concretarse la operación, la factura sería de 7 mil millones de dólares aproximadamente.
BOMBA DE TIEMPO
A contrapelo de la promesa del gobierno federal y del clamor de los habitantes de la zona, las señales apuntan a que se pospondrá una vez más la clausura del ducto de gas LP que atraviesa la ciudad de Guadalajara, aduciéndose falta de presupuesto.
Hace unas semanas el director de Pemex Gas y Petroquímica Básica, Roberto Ramírez Soberón, había anunciado una inversión de 80 millones de dólares para reubicar la terminal de almacenamiento del hidrocarburo ubicada en la zona urbana de Zapopan.
El problema para Pemex es que existe un estudio del centro de investigaciones internacional Batelle Memorial Institute, en el que se advierte de los riesgos para la población, dado que el gasoducto atraviesa zonas de alta concentración.
La bomba de tiempo, pues, está activada.