El revolucionario del Arte de Marialba, Pablo Hermoso de Mendoza logró la hazaña de salir en hombros por la Puerta del Príncipe de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, después de cortar un rabo en tan importante plaza.
La fecha histórica fue el domingo 25 de abril de 1999 durante el serial de la feria anual de Sevilla. Fue precisamente un rejoneador, Ángel Peralta, quien 28 años antes o sea en 1971 había paseado el último rabo en dicho coso sevillano, es decir pasaron 28 largos años en que nadie, ni a pie, ni a caballo lograra semejante hazaña. Pablo hermoso de Mendoza, también rejoneador fue quien cortara aquella racha con una faena de antología a un toro de nombre Morubeño del ganadero Fermín Bohorquez.
Aquella mañana de feria, alternando con otros 5 rejoneadores, el caballero Navarro anunció en plenitud el comienzo definitivo de una nueva era del rejoneo.
Pablo recibió al toro de Bohorquez montando a Martincho para clavar rejones de castigo siempre en rectitud, caballo y torero le dieron a la faena el mas alto nivel desde su inicio.
Pero en el segundo toque de clarín, la estrella ha sido el cuatralbo Cagancho, caballo sobre el que Hermoso ha basado su escalada y sobre el que cimentó también su gran mañana abrileña.
Cuando el toro estaba perdiendo gas, Pablo tuvo que consentir y templar mucho más las embestidas de su enemigo. El público que llenaba la plaza sabía que estaba asistiendo a una auténtica lección de mando, arte, temple y valor. La Maestranza de Sevilla vibraba como en las grandes tardes, como un sabio tribunal evaluando el mejor toreo a caballo de la historia.
Chicuelo remató el tercio de banderillas con sus piruetas muy en corto, aprovechando las últimas arrancadas francas del toro de Fermín Bohorquez; y Aldebarán, el caballo árabe del último tercio alardeó en las cortas con dos pasadas de frente de escalofrío, casi dando con los belfos en el testuz del toro. Ahí mismo, con el mismo caballo y sin irse de la cara, Pablo se cuadró en corto y por derecho, al estilo de los grandes estoqueadores para clavar en todo lo alto el rejón de muerte.
Tardó algo en caer el toro, y el jinete echó pie a tierra para acompañar en solitario la agonía del animal, sin capotes que la afearan, como no lo había hecho tampoco en ningun momento de la lidia del toro Morubeño.
Cuando dobló el toro, la plaza se llenó de pañuelos blancos en demanda de ese rabo que venía a ratificar que Hermoso de Mendoza ha dado el impulso decisivo para convertirlo en toreo fundamental, por su temple y su ligazón, por la precisión en el manejo de las riendas y sobre la grupa, convertidos los caballos en muletas de gran sensibilidad, capaces de interpretar con valor y arte las leyes supremas del toreo moderno.
Un prestigiado cronista taurino portugués (Portugal cuna del Arte de Marialba) resumió en su crónica mejor que nadie lo que Pablo Hermoso de Mendoza representa para el toreo ecuestre: "Después de haber asistido a miles de festejos de rejoneo en mi larga vida de aficionado, nunca pensé que iba a ver torear a caballo como se torea pié a tierra".
Se ha mencionado en numerosas ocasiones que la historia del Toreo se divide en dos períodos: antes y después de Juan Belmonte. Se afirma también que el Rejoneo se divide en dos épocas: hasta y después de Hermoso de Mendoza.
